Llegan a España los 'funeral planner', planificar tu entierro a los 33 años: "Hay gente que nos ha pedido tirar las cenizas al jardín de su ex"
Enterrarse con la moto, repartir su peso en vino en el sepelio y un funeral vikingo son algunas de las nuevas formas de morirse en España con la ayuda del servicio funerario Pazy.
Tania tiene 33 años, reside en Canarias y ya sabe cómo quiere que sea su entierro. "He ido a elegir la ropa, el catering, el féretro, el lugar. De momento voy por ahí", explica en una entrevista telefónica con El HuffPost.
Como ella es previsora ha querido dejarle a su familia todo atado y bien atado para que cuando fallezca —quiera el altísimo que sea dentro de muchos años— ellos se puedan centrar en llorarla y no en la burocracia, algo de lo que se encarga la empresa de servicios funerarios Pazy, que pretende cambiar la forma en la que la gente afronta la muerte.
"Puedes elegir antes de irte de este mundo la ropa, el maquillaje, el peinado, la manera en la que se quiere hacer, la música. Le quito un peso de encima a mi familia que con el dolor que van a pasar en ese momento no está la cabeza para estar buscando y haciendo nada", cuenta.
Su familia está contenta pero un poco extrañada porque no suele ser habitual que una mujer de 33 años sepa ya cómo va a pasar a mejor vida: "Al ser yo la que voy a elegir todo me voy de este mundo contenta, tengo mi ropa, mi música, al elegirlo yo me voy más contenta".
También ha elegido el féretro —uno "precioso, no te puedo decir si es pino porque no entiendo mucho de eso"—, un vestido rosa y está dudando para el velatorio entre una banda y unos mariachis: "Veremos si el día, muy lejano, está alguno disponible. Y el catering, un poco de productos canarios para que se vea un poco de lo mío".
Un funeral Vikingo
Pero el caso de Tania no es único. Begoña atiende también por teléfono a El HuffPost para hablar del funeral de su tía abuela Luz, que tiene 86 años y que quiere un funeral vikingo, algo poco común en España.
A ella siempre le ha gustado la cultura vikinga y ha dejado pedido que todo fuera de temática vikinga: "No sabíamos que se podía personalizar porque en nuestro país hay una tendencia tradicional católica".
De hecho, han tenido algún que otro problema porque de primeras querían que su ataúd fuese una especie de barco vikingo pero no ha sido posible porque excedían las dimensiones del horno crematorio. Al final se han tenido que conformar con unas runas en el féretro que mantiene su figura original pero tendrá unas incrustaciones que no cambien la estructura.
También quieren sus cenizas al mar pero hay que tener cuidado porque no todo está permitido: "Hay una normativa estricta y nos tienen que decir en qué zonas se puede hacer".
"Es un tema que es súper personal porque cada uno tiene una religión u otra. Nos hemos puesto en común que es el funeral de mi tía y si es lo que quiere, aunque te pueda parecer mejor o peor, al final cada uno tiene sus últimas voluntades y intentar, que somos una familia unida, entender y respetar las decisiones de cada uno", dice sobre un posible cisma familiar por la forma en la que se quiere enterrar su tía abuela.
Se van en Pazy
Toda la gestión del funeral de Tania y Luz la ha llevado la empresa de servicios funerarios Pazy. Su CEO, Alejandro Nieto, explica a El HuffPost que la compañía nace para que "de la muerte se pueda hablar tranquilamente".
En España está muy arraigada la cultura ancestral, sobre todo parte de nuestras abuelas de "pagar los muertos". Hay una escena familiar recurrente de la abuela no pudiendo salir de casa tal día porque iba a pasarse por ahí "el de los muertos", que casi siempre era de Ocaso o de Santalucía, para cobrarse el seguro de decesos.
Casi la mitad de la población —unos 23 millones, un 47%— paga un seguro de decesos sin saber que en algunos casos es posible que toque pagar un precio superior, defienden desde Pazy.
Nieto se da cuenta de que cuando muere su abuela "no había ninguna decisión tomada por ella habiendo pagado 20.000 euros por un servicio que de media según la OCU es de 3.700 euros más o menos".
Después de pagar este pastón, Nieto esperaba que todo fuese después como la seda pero no fue así: "Esto lo pagas durante toda la vida y pagas tres o cuatro veces lo que vale el funeral. Si no tienes seguro te encuentras con que estás en un momento de dolor en el que tienes que hacer trámites en medio del duelo. Aparece un funerario a proponerte decisiones en un momento en el que no estás, por mucho que venga a ayudarte, la manera en la que te ayuda es con prisas, miedo y no con confort y mensajes positivos". En definitiva, Nieto quiera una forma en la que "decir adiós sea más humano".
Señala el CEO de Pazy que la sociedad tiene una falsa idea de tranquilidad con eso de tener "los muertos pagados" porque esto te libra, en parte, de la carga económica pero no de la emocional.
"No quieres que tu funeral se convierta en una batalla familiar por si se pone o no una cruz o otras cosas", comenta. De ahí que en Pazy, al igual que pasa en las bodas, permita a las personas organizar su funeral con mucho tiempo de antelación o directamente hacer peticiones que no todas las funerarias pueden aplicar.
En el caso de Tania cuenta que ha decidido tener su funeral organizado a los 34 años porque cuando murió su padre "su seguro de decesos no se hacía cargo de casi nada": "El seguro que él tenía me obligaba a buscarlo todo, cuando hablé con Pazy me pusieron todo en bandeja, la funeraria no hacía nada, estaba el hombre en una nevera como si fuera un trozo de carne más y esta empresa lo sacó de ahí, lo pusieron guapo y se lo llevaron al tanatorio, fue una cosa impresionante. Fue por eso que los elegí. El día que yo me vaya prefiero que esta empresa venga y se haga cargo de mí".
Tabú de la muerte en España
Begoña celebra que con Pazy haya podido darle una alegría a su tía abuela Luz en los que son los últimos años de su vida. Además de añadir todo lo relacionado con la personalización vikinga, la empresa se encarga de avisar al tanatorio, de la gestión posterior de lo que quieran hacer, de los permisos y hasta de dónde van las cenizas.
Por ejemplo, fue Pazy quien le dijo que su tía no podía tener un ataúd con forma de barco pero sí podía tener runas alrededor. "Hay gente que quiere la bandera de su equipo de fútbol, cualquier detalle, una ceremonia laica, lo que ofrecemos es que esa carga quede resuelta y el funeral sea lo que tú quieres", señala Nieto.
España, como país católico, al contrario que en el mundo anglosajón, la muerte se trata más como un tabú que como una celebración, como suele pasar en Estados Unidos, en México o en países como Irlanda, Escocia o Reino Unido.
"Tenemos un tabú con la muerte pero todos hemos pensado cómo queremos que ocurra y el 47% está pagando a una compañía para que se haga cargo, que no es un 10 o un 15%. No puede ser que no hablemos de una manera abierta y sí que paguemos a una compañía por un servicio durante toda la vida y pagar tres o cuatro veces lo que cuesta", afirma Nieto.
La mayoría de los clientes que llegan a Pazy reconocen que "ya llevan 10 entierros pagados", en referencia a lo de los "los muertos". No quiere centrarse Nieto en lo anglosajón y sí en cambiar la forma en la que enterramos a los seres queridos: "No vamos a hacer una fiesta pero en vez de ser algo triste y de pérdida, que lo tenemos que pasar todos, que sea de homenaje a la vida de esta persona del disfrute que hemos tenido".
Por ello, desde el primer minuto tienen un psicólogo para atender a los clientes y hacer que el duelo se lleve de una forma más sana. También, explica Nieto, que los servicios de Pazy no son incompatibles con ninguna religión "y menos con la cristiana que es predominante en España".
"El duelo cristiano no es incompatible con una psicología más sana. La sociedad española puede mejorar y aceptar nuevas ideas que quepan dentro del cristianismo y llevarlo más alegre. No digo que el cura se ponga a cantar como en EEUU, pero después de eso sí se puede ir a tomar unas cervezas. La gente intenta lidiar con ello de manera brutal pero no tiene por qué ser triste y puede ser de una manera anglosajona, mediante fotos o con una despedida vikinga", asegura el CEO de Pazy.
Del jardín del ex a fuegos artificiales
En Pazy se encargan de tratar desde el primer minuto con un partner funerario y tratan de organizar "cualquier petición que tenga la persona", desde poner una pantalla con un QR que se puede escanear y subir fotos con el fallecido si así se ha pedido, también se puede llenar la sala de fotos o de otro tipo de flores. "Una persona era muy motera y quería enterrarse con su moto, cosa que no es posible, pero todas las pegatinas del casco se pusieron en el ataúd", cuenta Nieto.
El anecdotario que maneja Nieto da para libro. Hay un hombre de Valencia que quiere que se mezclen sus cenizas con fuegos artificiales para que sus restos acaben siendo fuego, aire, mar y tierra. Pero no se puede. La opción que dan en Pazy es la de tener una segunda incineración y formar parte de una falla.
Otra señora dejó por escrito que al fallecer la pesasen —pesaba 72 kilos— y desde Pazy hiciesen 72 botellas de vino para que la gente se la bebiese en el funeral o se llevase las botellas de recuerdo.
"Hay gente que nos ha pedido: quiero lanzar las cenizas al jardín de mi ex. Pues oye, no podemos lanzar las cenizas a un jardín privado y mucho menos sin el consentimiento de la persona", señala el CEO de la funeraria.
Hasta para morirse hay trabas
En Pazy reciben decenas de propuestas de funeral y muchas de ellas, como la del hombre de la moto o el de los fuegos artificiales, no son realizables porque incumplen la ley. Por ejemplo, eso tan socorrido de tirar las cenizas al mar no se puede hacer.
En España, por ley, no se puede incinerar a una persona hasta 24 horas después de la muerte. Después se da la urna a la familia y ellos pueden hacer alguna celebración o coger la urna y dar un paseo en barco para echar las cenizas al mar en una zona indicada para ello.
Explica Nieto que hay tres elementos fundamentales a la hora de morirse en España: las cenizas, el tamaño del ataúd y enterrarse con cosas como si de un faraón se tratase. Los restos incinerados de una persona sólo se pueden tirar en algunas zonas de alta mar, en parques con zonas habilitadas para ello o en un cementerio. Si están dentro de la urna sí pueden llevarse a otros sitios —una persona tiene contratado que sus restos descansen en los cinco continentes—.
Como en el caso de Luz, la mujer del entierro vikingo, el tamaño del ataúd tiene que ser estándar porque tiene que caber en la boca del horno crematorio y en el hueco del cementerio.
Tampoco puedes hacer la de Cleopatra y enterrarte con objetos personales. Puedes, pero tienen que ser biodegradables. Por ejemplo, una persona se puede enterrar con un libro o llevar una determinada fragancia pero no se puede meter en el ataúd un bote de colonia ni puede haber nada fuera del féretro.
"Esto es un servicio a gran escala. Si hay 23 millones de españoles que han hablado con una empresa funeraria para dejar el tema zanjado significa que hay 23 millones de imaginaciones juntas, lo que da para muchas anécdotas", zanja Nieto.