Sarah vive en Laponia y explica por qué Finlandia tiene la mejor educación del mundo: "¿Deberes? Pocos o ninguno"
El informe PISA así lo demuestra.

Sarah Barbel, francesa que vive en Rovaniemi, capital de Laponia en Finlandia, ha explicado por qué la educación de ese país es tan exitosa. De hecho, según el informe PISA, los estudiantes de ese país tienen un rendimiento superior al promedio de la OCDE en matemáticas, lectura y ciencias.
Barbel celebra que vive "en uno de los países con el mejor sistema educativo del mundo" y resalta que allí los niños empiezan la escuela obligatoria a los 7 años porque "se piensa que los juegos y la curiosidad son más importantes que los cursos".
"Pocos o ningunos deberes, preferimos hacer de la escuela un tiempo de aprendizaje y el tiempo en casa que sea un tiempo para descubrir por ti mismo", subraya antes de apuntar que, a diferencia de otros países, en Finlandia "no hay exámenes nacionales, sino individuales, porque no se quiere que los alumnos compitan".
"Entre cada clase hay un descanso obligatorio de 15 minutos y cada una dura 45 minutos y durante ese tiempo los estudiantes pueden salir fuera, incluso en invierno. Antes del colegio obligatorio, hay una especie de guardería completamente gratis", celebra.
Hace unos meses, David Pastor Vico, profesor y divulgador, explicó en el podcast Lo que tú digas uno de los pilares del éxito de Finlandia y que nace precisamente de cómo tienen organizados los colegios.
"Hay un porcentaje muy pequeño de la educación en Finlandia que es privada, que es un mínimo porcentaje que tienen que dejar para los hijos de los diplomáticos. El resto es público", señalaba.
"Además, ¿qué hicieron con los colegios? Situarlos estratégicamente entre distritos y barrios con diferencias sociales y económicas. Es decir, un barrio rico limita con un barrio pobre, pues el colegio va en el medio", aseguraba.
"¿Y a qué colegio puedo mandar a mi hijo? Al que te toca por distrito. Y se dieron cuenta de que los niños desde la edad institucionalizable, el año de edad, o los seis meses de edad, hasta la entrada en Primaria, lo que había que hacer es fundamentalmente que jugaran y además que jugaran los unos con los otros", explicaba.
El motivo, según apuntaba, es porque se percataron de que "cuando estos niños ya cada uno hiciera sus carreras profesionales iban a ser amigos": "Es decir, iba a haber un reparto de capital".
