Las tres palabras que los mayores usan a menudo sin darse cuenta de que ofenden a los jóvenes
'En mi época....'

Entre las expresiones que más tensiones generan entre generaciones, hay una que destaca por encima del resto: “En mi época…”. Tres palabras que muchas personas mayores utilizan con naturalidad, sin intenciones negativas, pero que para los jóvenes suelen resultar especialmente condescendientes.
Psicólogos y especialistas en comunicación intergeneracional explican a este medio francés, que quienes crecieron en los años 60, 70 u 80 aprendieron esta frase como una forma de compartir experiencias o transmitir valores. Sin embargo, el contexto social actual ha cambiado tanto que su significado emocional también lo ha hecho.
Para los jóvenes, “en mi época” suele sonar a comparación desigual. Aunque no se exprese directamente, muchos interpretan un mensaje implícito: “Tus dificultades no importan, las mías fueron más duras.” Esta impresión puede generar frustración porque minimiza realidades contemporáneas muy distintas: precios de la vivienda disparados, mercados laborales inestables, cuidados más costosos y expectativas educativas y profesionales más exigentes que nunca.
Los expertos señalan que la frase también puede percibirse como una barrera al diálogo: cuando se pronuncia, el joven siente que sus problemas se relativizan o se invalidan. Además, activa una lectura automática que muchos describen así: “Eres débil; te quejas sin motivo; no tienes derecho a sentirte mal.”
Aun así, los especialistas recuerdan que la mayoría de personas mayores no usan estas palabras con ánimo de ofender. Simplemente repiten lo que escucharon durante su infancia, sin ser plenamente conscientes de cómo ha cambiado el mundo. Por eso, recomiendan apostar por la empatía: los jóvenes pueden intentar escuchar la intención detrás de la frase, mientras que los mayores pueden buscar alternativas que no suenen comparativas ni descalificadoras.
Una mayor sensibilidad en el lenguaje —insisten— puede transformar estas conversaciones tensas en espacios de comprensión mutua. Porque entenderse mejor no depende solo de lo que se dice, sino de cómo se dice.
