Siete razones por las que es posible que Donald Trump gane las elecciones de Estados Unidos

Siete razones por las que es posible que Donald Trump gane las elecciones de Estados Unidos

U.S. Republican presidential candidate Donald Trump speaks during a campaign rally at the Century Center in South Bend, Indiana, U.S., May 2, 2016. REUTERS/Kamil KrzaczynskiKamil Krzaczynski / Reuters

El senador Bob Casey, un miembro del partido demócrata de Pensilvania, vive entre tantas fallas sísmicas de la política estadounidense que es especialmente sensible a los temblores de Trump, que teme que puedan acabar convirtiéndose en terremoto para el mes de noviembre.

"Estoy preocupado", reconoce. "Ganar a Donald Trump no va a ser tan fácil como pueda parecer".

Casey es católico, provida y tiene un historial proarmas a sus espaldas, en un estado (Pensilvania) que el asesor demócrata James Carville describió una vez como "Pittsburgh y Filadelfia con Alabama en medio". También es un demócrata de la vieja escuela y, al mismo tiempo, de la nueva escuela: está a favor de los sindicatos y se muestra receloso hacia el comercio global; defiende la Seguridad Social, Medicare, Obamacare y el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La mezcla funciona: Casey fue reelegido en 2012 —y fue el primer senador demócrata de Pensilvania en conseguirlo en 50 años— y estuvo muy por delante de Barack Obama ese mismo año. Así que conoce a la gente.

Desde el punto de vista de Casey, la posible (aunque debilitada) candidata demócrata Hillary Clinton tendrá buenos resultados en Filadelfia y en algunos de sus condados suburbanos, y probablemente también en su propio territorio, en Scranton, en el noreste del estado.

"El problema está al oeste", explica, donde los llamados "demócratas de Reagan" viven en ciudades y pueblos muy poblados que nunca se recuperaron de la recesión económica ni de la externalización de los puestos de trabajo industriales y donde el resentimiento de Washington y los establecimientos costeros ocupan tanto terreno como las vetas de carbón y los bosques.

"Tenemos que tomarnos a Trump en serio", advierte Casey. En efecto. A continuación se incluyen siete razones por las que Donald Trump podría llegar a ser presidente de Estados Unidos:

"Es la economía, estúpido". Es otra de los famosas frases de Carville (de la campaña de Bill Clinton de 1992).

Esa frase también podría resumir las posibilidades de Trump. Empecemos por la preocupación de Casey por esas ciudades del oeste y añadámosle, además del estancamiento de la clase media estadounidense del que tanto se ha hablado, la posibilidad de otra recesión económica.

La victoria de Trump en sí misma podría provocar temblores en el mercado —de hecho, puede que ya lo esté haciendo— pero eso no hace que para Hillary Clinton sea menos difícil (por no decir imposible) evitar que se le asigne el papel de defensora "responsable" de la economía de Obama.

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¿Qué harán los simpatizantes de Bernie Sanders en noviembre?

La división entre los demócratas. El senador Bernie Sanders está decidido a seguir con su causa en la convención demócrata que se celebrará en Filadelfia en el mes de julio y a jugar el papel que desempeñó Ted Kennedy, otro candidato que no tuvo éxito, en Nueva York en 1980: ser la estrella del show de otro. La dramática despedida de Kennedy le robó su momento al presidente en funciones, Jimmy Carter, y presagió la derrota de Carter frente a Ronald Reagan.

Al final, el desanimado clan Kennedy, aunque con reticencia, se reunió para apoyar a Carter porque todavía les quedaba algo de lealtad al partido que habían dominado durante tanto tiempo. Pero los votantes de Sanders carecen de esa lealtad, y su líder ni siquiera es un miembro de buena reputación del partido demócrata. Es más, gracias al poder de las redes sociales, sus soldados pueden hacer lo que les plazca y designar al candidato entre ellos, independientemente de lo que diga Bernie.

La debilidad de los republicanos. Algunos comentaristas republicanos y conservadores, como el columnista de The New York Times David Brooks, advierten a los republicanos de que se enfrentan a un "momento Joseph McCarthy" en el que deben repudiar a Trump o arriesgarse a despertar la ira y a ser juzgados por la historia. Y algunos republicanos siguen prometiendo que nunca apoyarán a Trump.

Pero los líderes del Partido Republicano, como el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, están más interesados en conseguir una paz inmediata que su lugar en la historia, y otros personajes dispuestos como el anterior gobernador de Utah, Jon Huntsman, aseguran que proponer a Trump como candidato tampoco es para tanto.

El Partido Republicano falló en su último "momento Joseph McCarthy". Fue el propio senador McCarthy, como se exhibe gracias a ese invento tan moderno llamado emisión televisiva, el que hundió el partido; y no sus compañeros republicanos.

¿Pedirá el senador Ted Cruz, que ha suspendido su campaña, a sus esbirros evangelistas que abandonen al Partido Republicano este noviembre? No. Se callará y esperará a recoger los añicos en 2020.

La debilidad periodística. Viene en dos sabores. Uno de ellos es la falsa equivalencia. Los periodistas aún no han acabado de examinar a fondo el historial de Trump, especialmente los detalles de sus relaciones de negocios y de su vida personal, pero dentro de poco esta historia se pondrá al mismo nivel y se comparará con la de Clinton, lo que hará que para Trump sea más fácil pasar desapercibido entre el barullo que se generará.

Y el otro es el ansia que tienen los medios de comunicación por subir la audiencia. Cuanto más se acerca Trump a la Casa Blanca, más aterrador se vuelve, más se desesperan sus enemigos y más pares de ojos hay pegados a los platós de televisión y a los smartphones.

Lo que significa cobertura mediática gratuita para Trump.

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Hillary Clinton parece tener posibilidades de salir elegida como candidata demócrata, pero, después de eso, vendrán aún más curvas.

Hillary, la "responsable". Aunque Clinton habla de nuevas ideas y de comenzar desde cero, intentará cumplir con la difícil tarea de liderar la Casa Blanca en el nombre del mismo partido por tercer mandato consecutivo. La última vez que sucedió esto fue en 1988.

Y, lo que es más importante, Clinton y su marido representan una fuerza dentro del Partido Demócrata que una especie de responsabilidad dentro de una responsabilidad, una situación arriesgada para un momento en el que los votantes desprecian tanto a Washington.

"Hay razones por las que le va tan bien a un socialista de 74 años de Brooklyn", asegura Tad Devine, asesor de prensa y viejo amigo de Sanders. "El nivel de insatisfacción con respecto a la clase dirigente está por las nubes, y Hillary es un símbolo de ella".

No es de extrañar que ahora Trump reivindique una especie de alianza con Sanders. ¿Acabará el senador poniendo el grito en el cielo y descargando su ira contra Trump? Y, suponiendo que eso suceda, ¿estarán de acuerdo con él sus simpatizantes?

Los cambios de Trump. Lo bueno de no tener ni historial de voto ni opiniones consistentes es que se puede cambiar de postura cuando se quiera según las necesidades del momento. Miren cómo Trump, el experto en vender la moto, cada vez se dirige más a la clase media.

Es una estrategia cínica, pero astuta; y podría funcionar. El listón y las expectativas están tan bajos que Trump cuenta con una gran libertad de movimiento.

Las cifras. Por increíble que parezca —dada su retórica indignante, racista y teñida de violencia— Trump no va nada mal en esta carrera de caballos a medida que va comenzando, de manera informal, la campaña de otoño.

Y el mapa del Colegio Electoral de Estados Unidos no es tan imposible para él. Con la posible excepción de Arizona, hay muy pocos estados —por no decir ninguno— de los que en 2012 eran mayoritariamente republicanos en los que Trump tenga probabilidades de perder.

Pero también hay, como mínimo, cinco grandes estados mayoritariamente demócratas en los que podría ganar, especialmente gracias a los votos de los demócratas que eran simpatizantes de Reagan. Esos cinco estados son Florida, Ohio, Virginia, Wisconsin y, sí, Pensilvania.

Estos cinco estados juntos representan un número de votos más que suficiente para mandar a Trump a la Casa Blanca.

Bob Casey se esforzará para mantener a su estado lejos de las garras de Trump, pero no puede garantizar nada.

Nota del editor: Donald Trump es un mentiroso compulsivo, un xenófobo, un racista, un misógino y un agresivo que ha prometido en repetidas ocasiones que prohibirá la entrada a todos los musulmanes —1.600 millones de personas pertenecientes a una misma religión— a Estados Unidos.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

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