Hay ciudades que son de un solo color y tiene una explicación

Hay ciudades que son de un solo color y tiene una explicación

Chauen, Oia, Izamal y Bergen tienen algo en común: sus edificios están pintados de un color concreto que se ha convertido en su emblema.

Si se hiciera una lista de los lugares más instagrameables del mundo, estas ciudades estarían en lo más alto de la clasificación. Presentes en tres continentes distintos, los municipios de Chefchauen, Bergen, Izamal y Oia atraen a los turistas (entre otras cosas) por algo muy particular: sus colores.

El azul, el rojo, el amarillo y el blanco —respectivamente— que inundan estas ciudades no han sido escogidos al azar. Los habitantes de estos pintorescos enclaves decidieron dar a su ciudad un tono cromático por algo, aunque sus motivos son muy diversos. A continuación se explican estas razones y aquellas por las que deberías darte una vuelta por allí para contemplar tú mismo su colorido y su encanto:

Chauen —como se conoce en España— está considerada como una de las ciudades más elegantes del norte de Marruecos. La llamada ciudad azul, a unos 60 kilómetros de Tetuán y 110 de Tánger, se encuentra en el podio de los lugares más coloridos del mundo según Booking.com y el añil con el que están pintados sus edificios se debe a algo: originariamente se usaba para ahuyentar a los mosquitos. Actualmente se conocen otros métodos para evitar a estos insectos pero la medina (o casco antiguo de la ciudad) mantiene sólo este color, que ha pasado a ser el rasgo distintivo del lugar.

  La arquitectura y la población de Chauen siguen muy ligadas a su pasado andalusí.MARINA VELASCO

Situada a apenas 90 kilómetros de Ceuta, Chauen conserva algunos vínculos con España. Su población original estuvo compuesta sobre todo por exiliados andalusíes de la península Ibérica (tanto musulmanes como judíos), por lo que sus callejuelas irregulares y sus casas encaladas recuerdan a las de los pueblos andaluces. No resulta raro escuchar hablar castellano por las calles.

Chauen es también referente por su artesanía tradicional y su ecoturismo, al tratarse de una región rural entre el Mediterráneo y las montañas del Rif. La ciudad cuenta con productos reconocidos como el queso de cabra, los higos, la miel y el aceite de oliva. Además, está cerca de una de las zonas más en auge de Marruecos: la bahía de Tamuda. Allí se ha abierto recientemente el Banyan Tree Tamouda Bay, un complejo hotelero de lujo con villas de más de 200 metros cuadrados y un spa que ofrece tratamientos exclusivos. Para llegar hasta la zona, se puede viajar a Tánger (hay vuelos con Air Nostrum desde Madrid y Málaga por 84 euros el trayecto) y recorrer el lugar con el servicio de transportes Yasmine Overland.

Cualquier localidad del archipiélago de Santorini es digna de fotografiar. Y, en concreto, Oia capta la atención del objetivo por sus casas blancas a orillas del mar Egeo. Se dice que el blanco de las fachadas se utiliza desde hace siglos para repeler el calor. Oia es un pequeño pueblecito de unos 1500 habitantes al que se puede llegar fácilmente desde la capital de la isla, Thira.

  Vista de Oia, en la isla de Santorini.©GTRESONLINE

El pintar las fachadas de blanco no sólo es costumbre en este pueblo del Mediterráneo; en el sur de España también es bastante habitual. Así ocurre en los llamados Pueblos Blancos de Andalucía y en las tradicionales casas manchegas, donde se solía jalbegar o encalar las fachadas cada año. Según el blog Aires de la Mancha, con ello se logran tres fines: "Uno de carácter meramente estético, blanqueando y otorgando una más digna apariencia al, a menudo, tosco y pobre material de los muros; el segundo, de más práctica y funcional naturaleza, al conseguir con el color blanco de la fachada el reflejo de buena parte de la radiación solar, haciendo que los muros absorban menos energía calorífica y los interiores permanezcan más frescos en los inmisericordes calurosos veranos manchegos; y la tercera, de finalidad antiséptica, derivada de la alta alcalinidad y poder desinfectante de la cal".

Aunque se conoce como "La ciudad de los cerros" o "Ciudad de las tres culturas", este enclave mexicano situado en la península de Yucatán también podría llamarse "La ciudad amarilla", pues es el color del que están pintados (casi) todos los muros de su arquitectura colonial. Existen dos versiones que podrían explicarlo: una achaca el amarillo a la visita del papa Juan Pablo II en 1993, por la cual se habrían pintado los edificios del centro del color vaticano; y la otra recurre a la civilización maya (que originariamente habitó esta ciudad) y a su creencia de que el hombre procede del maíz.

  Vista del convento de Izamal.PIXABAY

Izamal, a unos 60 kilómetros de Chichén Itzá, se fundó a mediados del siglo XVI sobre los vestigios de una antigua ciudad maya; su construcción más importante, el convento de Nuestra Señora de Izamal, se erigió sobre las ruinas de un adoratorio maya llamado Pap-hol-chac.

Cualquiera que visite Noruega percibirá rápidamente que las casas de este país escandinavo se presentan principalmente en dos colores: blanco y rojo. Esta distinción cromática servía antiguamente para señalar la situación económica de los habitantes de las casas. Las blancas eran las de gente con dinero y las rojas o anaranjadas, las de sus trabajadores o los establos. "La pintura roja era mucho más barata porque se hacía a partir de grasa de bacalao y óxido de cobre y hierro", explica Knut Hansvold, guía turístico, a El HuffPost. Y añade: "Hay casas en las que la pintura blanca sólo se usa en la fachada que da al fiordo y el color de los laterales y de atrás es rojo".

  Panorámica de Bryggen, un barrio histórico junto al muelle de Bergen.©GTRESONLINE

Hoy los colores de las casas son más variados y se mueven por tendencias. Las casas de madera se pintan cada diez años y esto permite que se varíen los colores según modas. "Actualmente todo es blanco, en los 90 se llevaban los colores y en los 70 era todo muy marrón", sigue Hansvold. Existen zonas de la ciudades —las partes más turísticas— donde el blanco es obligatorio y no se puede innovar. De hecho, hay barrios adinerados en los que está mal visto que un vecino pinte la casa de un color diferente a blanco, "y se hacen boicots contra él cuando esto es así".

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es