La ruina de cobrar a 33 céntimos el kilómetro: así funciona el negocio del transporte urgente donde no existe precio desorbitado
"He transportado más de 100.000 euros en cuadros en una sola furgoneta".
No hay mal momento ni edad para emprender, y si no que se lo digan a Maxim, hijo de un emigrante ucraniano que comenzó con su empresa de transporte hasta un auténtico imperio de millones de kilómetros y decenas de vehículos para el reparto urgente de automoción por toda Europa.
A sus 23 años, Maxim continua la tradición familiar, heredando el negocio, como el resto de la familia. Su historia, contada en este episodio del pódcast Rutas de Éxito, es la típica: comenzando de adolescente realizando facturas, ayudando en lo que podía y aprendiendo, hasta sacarse el carné a los 18 años, y ponerse a conducir y realizar rutas.
Durante la extensa entrevista no podía faltar el coste-beneficio del negocio. Maxim explica que cobrar 33 céntimos el kilómetro por una furgoneta no es barato. Es, directamente, ruinoso. Aun así, sigue siendo un precio habitual en rutas fijas muy demandadas, como Barcelona-Madrid, dentro del sector del transporte urgente, un negocio donde las cuentas apenas salen… salvo que alguien asuma pérdidas o recorte por donde no debe.
"La gente dice que es un precio desorbitado, pero en furgoneta no existe el precio desorbitado", explica el joven profesional del sector, pero con años ya de experiencia en rutas nacionales e internacionales. Y lo resume con una frase que desmonta muchos mitos: "He llegado a cobrar más de 2 euros por kilómetro y era lo normal para una urgencia de madrugada o en festivo".
Así funciona realmente el transporte urgente
La mayoría de servicios no llegan directos al cliente final, sino que funcionan a través de agencias, bolsas de carga o intermediarios, algunos con contrato y otros que simplemente revenden el servicio. En muchos casos, el mismo porte se encarece o se abarata varias veces antes de llegar al transportista que acaba conduciendo la furgoneta.
El problema aparece cuando el precio se hunde. Hay empresas grandes —especialmente en logística de alimentación— que pagan a autónomos 20 y pocos céntimos por kilómetro. "Eso es ir en negativo", explica. "No entiendo cómo alguien acepta eso", agrega. La competencia feroz.
Si hacemos los cálculos, son sencillos y demoledores. Un ejemplo habitual: para una ruta de 1.000 kilómetros y a un precio de 0,33 euros por kilómetros y una facturación de entre 330 y 350 euros (sin IVA), sumando los gastos de combustible y conductor, y la amortización de la furgoneta, más mantenimiento, seguros, gestoría, etc., es imposible obtener beneficio "No pongas oficinas, no pongas personal administrativo… aun así no salen los números", resume.
Por qué se ha degradado el sector
Ahondando más en el problema y las causas, Maxim explica que hace años muchos operadores pagaban 65 céntimos por kilómetro como mínimo, lo que permitía atraer buenos conductores, ofrecer calidad y cumplir tiempos. "Era la única manera de destacar frente a otras agencias", asegura.
Pero a día de hoy la competencia a la baja ha generado un círculo vicioso: precios ridículos, conductores quemados, vehículos mal mantenidos y servicios de peor calidad. Aun así, las urgencias siguen existiendo y los clientes acaban pagando… cuando no hay alternativa.
Solución: el transporte especial, cuando el precio deja de ser el problema
Son el extremo opuesto. En el caso de los transportes delicados y de alto valor, como arte, cuadros, material sensible, el precio pasa a un segundo plano. "He transportado más de 100.000 euros en cuadros en una sola furgoneta", relata.
La gran diferencia es que aquí prima la calidad sobre la velocidad: cómo se carga, cómo se embala y quién responde si algo ocurre. Incluso los controles policiales pueden convertirse en una experiencia tensa cuando la documentación refleja el valor real de la mercancía.