Britney Spears o cómo una estrella se convirtió en la 'Juana de Arco del pop'

Britney Spears o cómo una estrella se convirtió en la 'Juana de Arco del pop'

El periodista y escritor Juan Sanguino publica la biografía de la cantante 'Britney. One More Time'.

Una de las ilustraciones de 'Britney. One more time'.Cortesía de editorial Burguera

It’s Britney bitch, decía Britney Spears en el inicio de una de sus canciones más polémicas, Gimme more, y este podría haber sido el eslogan de su vida este 2021. La que es para muchos la princesa del pop en los 90 ha tenido su propio resurgir este último año, gracias al movimiento #FreeBritney.

La cantante ha conseguido liberarse de la custodia de su padre en un juicio mediático. Aunque para entender a la artista hay que ir más allá de su crítico 2007 puesto que la historia de la cantante se ha forjado desde su infancia en Mississippi (EEUU) en los años 80. Este periodo y su fama posterior son analizados por el periodista Juan Sanguino en su biografía ilustrada Britney. One more time (Bruguera).

Para él, la niñez de Spears es una “maleta muy pesada”. “Su madre se quedó embarazada de ella después de separarse de su padre, con quien tenía un matrimonio muy volátil, él era alcohólico, muy violento, vivían en una caravana... Representaban todos los estereotipos de la gente de clase baja del sur de EEUU. Muy creyentes, pero con muy poca cultura, gente con muy pocos posibles económicos y ella nace en calidad de salvadora de su familia”, detalla.

Según cuenta Sanguino, la juventud de Spears se basó en cuidar de su familia a nivel psicológico y también económico a raíz de su triunfo en el baile y en el universo Disney. “Esto genera en ella un sentido de la responsabilidad, la disciplina y una autoexigencia patológica que hicieron que se obsesionase con ser perfecta y agradar a los demás. A lo largo de su vida adulta vemos cómo esas dos ideas están constantemente marcando sus pensamientos y sus acciones”, explica.

“Esto se le vuelve en contra porque la prensa se muestra en contra de ella porque empieza a decir que es una niña que va de ingenua pero que en realidad es una golfa, la insultan, etc.”, añade.

El motivo por el que Britney fascinaba y desataba pasiones y odios al mismo tiempo era, entre otros, su sensualidad. Una sexualidad empoderada con solo 16 años que iba acompañada de la mística de una Lolita provocativa, pero a la vez dulce y ejemplar.

Es un juguete roto de manual desde el punto de que la sociedad plasmó todas sus ansiedades en torno a la seguridad femenina, también de las niñas, una cosa que nos parece hoy día perturbadora pero que en la sociedad del momento era totalmente legítimo”, apunta.

Para él, Britney sirvió como catalizador de las debilidades y las ansias de la sociedad. “Rompía con esos valores tradicionales porque a la gente puritana también le gusta follar, lo que no le gusta es que se hable de ello ni que se sepa. Britney era eso de ser sexy y culparte a ti de tus deseos sexuales y decir ‘pero yo solo me he puesto un disfraz de colegiala’. Eso tenía un efecto muy potente en la sociedad porque decías ’¿soy un pervertido? Porque me está poniendo cachondo”, recalca.

  Portada de 'Britney. One more time'Cortesía de Editorial Burguera

Según Sanguino, la reacción a las primeras actuaciones de Spears, en las que se comentaba cada milímetro de la ropa que llevaba o las críticas que generó el videoclip de ...Baby one more time, ponen de relieve el puritanismo de la sociedad estadounidense. “Puso de manifiesto este conflicto entre lo que se dice y no, los tabúes de la sociedad… En su momento no se la consideraba un ser humano, sino una figura casi de ciencia ficción”, recuerda el escritor.

El foco puesto en su virginidad y no en la de otras compañeras de la industria Disney como Christina Aguilera se debía a una estrategia forjada desde su equipo de marketing y los periodistas.

No entraba en la cabeza cómo una chica virgen meneaba las caderas así con esa falda, ese escote, esa actitud sexy, esa lengua, esa mirada…
Juan Sanguino, periodista

Su equipo quería que se lo preguntase, a un periodista no se le ocurría preguntarlo. “A las t.a.t.u se les preguntaba si eran lesbianas porque se enrollaba en el escenario, a Britney le preguntaban si era virgen porque su equipo convirtió su virginidad en parte de su campaña promocional”, indica Sanguino. El periodista señala que cuando se le empezó a preguntar por estos asuntos “se abrió la veda”. “No entraba en la cabeza cómo una chica virgen meneaba las caderas así con esa falda, ese escote, esa actitud sexy, esa lengua, esa mirada…”, señala.

Para Sanguino, esta sexualidad era aprendida y Britney lo veía como un requisito dentro de la industria musical, “pero no era consciente del efecto que provocaba en la gente”.

Si hay un momento en el que la vida de Britney Spears dio un vuelco fue en 2007 cuando todo su fama se vino abajo y durante el que ocupó imágenes de portada en revistas “agresiva e incluso drogada o bebida”.

“Para todos fue como un reality show, una comedia negra y no una tragedia griega, que es lo que era en realidad”, señala. Para el periodista, el drama “no empieza ahí, empieza probablemente en 1981 y ese es el culmen de una mujer a la que han educado para ser perfecta y que pierde el control sobre sí misma”.

Según señala Sanguino, Britney estaba “obsesionada con agradar” y no podía aguantar que la prensa la tratase de esa forma cuando ella hacía “todo lo que se esperaba de ella”.

A Britney la decisión de su padre de dejarla aislada en una casa y bajo su control y tutela tampoco le agrada ni le hace el bien esperado por su familia. “No puede meterse en una casa porque se vuelve loca, necesita estar fuera, de compras, exhibirse, porque esa es la vida que conoce, siente que si no se exhibe no existe”, explica el escritor, quien recuerda que sigue haciendo eso en sus redes sociales, donde además se muestra explícitamente desnuda siguiendo la tradición nudista de su familia.

La cantante le debe a su público su valor, según Sanguino, “depende de su erotismo, su imagen y su dulzura”. “Lo que hace es sacrificarse públicamente, no sé si lo hace de manera consciente o inconsciente para que el público vea lo que ha hecho con ella, lo cual desde el punto de vista dramático es un clímax incomparable”, señala Sanguino.

Creo que no contempló el suicidio porque es profundamente creyente y cristiana y considera que iría al infierno
Juan Sanguino, periodista

Para él, desde el punto de vista simbólico Britney fue una mártir en el sentido más religioso, una “Juana de Arco que se sacrifica en pos del espectáculo en la plaza del pueblo”. También de esta figura histórica tomó lo de raparse la cabeza. “Da esa imagen demoniaca de que se castiga a sí misma quitándose el pelo como mujer”, explica.

A pesar de esa fuerza autodestructiva, Sanguino duda que Britney hubiera querido quitarse la vida en algún momento. “Creo que no contempló el suicidio porque es profundamente creyente y cristiana y considera que iría al infierno. Tiene una fe ciega de que todo ocurre por una razón, eso hace que se deje llevar mucho por los vaivenes del azar. Confía en que Dios proveerá”, explica.

La salud mental de Britney ha estado en el foco desde entonces y muchos han culpado incluso a la audiencia o a los medios de comunicación de su deriva. “Se ha especulado con esquizofrenia, trastorno límite de la personalidad, depresión posparto, etc. Pero su autodestrucción nunca tuvo intenciones suicidas, lo que pasa que podría haber muerto por una sobredosis, que se rumoreó que tuvo dos. Podría haber tenido un accidente de tráfico, cualquier desgracia. No sé si estuvo tan cerca de morir como la historia sí lo estaba”, explica.

  Britney Spears en una de las ilustraciones del libro.Cortesía de Editorial Burguera

Los sucesos que protagonizó Spears recuerdan a la caída de otra figura de la cultura pop como fue Amy Winehouse, fallecida en 2011. “Ambos hitos mostraron que reírse de los famosos dejó de ser divertido y aceptable. De repente, cuando pasa el hackeo a Jennifer Lawrence en 2012 ya es otro panorama”, señala Sanguino, que recuerda que Britney se convirtió en una especie de “moraleja” para la sociedad.

Este impacto en la sociedad y en la forma de ver a los famosos ha hecho que cambie la forma de verla. Según Sanguino, se ha pasado de demonizarla a que se le respete más como artista y performer, sin embargo recuerda que la sociedad tiene una tarea pendiente con todas esas mujeres a las que como a Britney se las ha juzgado por ciertos aspectos de su vida. “Ahora la tarea como sociedad está aplicarlo en nuestras hermanas, nuestras amigas, nuestras compañeras de trabajo, nuestras parejas, nuestros padres, nuestros hijos… Está muy bien sensibilizarse con ella, pero hay que hacer el trabajo dentro de la sociedad”, destaca.

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Marina Prats es periodista de Life en El HuffPost, en Madrid. Escribe sobre cultura, música, cine, series, televisión y estilo de vida. También aborda temas sociales relacionados con el colectivo LGTBI y el feminismo. Antes de El HuffPost formó parte de UPHO Festival, un festival urbano de fotografía en el marco del proyecto europeo Urban Layers. Graduada en Periodismo en la Universidad de Málaga, en 2017 estudió el Máster en Periodismo Cultural de la Universidad CEU San Pablo y en 2018 fue Coordinadora de Proyecto en la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE. También ha colaborado en diversas webs musicales y culturales. Puedes contactarla en marina.prats@huffpost.es