El tercer grado penitenciario: qué es, qué implica y quién lo concede

El tercer grado penitenciario: qué es, qué implica y quién lo concede

El régimen de semilibertad es uno de los menos estrictos para los presos: estos son sus detalles.

Vehículos de la guardia civil y la policía aparcados en la cárcel de Soto del Real, en Madrid. Europa Press News via Getty Images

El expresidente de Bankia Rodrigo Rato ha obtenido este jueves el tercer grado. Esto implica que el también exvicepresidente del Gobierno podrá salir de la cárcel de Soto del Real, en Madrid, en la que permanecía ingresado por el caso de las tarjetas black desde octubre de 2018, y pasar a estar controlado por una pulsera telemática.

Pero, ¿qué es exactamente el tercer grado?

Tres grados penitenciarios

Cada preso tienen asignado un grado de clasificación durante su estancia en la cárcel. Estos grados son muy relevantes para los internos ya que determinan el régimen de vida que tienen dentro de la cárcel: cuáles son sus horarios, sus actividades, sus permisos... Hay tres grados penitenciarios diferentes, ordenados por números del uno al tres, del más restrictivo al menos.

El primer grado, también conocido como régimen cerrado o aislamiento, es el más estricto. Los presos tienen, por ejemplo, limitadas las horas de salida al patio. Así se encuentran los presos que se consideradan peligrosos o inadaptados. Este el grado que tienen la mayoría de los presos de ETA.

El segundo grado es el ordinario, en el que se encuentra la mayor parte de la población reclusa. Estos presos pueden compartir zonas comunes con otros y obtener algún permiso de salida puntual.

El tercer grado —que acaba de obtener Rato— es uno de los que otorga mayor libertad. Se le conoce popularmente como semilibertad y se caracteriza por la ausencia de controles rígidos. Este régimen se basa en la confianza por parte de la administración penitenciaria.

Habitualmente, los presos en tercer grado tienen que pasar ocho horas al día en la cárcel, pero el resto del día pueden salir para ir a trabajar o hacer actividades familiares. Solo acuden al centro penitenciario para dormir.

Si un preso acepta que se controle su presencia mediante un dispositivo telemático (una pulsera en el tobillo) no tendrá que acudir a dormir a la cárcel. Este es el caso de Rato.

Antiguamente se conocía a la libertad condicional como el cuarto grado, aunque ahora es prácticamente una suspensión de la condena.

Un juez decide el cambio de régimen

Los cambios de régimen penitenciario los decide un juez. En el caso de Rato, ha sido el magistrado José Luis Castro. Este tiene que tomar la decisión tras leer el informe de la junta de tratamiento penitenciario, un equipo que cuenta con psicológos y médicos que evalúa si el reo se merece la progresión.

Esta junta tiene en cuenta varios criterios a la hora de elaborar el informe. En primer lugar, se evalúan las circunstancias personales del preso, por ejemplo, la familia, el trabajo, el tipo de delito, etc. En el caso de Rato ha sido determinante su absolución en el juicio por la salida a Bolsa de Bankia.

El tercer grado no se concede a todo el mundo. “Se aplicará a los internos que, por sus circunstancias personales y penitenciarias, estén capacitados para llevar a cabo un régimen de vida en semilibertad”, asegura el real decreto 190/1996, que establece el reglamento penitenciario.

Este régimen se suele conceder habitualmente a los presos que se encuentran gravemente enfermos, para que cumplan el resto de la condena en su casa.

Normalmente, los presos tienen que cumplir una parte de la pena en la cárcel para poder solicitar el paso al tercer grado. Si se trata de penas superiores a los 5 años, se suele pedir que el reo haya cumplido la mitad del tiempo.

En el caso de Rato, la pena impuesta por las tarjetas black fue inferior: cuatro años y medio. El expresidente de Bankia cumplió más de un cuarto de su condena a finales del pasado año.