Lydia Valentín: "¿Víctima yo? No, más víctimas son las que tienen que doparse para ir a los Juegos"

Lydia Valentín: "¿Víctima yo? No, más víctimas son las que tienen que doparse para ir a los Juegos"

La haltera, triple medallista olímpica y uno de los iconos del deporte español, presenta sus memorias 'El peso de la gloria', con la promesa de quitarse la mala espina de Tokio 2020.

Lydia —dice que la -i inicial únicamente aparece en su DNI— Valentín nos cita en la sede del Comité Olímpico Español, que es tanto como decir que nos abre su casa. Aquí ganó, años después de competir, dos de las tres medallas olímpicas que adornan su interminable palmarés. Síntoma de que algo falla en su deporte, la halterofilia, que Juegos tras Juegos consiente un dopaje que puede costarle hasta su propio futuro. Y en esta casa, cuenta la haltera, recibió el apoyo que necesitaba en los momentos de incertidumbre pasada y reciente.

Revisar las clasificaciones olímpicas en halterofilia es observar un reguero de asteriscos. Uno por cada deportista descalificado por dopaje, muchos procedentes de Rusia y sus exrepúblicas. La que no aparece manchada es Lydia Valentín (Ponferrada, León, 1985). Lleva a gala ser “abanderada del deporte limpio, que es el único que existe”, y rechaza la etiqueta de víctima del dopaje, pese a que las trampas de sus rivales le quitaron el momentazo de un oro (Londres 2012) y de una plata (Pekín 2008) ganados limpiamente sobre la tarima.

Superado “lo de Tokio”, donde nada salió como debería haber salido, presenta libro. 2022 es año post-olímpico, el único del ciclo en el que los deportistas pueden permitirse ciertos respiros. Sus memorias se titulan El peso de la gloria (Ed. HarperCollins), y, como ella misma, van más allá de los lugares comunes que suelen presidir la comunicación de un atleta.

“Yo me muestro como soy”, cuenta a El HuffPost. Sentada al lado de un enorme anagrama con los aros olímpicos, como los que asoman en su cuello en forma de colgante, habla del futuro. Mira a París 2024 con ganas de revancha y “lo dejamos ahí”, comenta entre risas.

Tu libro no empieza hablando de gloria, como reza el título, sino de dolor. ¿Ha dejado de ser tabú que los deportistas no sois superhéroes incapaces de sentir dolor o miedo?

El libro empieza con dolor, sí, con una lesión de antes de los Juegos de Rio 2016 y básicamente supone exponer mi verdad. En el deporte de alto rendimiento suceden estas cosas, estamos al límite físico y mental y creo que la gente si quiere conocer al personaje tiene que ver la realidad. El deporte es así, hay pódiums, hay alegrías, pero también un peaje que pagar bastante grande.

En el fondo me siento afortunada de que alguien ha dicho que soy la verdadera campeona y que puedo estar tranquila porque nadie va a venir a reclamarme nada
Lydia Valentín, sobre la entrega de medallas años después por dopaje de sus rivales

Cuando te quedas sola, ¿cómo ahuyentas los ‘demonios’ que todo deportista tiene sobre el miedo, el dolor, la duda...?

Cada uno lo trabajará de manera diferente. Yo en mi caso lo trabajo en un plano mental, físico y técnico. En ese momento tienes que estar super enfocada y centrada en el objetivo. Igual que entrenas tu físico tienes que entrenar tu mente para tener claridad mental y que no venga ningún ‘demonio’, esas dudas que están ahí. Esa forma de pensar sabiendo centrarte en lo importante diferencia a la élite del resto.

Defiendes en tu libro que el deportista de alto rendimiento debe ser tratado y atendido en función de su capacidad. ¿Cómo afrontas ese momento en el que tu coach te dice ‘Lydia, no eres una más, eres la mejor’?

¡Guau! Cuando me lo dijo yo ya me notaba diferente al resto. Ves que no piensas igual que los demás, que vas más allá, pero que te lo digan desde fuera te da alas y te potencia para que tú te lo creas. Te hace decirte ‘voy a empoderarme mas’.

  Lydia Valentín, en la presentación de su libroSERGI GONZÁLEZ

En estas memorias y también fuera, tu manera de expresarte va más allá de lo habitual en un deportista. ¿Te sientes un icono fuera de la competición por tu manera de ver el deporte?

Yo me muestro como soy, tanto en el día a día como al plasmar mi historia. Busco que sea ‘muy yo’. Cuando eres natural y fiel a ti mismo las cosas salen mucho mejor, más allá de que me vea como un icono.

Después de la experiencia de Tokio, de todos los problemas ocurridos, ¿estás pensando en París 2024?

Cuando terminó Tokio acabé rara. Por sensaciones, la lesión, la subida de peso en la categoría, competir en una ‘tanda B’ y no la ‘A’ con las favoritas, estaba desubicada, como que no me creía lo que estaba aconteciendo. Y me dije que quería estar en unos Juegos más, en mi peso, en una ‘tanda A’ y competir como soy yo.

Aquel fue un tiempo de meditar qué había pasado y ahora mismo mi objetivo es recuperarme al 100% de mi lesión de cadera, que aún necesito tiempo. Pero sí, pienso en París 2024, aunque más a largo plazo, aunque un año y pico no es tan largo plazo. No me marco plazos porque será lo que quiera mi cuerpo. Adelantar procesos supone luego volver hacia atrás y no quiero recaídas, quiero estar, cuando esté, al 200%, como soy yo.

Tienes tres medallas olímpicas pero solo una foto en el podio. ¿A qué sabe un oro siete años después, qué sensación te queda?

Que te lo den siete años después no es lo mismo, claro. El podio, el himno, la vuelta a casa con tu gente... pero también podría no haberse destapado nunca el dopaje. En el fondo me siento afortunada de que alguien ha dicho que soy la verdadera campeona y que puedo estar tranquila porque nadie va a venir a reclamarme nada.

Cuando eres natural y fiel a ti mismo las cosas salen mucho mejor, más allá de que me vea como un icono

En tu libro comentas que ya sospechabas que algunas rivales iban a dar positivo y finalmente lo dieron. ¿Cómo es competir en esas condiciones?

Obviamente, esto no va de ser adivino, es que en algunos casos esas competidoras ya habían ‘pitado’. En Londres la supuesta campeona había dado positivo como rusa y volvió como haltera de Kazajistán tras su sanción. Rusia y otras potencias sabes que cada x tiempo dan positivo porque hay dopaje de Estado. En la halterofilia hay dos tipos, la química y la ‘normal’, que la prácticamos unos cuantos, pero sí sí es más complicado acceder medallas .

Eres una abanderada del deporte limpio. ¿Te consideras también una víctima del deporte tramposo?

Me quedo con lo de abanderada del deporte limpio, el único que existe, porque lo otro no es deporte, es engaño o fraude, no más. En cambio, no me considero víctima de nada, posiblemente ellas sean más víctimas, que se tienen que dopar para ir a unos Juegos.

  Lydia Valentín, ante el particular mural de medallistas españoles en la sede del COESERGI GONZÁLEZ

En Tokio 2020 se habló mucho de halterofilia la participación de la haltera trans Laurel Hubbard generó mucha controversia. ¿Lo consideras un paso más en la inclusión del colectivo trans o puede desvirtuar la competición?

Quien tiene que tener una respuesta no soy yo, es el olimpismo internacional, según las normas que marquen. Si le dejan competir estupendo; si no, también. A mí no me afecta directamente y no me quiero posicionar sobre el tema.

¿La sucesión de escándalos de dopaje sistematizados va a acabar echando a la halterofilia de los Juegos? El COI ya lo sopesa.

Pues no lo sé. No lo sé. Pero es como todo, hay unas normas. Si las cumples, estupendo; si no las cumples, te arriesgas a que pasen cosas.

Cuando pase París 2024 y cuelgues ‘la barra’, ¿te ves en un despacho deportivo o ligada directamente con el deporte?

Aviso, en Los Angeles 2028 conmigo no contéis para competir (risas). El futuro en un despacho no, no me pega nada. Vinculada al mundo deportivo siempre. Me moriré practicando deporte. Hombre, no puedes decir ‘nunca, jamás’, pero en un despacho no me veo.

¿Y por ejemplo, teniendo un futuro papel aquí donde estamos, en el Comité Olímpico Español?

(Risas). Esta es la casa del deporte. Aquí me dieron dos medallas olímpicas, tenemos un magnífico presidente [Alejandro Blanco] y es que esto no es un despacho, es otro rollo. Aquí se respira deporte y... lo dejamos ahí (risas).

  Lydia Valentín charla con 'El HuffPost' en la sede del COESERGI GONZÁLEZ
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Miguel Fernández Molina (Sabiote, Jaén, 1987) es periodista licenciado por la UCM. Trabajó ocho años en el medio digital 'Mundotoro' antes de llegar a 'El HuffPost', donde ejerce de responsable de cierre y escribe sobre deporte, internacional y política, entre otros campos. Puedes contactar con él en miguel.fernandez@huffpost.es