La bailarina que cambió los escenarios por el activismo ambiental
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La bailarina que cambió los escenarios por el activismo ambiental

La estrella de la danza Sylvie Guillem dedica su vida al activismo desde que se retiró en diciembre de 2015.

Fue la bailarina más joven en convertirse en étoile —la máxima distinción— del ballet de la Ópera de Paris con tan solo 19 años, después de que Rudolf Nureyev se quedase impactado con su talento. A partir de ahí la carrera de Sylvie Guillem fue imparable y su influencia en el mundo de la danza perdura hasta la actualidad. La bailarina francesa, que cambió el físico que se consideraba ideal en ese momento, fue musa de algunos de los coreógrafos más importantes del siglo XX como William Forsythe, que creó junto a ella In the middle, Somewhat Elevateduna de las piezas más influyentes y rompedoras de los últimos treinta años.

  Guillem con su compañero Laurent Hilaire durante un ensayo en 1992Getty Images

Se ganó el apodo de 'Mademoiselle Non' por expresar sus opiniones y por su rebeldía que quedó patente cuando dejó la Ópera de Paris para bailar con libertad en el Royal Ballet de Londres. "Mi ambición, o como lo quieras llamar, era aprender y disfrutar con lo que hacía. Si no lo podía tener allí, lo encontraría en otro lugar", decía a The New York Times en una entrevista poco antes de retirarse el 31 de diciembre de 2015. Después de colgar las zapatillas en Tokyo, Guillem lucha por la causa ambiental, los derechos de los animales y está vinculada a la asociación Sea Shepherd, que trabaja para la conservación de los océanos y su biodiversidad.

Su relación con la institución comenzó ya antes de bajarse de los escenarios, después de ver un documental sobre las campañas de la asociación en 2011. Esto la llevó a dejar de consumir pescado y posteriormente a hacerse vegetariana y vegana. En más de una ocasión aprovechó sus actuaciones para denunciar los problemas en los océanos, desde contaminación hasta agresivas prácticas pesqueras. Buena muestra de ello fue cuando actúo en el Palacio de la Ópera de Sidney con su producción 6.000 miles y, además de colocar un stand con información sobre Sea Shepherd en la entrada del teatro, dejó un folleto en cada asiento para los espectadores.

"No puedo cambiar la mentalidad de todo el mundo. Me encantaría, pero no puedo. Pero si convenzo a una sola persona, no será la única. Será alguien que puede convencer a otro. Una gota de agua no puede apagar un fuego. Pero una gota de agua, y luego otra, y otra. Al final tienes lluvia, y la lluvia puede apagar el fuego".

Guillem, idolatrada en Japón, visitó las zonas afectadas por el tsunami de 2011 y es una habitual en protestas ambientales como la celebrada ante la embajada de Dinamarca en Londres en julio de 2015 para manifestarse en contra la caza agresiva de cetáceos en las Islas Feroe. Cuando se le pregunta si la causa ambiental y los derechos de los animales es su nueva pasión, equiparable a la danza, responde que por ahora no. "Es una reacción visceral hacia un tema que es injusto", decía en una entrevista con la revista AnOther. "Es urgente. Si los océanos mueren, nosotros también", continuaba Guillem.

Esta estrella de la danza también apoya firmemente la labor de la asociación Kokopelli, una organización sin ánimo de lucro que lucha por garantizar la biodiversidad alimentaria y potenciar una agricultura sostenible libre de químicos. Sylvie Guillem dejó una huella imborrable en la danza del siglo XX, cuando todas querían ser como ella. Ahora pretende seguir marcando tendencia por una buena causa.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España, esa sección en la que intentamos contar el lado hedonista de la vida sin dejar de lado otras realidades.

  

Sobre qué temas escribo

Como redactora de LIFE, escribo sobre temas de cultura, moda, belleza o estilo de vida. También he abordado temas de medioambiente, feminismo o sociales, pero donde más cómoda me encuentro es explorando la relación de la moda con otras disciplinas culturales o su impacto social, y sobre todo lo que tenga que ver con el cuidado de la piel.

 

Siempre desde una perspectiva cercana, he tratado cuestiones como la estrategia del Museo del Prado para triunfar a través de sus redes sociales, explicado cómo Melania Trump utilizó su armario como arma política o desmentido bulos relacionados con la protección solar. Es probable que el 80% de los temas que he publicado se hayan escrito mientras sonaban Beyoncé, Oasis y Arctic Monkeys. Además, también me encargo de preparar el boletín de LIFE que enviamos cada sábado intentando resumir la actualidad de la semana.

 

Mi trayectoria

Nací en Vigo en 1992 y desde que tengo uso de razón siempre quise ser periodista. La única excepción fue la época en la que tuve fantasías con ser pintora, pero descarté rápido la idea cuando mis padres me anotaron a clases y me di cuenta de que no era lo mío. Estudié Periodismo en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), donde me gradué en 2014 después de pasar un año en Roma que me hizo apreciar todavía más la cultura italiana. Dejé Galicia para mudarme a Madrid en 2015 y cursar el Máster de Periodismo Cultural en la Universidad San Pablo Ceu. Aprendí en Radio Galega y en Pentación Espectáculos, donde descubrí lo que hay detrás de producciones de teatro y de grandes eventos como el Festival de Mérida. Colaboré puntualmente con Guía Repsol o la revista L'Officiel y llegué a El HuffPost en 2016, donde empecé compaginando mi trabajo como redactora de Branded Content con temas para la sección de tendencias, que terminó convirtiéndose en LIFE, donde actualmente soy una de las redactoras. Fui finalista en los Premios Ecovidrio de 2017.

 


 

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