La ciencia y el futuro son también cosa de chicas
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La ciencia y el futuro son también cosa de chicas

Nuestras niñas pueden y quieren aspirar a conquistar lo imposible, a explorar las fronteras del conocimiento para dar respuesta a los anhelos y desafíos de la Humanidad.

La ministra Diana Morant conversa con Pilar Navarro, coordinadora del grupo de investigación en Mecanismos Moleculares de la tumorigénesis del Instituto Hospital del Mar, durante el reciente Día del CáncerEuropa Press News via Getty Images

6.500 mujeres se han incorporado en España al mercado de trabajo de la I+D desde que comenzó la pandemia hasta hoy. Nuestro país cuenta actualmente con casi un 15% más de investigadoras que en 2020, frente a un incremento de un 9% de hombres en el ámbito científico. El mundo entero, amenazado por un virus, por el cambio climático o por el envejecimiento de la población, requiere de la ciencia para salvarse y progresar. Y nuestras científicas han estado en primera línea, respondiendo a la llamada.

Este es un dato positivo para la reflexión en el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, cuando el planeta reivindica alto y claro la necesidad de más mujeres científicas. Hoy estamos diseñando el mañana, un futuro más próspero y más amable con las personas y el medio ambiente, a través de un esfuerzo colectivo arraigado en la investigación, la innovación y las tecnologías, espacios donde las mujeres todavía no participan, influyen ni lideran de forma plena y equitativa. Por justicia y conveniencia, necesitamos sumar la mirada y el talento de la mitad de la población, de las mujeres, pues solo así conseguiremos una transformación efectiva y justa que nos conduzca a un futuro mejor. Para aprovechar todo el talento de las mujeres, el más desperdiciado del mundo durante toda la Historia, hemos de formularnos las preguntas correctas y darles respuesta con soluciones reales que derriben los corsés, muros y techos de cristal que lastran su camino, también en el sistema científico, tecnológico e innovador español.

El primer interrogante que hemos de contestarnos es por qué las niñas no escogen carreras STEM (ciencia, tecnologías, ingenierías y matemáticas), campos en los que solo se ven trabajando un 13% de las estudiantes de 15 años en España. Posteriormente, solo un 25% de mujeres acaban cursando carreras de ingenierías y arquitectura y un 12,9%, de Informática.

Para aprovechar todo el talento de las mujeres, el más desperdiciado del mundo durante toda la Historia, hemos de formularnos las preguntas correctas y darles respuesta con soluciones reales que derriben los corsés, muros y techos de cristal que lastran su camino

En mi caso, fui parte de esa minoría; decidí ser ingeniera en Telecomunicaciones por rebeldía, por romper los moldes que encorsetaban los sueños de las niñas, que parecíamos destinadas exclusivamente a “las letras”. Recuerdo que en casa era mi padre el encargado de arreglar los aparatos electrónicos, que mi madre temía estropear al pasar el polvo. Eran los ochenta y, sin pretenderlo ni decirlo, ya interiorizábamos que la tecnología no era cosa de chicas. Hoy, décadas después, el cliché sigue vivo. Como confirman distintos estudios, las niñas se consideran trabajadoras pero no brillantes en ciencias, a pesar de obtener mejores notas que sus compañeros en estas materias. Combatir esos estereotipos de género, que minan su autoestima y limitan sus oportunidades de adentrarse en las profesiones de mayor calidad del futuro, es una de las misiones del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Para ello, a través de la divulgación constante, ofrecemos espejos donde mirarse a nuestras niñas y jóvenes y hacemos visible lo invisible: a las mujeres de la ciencia, las pioneras y las silenciadas de ayer, que solo representan el 7,5% de las referencias en los libros de secundaria, y a las mujeres inspiradoras de hoy, que con sus hallazgos y desarrollos contribuyen a mejorar el mundo y que reunimos también en nuestra plataforma web “Científicas e Innovadoras”.

Fui parte de esa minoría; decidí ser ingeniera en Telecomunicaciones por rebeldía, por romper los moldes que encorsetaban los sueños de las niñas, que parecíamos destinadas exclusivamente a “las letras”

Nuestras niñas también pueden y quieren aspirar a conquistar lo imposible, a explorar las fronteras del conocimiento para dar respuesta a los anhelos y desafíos de la Humanidad. Como lo hacen hoy, por ejemplo, Elena de la Luna y Emilia Solano, investigadoras españolas que participan en uno de los proyectos internacionales más relevantes para desarrollar la energía limpia e inagotable del futuro, la energía de fusión, la que se produce dentro de las estrellas. Para mostrar la fascinante huella de mujeres como ellas y seguir despertando las vocaciones científico-técnicas en las niñas, nuestro ministerio ha reforzado su compromiso con la “Alianza STEAM por el talento femenino”, iniciativa pionera impulsada por el Ministerio de Educación y Formación Profesional y que reúne a más de 100 entidades.

La segunda pregunta que hemos de plantearnos es por qué las mujeres van abandonando paulatinamente la carrera investigadora y muy pocas llegan a la cima. Esta es la situación que viven ellas en el sistema de la I+D+I español, que radiografiamos con precisión desde nuestra Unidad Mujer y Ciencia. En España, a pesar de que hay más mujeres que hombres con un doctorado (un 53%, cifra que supera la media europea), el porcentaje de rectoras, directoras de centros de investigación y catedráticas no alcanza ni un 25%. Además, las investigadoras españolas lideran solo un 20% de las publicaciones científicas, según indica un reciente informe de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología. Los motivos por los que las científicas no avanzan al mismo ritmo que sus compañeros son diversos y relacionados con entornos laborales sexistas o dificultades para la conciliación de la vida familiar con una carrera en investigación que cuenta con dificultades propias como la competitividad, la inestabilidad, la movilidad o las altas exigencias de dedicación. Margarita Salas, tal vez la científica española más representativa del siglo XX, pronosticaba: “La mujer acabará ocupando el lugar que le corresponde si, por ejemplo, compartimos más las cargas familiares.” Frenar estas inercias históricas que nos siguen lastrando y cerrar todas esas brechas de género es una labor compartida que nos atañe a todas y a todos.

El tercer interrogante está relacionado con la ciencia tuerta, la que ignora las necesidades y características específicas de las mujeres. Debemos garantizar una ciencia e innovación cuyos resultados beneficien a hombres y mujeres por igual. Hoy solo el 23% de los proyectos que se presentan a convocatorias I+D introducen la perspectiva de género. Por eso, nuestro Gobierno ha incorporado la perspectiva de género a sus instrumentos de planificación científica.

Por parte del ministerio, trabajamos día a día por revertir la desigualdad visibilizando, educando y legislando para despertar consciencias y modernizar y modificar modelos organizacionales, culturales y sociales. Pasamos a la acción con iniciativas potentes, como las ayudas NEOTEC para las mujeres que lideren un proyecto de empresa tecnológica, o un nuevo programa de mentorazgo con perspectiva de género para acompañar a las jóvenes investigadoras durante su trayectoria. También blindaremos sus derechos y fomentaremos nuevos avances a través de la reforma de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación que, por primera vez en la historia de España, dará garantía jurídica al impulso de la igualdad de género en el sistema de la I+D+I con medidas transformadoras de obligado cumplimiento. Por ley, los centros de investigación deberán tener, cumplir y evaluar planes de igualdad de género y protocolos contra el acoso sexual. Por ley, deberán garantizar también la igualdad de oportunidades en los procesos de selección y evaluación para las personas con permisos relacionados con la conciliación y los cuidados. Y también la nueva ley será un instrumento esencial para acabar con la precariedad laboral y hacer posible que hombres y mujeres puedan desarrollar un proyecto de vida atractivo y estable en torno a la I+D+I en España.

Aunque queda mucho espacio de mejora, paso a paso estamos consiguiendo avanzar hacia una igualdad real y podemos afirmar que, como constatan estudios internacionales, hoy España es uno de los diez mejores países del mundo para vivir y trabajar siendo mujer, y el sexto a la cabeza en igualdad de género real en la Unión Europea. Ver el vaso medio lleno o medio vacío es opcional, pero no mirarlo y no actuar no es una alternativa. Por eso, desde el Ministerio de Ciencia e Innovación, seguiremos trabajando intensamente como si cada día fuera 11 de febrero.

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Ministra de Ciencia e Innovación