Las estampas paralelas del abandono de Kabul y Saigón que Biden se negaba a admitir

Las estampas paralelas del abandono de Kabul y Saigón que Biden se negaba a admitir

Washington defiende que ahora todo es más seguro y ordenado que en 1975, pero hay algo igual: el abandono de la población civil y la desesperación de los que huyen.

Un helicóptero norteamericano que se aproxima a una terraza para rescatar a personal patrio en una ciudad de un estado asiático, de donde sale con el rabo entre las piernas. Pasó en 1975 en Saigón (Vietnam) y ha pasado en 2021 en Kabul (Afganistán). Es imposible no hacer paralelismos entre una huida y la otra. Dice EEUU que no es lo mismo pero, con todos los matices, la estampa de derrota, la ignominia, es idéntica.

Tras 20 años de intervención norteamericana, el movimiento talibán marchó el domingo por la mañana sobre Kabul, capital de Afganistán, mientras Estados Unidos evacuaba desesperadamente a su personal diplomático y aceleraba el rescate y relocalización de los afganos que habían contribuido con loa militares norteamericanos. En el complejo de la embajada de Estados Unidos en Kabul, el aterrizaje y despegue de helicópteros empezó el domingo antes del amanecer, y también se observó la salida de hileras de vehículos blindados.

Del techo de la embajada salía una columna de humo negro: eran los diplomáticos norteamericanos quemando documentos para impedir que cayeran en manos de los talibanes, dijeron de forma reservada varios oficiales militares a agencias como AP y Reuters.

El presidente Joe Biden negó en julio que existan paralelismos con Saigón –“ninguno en absoluto”, dijo– , hasta el punto de que afirmó: “No se va a dar la circunstancia en que se vea a gente en el tejado de la embajada en Afganistán”. “Puedo estar equivocado, no podemos predecir el futuro, pero no veo a Saigón 1975 en Afganistán”, agregó dos días después el jefe de Estado Mayor, el general Mark Milley. “Los talibanes no son el ejército de Vietnam del Norte”, agregó con desdén.

Los acontecimientos de las últimas semanas le han quitado la razón: anunció la retirada total de tropas para el 31 de agosto y los talibanes, que controlan buena parte del territorio, han lanzado una ofensiva más rápida y fuerte de lo esperado y ahora dominan ciudades como Herat o Kandhar y, al fin, Kabul.

Interrogado el jueves, machaconamente, sobre la nueva misión militar estadounidense en Kabul, John Kirby, el portavoz del Pentágono, se negó a calificar el despliegue de “operación de evacuación de no combatientes”, conocida como NOE en la jerga militar. También indicó que este operativo no tenía nombre y evitó hablar de evacuaciones. Justo la misión “NOE” más famosa fue la Operación Frequent Wind, durante la cual más de 7.000 civiles vietnamitas fueron evacuados de Saigón el 29 y 30 de abril de 1975 en helicóptero.

“No estamos abandonando a las fuerzas afganas. No estamos eliminando completamente nuestra presencia diplomática en el terreno”, respondió Kirby, ante la insistencia de la prensa. “Nadie está abandonando Afganistán”, decía.

El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, insistió ayer en que la situación actual con la de hace 45 años sólo se asemejan en ese rescate. La de Afganistán, dice, es una marcha “ordenada y segura”. No obstante, al igual que otros cargos políticos y mandos militares de EEUU, admitió que ni el Gobierno ni el Pentágono eran conscientes de que las fuerzas de seguridad afganas serían incapaces de defender su territorio de manera tan flagrante. “Ha sucedido más rápido de lo que anticipamos”, reconoce.

Para ellos quizá esté siendo un proceso menos desesperado, pero no para los civiles a los que, igual que entonces, se deja desamparados: ahí están las imágenes de soldados norteamericanos disparando a la masa que se arremolina en el aeropuerto, donde ya no hay vuelos comerciales sino diplomáticos y defensivos, o las riadas de afganos que trata de agarrarse al tren de aterrizaje de los aviones USA para escapar.

  Un helicóptero norteamericano acude a evacuar a empleados de EEUU en un edificio de viviendas de Saigón, en 1975. Bettmann via Getty Images
  Marines evacuando a civiles de EEUU en la base de Tan Son Nhut, por la caída de Saigón de 1975.Dirck Halstead via Getty Images

La patata caliente de Ford

“Para el presidente Biden, que confiaba en una retirada ordenada de Afganistán, el caos de Kabul acarrea ecos de Saigón en 1975, precisamente lo que quería evitar”, escribe, aunque no guste, David Ignatius en The Washington Post. El presidente Gerald Ford fue quien, el 28 de abril de 1975, dio el paso de evacuar Saigón. Más de 80 helicópteros, cada uno con capacidad para 50 personas, trasladaron a norteamericanos y vietnamitas a la seguridad de los barcos de la Marina de Estados Unidos que esperaban en el Mar de la China Meridional. Cada 10 minutos, un nuevo helicóptero aterrizaba en la playa de estacionamiento de la embajada o en el atestado aeropuerto para cargar a un nuevo contingente.

De aquella ocasión, quedan las imágenes de miles de civiles que trepaban por las paredes de la embajada, con la esperanza de subirse a algunos de esos helicópteros, mientras el personal consular tramitaba visas a destajo en el momento. Días después, los refugiados seguían acercándose a la flota estadounidense en barcos y a bordo de helicópteros de Vietnam del Sur. Eran tantos los helicópteros survietnamitas que aterrizaban sobre los barcos norteamericanos, que muchos tuvieron que ser arrojados al mar para dejar espacio a los que seguían llegando.

Cómo están las cosas

Estados Unidos ya ha culminado el traslado al aeropuerto de Kabul de todo el personal de su embajada estadounidense en Afganistán, horas después de iniciar una evacuación aérea para que su gente saliese de zonas seguras sin pisar más las calles de la capital afgana. Para llevar a cabo esta evacuación, el Pentágono desplegará 3.000 soldados en el aeropuerto internacional de la capital afgana. Otros mil serán enviados a Qatar para apoyo técnico y logístico, mientras que entre 3.500 y 4.000 serán ubicados en Kuwait para hacer frente a un posible deterioro de la situación.

A última hora del domingo en Washington, y cuando ya se acercaban las 6:00 de la mañana del lunes en Kabul, el Departamento de Estado confirmó que había “completado” el proceso para transportar al aeropuerto a los aproximadamente 4.000 empleados de su legación. La bandera estadounidense fue retirada del complejo de la embajada estadounidense y trasladada junto al personal a un “lugar seguro”, y el encargado de negocios en el país, Ross Wilson, también se encuentra en el aeropuerto, explicó a Efe una fuente del Departamento de Estado. Inicialmente, se dijo que Wilson se quedaría en Afganistán con unos pocos asesores, una “presencia diplomática mínima”, pero aún no se sabe si finalmente la dejará.

Ford liquidó el cierre en falso de la guerra con un comunicado a la altura del fiasco previo: “Con esta acción se cierra un capítulo de la experiencia de Estados Unidos. Les pido a todos los estadounidenses que estén más unidos que nunca, que eviten las recriminaciones sobre el pasado, que miremos hacia adelante, hacia los muchos objetivos que compartimos, y que trabajemos juntos en las grandes tareas que nos quedan por cumplir”.

Está por ver qué palabras usa Biden para justificar el suyo.