Perro caminando y corriendo por la hierba.K_Thalhofer via Getty Images/iStockphoto
Para purgarse, para quitarse los parásitos, porque quieren vomitar o directamente porque es una conducta propia de los lobos. Esas son algunas de las teorías que han tratado de responder a por qué los canes comen hierba cuando van al parque.
Lo cierto es que no hay una teoría que respalde esta conducta que se repite, según un estudio publicado en 2008 en la revista Applied Animal Behaviour Science, en cerca del 80% de los perros.
“Algunos etólogos apuntan a que es un comportamiento heredado de los lobos, cuya base alimentaria es la carne, todo proteína, y como mucho adquieren vegetales y fibras a raíz de las vísceras de los animales herbívoros que cazan. Pero a día de hoy esa causa no está demostrada porque los perros toman piensos que están equilibrados en todos estos nutrientes”, detalla.
La especialista niega también que se deba a que traten de purgarse o desparasitarse. “No tiene sentido porque hoy en día están todos desparasitados”, explica.
Capataz recuerda que los animales tampoco utilizan la hierba para provocarse el vómito, pero sí que hay indicios de que podría estar relacionado con alguna patología intestinal o estomacal. “No tiene que ser necesariamente grave. Puede ser una gastritis. Un perro que tiene gastritis o un malestar estomacal y se alivia comiendo hierba, pero no porque quiera vomitar”, apunta. Tal y como señala la veterinaria, el hecho de que vomite no es voluntario, sino que se debe a que comiendo hierba se irrita más el estómago.
“No es porque ellos quieran purgarse sino porque tienen como un ardor de estómago que necesitan calmarlo con algo, solo que a ellos no les calma. Es como decidir tomarte una infusión para aliviarte que al final te provoca más vómitos, pero no es porque ellos quieran”, explica.
Perros comiendo hierba.GIPHY
A pesar de que el vínculo entre dolencia estomacal y comer hierba es claro, no siempre es fácil de percibir. “De casi el 70% de perros que comen hierba, menos del 10% de ellos se les ha observado previamente que estén enfermos o con malestar. Pero sí que es verdad que en torno a un 20% solían vomitar después”, detalla.
Para la especialista, esto se debe a que muchas patologías estomacales no tienen una sintomatología clara. “Si no tiene algo como vómitos recurrentes, diarreas o una gran pérdida de peso, los dueños no se dan cuenta, y puede tener una gastritis crónica”, apunta.
En algunos casos sí que puede presentar una patología grave. Capataz recuerda el caso del síndrome de pica, asociado en algunos casos a la diabetes, por la que los animales comen de todo. “En estos casos no sería solo hierba, pueden comer plástico, la cal de la pared... Todo fuera de lo que entendemos como normal”, señala.
Como demuestran los datos, la mayoría de los perros come hierba. Sin embargo, siempre hay que tener un ojo por si alguna vez el animal quiere comer en algún lugar poco adecuado o que pueda tener productos dañinos.
“Hay que tener cierto cuidado con dónde comen, especialmente si la zona ha sido tratada con algún producto”, explica Capataz, quien recuerda que hubo una oleada de perros con problemas al inicio de la pandemia. “Tuvimos muchos casos al inicio de la pandemia cuando se iba desinfectando todo con camiones, al principio no caímos pero era por eso”, señala.
La especialista también recuerda que hay que tener especial cuidado donde hay plaguicidas para moluscos o raticidas, como en las huertas, donde se usan para contener a los roedores y los caracoles. “Un pesticida que hay césped podría provocar una gastritis, más o menos aguda, o una diarrea, pero con otro tipo de ‘cidas’ hay consecuencias más graves como la muerte del animal”, explica.
También hay que estar atentos a la conducta del animal, si lo hace de forrma compulsiva o con una frecuencia superior a lo normal, como puede ser una vez al mes o cada dos o tres meses. “Hay que dejarlo cuando es un terreno que conoce, que cuando lo come no vomita. También hay que ver que no lo haga de forma compulsiva, que se pasen media hora comiendo. En estos casos habría que sacar algo en el paseo algo que les atraiga: un juguete o algo de comida”, detalla.
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En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla. Aunque no siempre haya relación con la industria cultural, también he cubierto temas relacionados con el Feminismo y el colectivo LGTBIQ+.
He podido contar en primera persona con supervivientes del “Stonewall español” que es el Pasaje Begoña, denunciar la situación que viven los menores trans o hablar sobre qué significa la manosfera antes de que llegara a Netflix ‘Adolescencia’.
Mi trayectoria
Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.