La cara de Mark Zuckerberg y otros guiños del videoclip de 'Ay, mamá' de Rigoberta Bandini

La cara de Mark Zuckerberg y otros guiños del videoclip de 'Ay, mamá' de Rigoberta Bandini

La catalana ha repasado la representación de los pechos a lo largo de la historia y ha hecho una crítica a la censura en redes sociales.

Rigoberta Bandini en el videoclip de 'Ay, mamá'.YouTube

No había día más apropiado que el Día de la madre para que Rigoberta Bandini estrenase el videoclip de su tema Ay, mamá. La catalana, que era una de las favoritas para ganar el Benidorm Fest, ha hecho de su canción un himno a la maternidad y a la liberación de los pechos femeninos.

El éxito que había cosechado Bandini —que logró en Spotify casi 8 millones de reproducciones apenas una semana después del festival— se ha repetido con el clip del tema, que ha sido calificado como “obra de arte” por muchos seguidores.

En él hay guiños y referencias de todo tipo, desde los pechos de las mujeres en la historia del arte —y no solo con el cuadro de Delacroix—, a la propia familia y referentes de Bandini a la censura a los pechos en redes sociales. Estos son algunos de ellos:

Paula Ribó empieza el videoclip sentada en el suelo componiendo la canción en una sala contigua a la que su hijo duerme. Cuando empieza el tema, desde un plano cenital se ven las imágenes y las ilustraciones que incluye. Entre ellas está una foto de su madre, fumando igual que ella. Mirándola a ella, a modo de dedicatoria, empieza la canción.

  Foto de la madre de Rigoberta Bandini en el videoclip de 'Ay, mamá'.YouTube

Sin embargo en el plano más amplio se ven otros referentes. La historiadora del arte Clara González destaca en un hilo de Twitter que incluya una ilustración de la diosa hinduista Durga, que se representa sobre un felino como “diosa madre del universo”.

También incluye la carta de La Emperatriz del Tarot de Marsella, que incluyó como portada del single en el momento de su lanzamiento. González destaca también una imagen del cuadro Betsabé con la carta de David, de Rembrandt, en la que además de mostrar los pechos femeninos se plasmaban algunos síntomas de lo que podía ser el cáncer de mama.

Tras esto, se abre una cúpula con numerosos cuadros femeninos con pechos que van desde Julio Romero de Torres y varias representaciones de La Virgen de la Leche. Todo iluminado por una luz como simbología del origen del mundo que recuerda a la apertura del Panteón de Agripa.

Tras esto, el videoclip continúa con distintas representaciones de la maternidad. Desde un punto de vista más sexual y primitivo con ella y las bailarinas desnudas embadurnadas en tierra —como también hace Rosalía en Hentai— como símbolo de la sexualidad.

De ahí pasa a una visión más futurista y distópica donde domina el blanco —color de la puerza y la virginidad— en la que ella y sus bailarinas se visten con unas túnicas blancas que metaforizan el himen, una representación que también se hace en uno de los cuadros de transición del vídeo, tal y como indica González.

Después de mostrar a varias madres con sus bebés, Rigoberta y las bailarinas se convierten en una especie de androide con tetas láser que recuerdan a Afrodita, novia de Mazinger Z. 

Un láser que sale desde la entrepierna de Bandini se convierte en el clásico icono feminista de la vulva representado con dos manos juntas.

  Fotograma del videoclip de 'Ay, mamá' de Rigoberta Bandini.YouTube

Ese túnel, como una especie de viaje del espermatozoide hacia el óvulo, acaba con una Rigoberta flotando en CGI como germen de la vida. De ahí pasa a la escena inicial, como si todo se hubiera tratado de un sueño y ella siguiera componiendo en el estudio.

Como colofón final una teta gigante, similar a la presentada en el Benidorm Fest, destruye con láser a una esfinge con la cara de Mark Zuckerberg y el símbolo de Meta como metáfora de la censura al pezón femenino en esta red social.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
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He podido contar en primera persona con supervivientes del “Stonewall español” que es el Pasaje Begoña, denunciar la situación que viven los menores trans o hablar sobre qué significa la manosfera antes de que llegara a Netflix ‘Adolescencia’.

 

Mi trayectoria

Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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