Sin noticias del 'efecto Sánchez'
El flamante y fotogénico líder del PSOE apenas lleva un mes en el cargo y, salvo una rueda de prensa, media docena de canutazos, una audiencia con el rey y una entrevista con Rajoy, su agenda está por rellenar y su proyecto por escribir.
Que los potenciales votantes del PSOE ven positiva su elección, sí; que la militancia ha recuperado parte de la ilusión perdida, también..., pero de ahí a hacer de la retirada de Rubalcaba y la llegada de Pedro Sánchez el bálsamo de Fierabrás, pues no. Cuenta la leyenda que cuando el rey Balán y su hijo Fierabrás conquistaron Roma, robaron dos barriles de restos del bálsamo con que fue embalsamado el cuerpo de Jesucristo, que tenía el poder de curar las heridas a quien lo bebía. Aceite, vino, sal y romero eran los ingredientes con los que Don Quijote compuso el remedio, que bendijo con 80 padrenuestros, 80 averiarías, 80 salves y 80 credos, antes de beberlo para curarse de una de sus numerosas palizas. El ingenioso hidalgo padeció de vómitos y sudores antes de la curación, que le llegó sólo después de un largo sueño. Pues eso: mucha náusea, mucho escalofrío y mucha siesta tendrá que pasar el PSOE antes de que el nuevo secretario general sitúe al PSOE en condiciones de recuperar el Gobierno.
Porque por más que se venda un nuevo PSOE, se interpreten favorablemente las encuestas, se lean los datos con los mejores ojos y se ponga todo el afecto que se quiera, si algo ha puesto de manifiesto el último trabajo de Metroscopia es que los socialistas, hasta el momento, siguen sin noticias del efecto Sánchez, igual que el alienígena convertido en el conde-duque de Olivares estuvo sin noticias de Gurb en la novela de Eduardo Mendoza. Aquel extraterrestre cambió de ideas y objetivos para adaptarse a la forma de vida del planeta y la socialdemocracia española tendrá que amoldarse a lo que hoy demandan los españoles, que son respuestas, proyectos claros y un relato que ilusione al deprimido ciudadano.
Nada de esto aún ha pasado. El flamante y fotogénico líder del PSOE apenas lleva un mes en el cargo y, salvo una rueda de prensa, media docena de canutazos, una audiencia con el rey y una entrevista con Rajoy, su agenda está por rellenar y su proyecto por escribir. Así que quien dé por sentado que ha habido un efecto Sánchez en el electorado, que repase encuestas anteriores porque, de momento, el PSOE está, en intención de voto, donde estaba con Rubalcaba: en el empate técnico, en el desgaste del bipartidismo y en una fidelidad de voto bajo mínimos. Es más, el primer mes de 2014, según Metroscopia, los socialistas tenían una ventaja de punto y medio sobre los populares (33,5 por ciento frente a 32 por ciento). Hoy, según la misma empresa, PP y PSOE estarían en empate técnico al superar el primero al segundo en unas décimas (32,3 por ciento frente a 31,7 por ciento). Pero, en febrero, el PSOE estaba por encima nueve décimas (31,7 frente a 30,8) y en marzo, medio punto (32 frente a 31,5).
Eso sí, la elección de Sánchez ha sido recibida por la militancia socialista con más optimismo que con el que se recibió la elección de Rubalcaba tras el Congreso Federal de febrero de 2012. Pero eso algo tendrá que ver con que afiliados y cargos quieran pasar ya la página de las luchas internas y con que nadie duda de que aquel cónclave se cerró en falso porque al día siguiente de que Rubalcaba fuera proclamado ya estaba siendo cuestionado por quienes perdieron en Sevilla. No es casualidad que durante dos años y medio se pidieran primarias un día sí y otro también y hoy los mayores defensores de este procedimiento, con el que el PSOE tiende más a partirse la cara que a hacer un ejemplar ejercicio de democracia interna, callen. La primera, Carme Chacón. Pero esto ya es materia para otro post. Y lo será.