El angustiado final de la fiera Guardia Suiza para salvar al papa del saqueo español
Es uno de los tantos capítulos heroicos en la historia de la Iglesia.

La historia está repleta de proezas, hitos y todo tipo de acontecimientos que han marcado por uno u otro motivo, los tiempos futuros. Una decisión distinta, una batalla no librada o un acontecimiento que hubiese variado el más mínimo aspecto, podría haber supuesto un cambio histórico a corto y largo plazo impredecible. ¿Quién sabe si un determinado evento de hace más de 400 años no se hubiese desarrollado de la manera exacta en la que lo hizo, podría haber supuesto un cambio total en la actualidad? Nunca lo sabremos.
Lo que sí sabemos es lo que sí ha ocurrido, y por tanto, toca explicar lo que se sabe, lo que se conoce y lo que se escribió en su día sobre dicho evento. En esta ocasión, les traemos una historia tan heroica como llamativa, que se desarrolló hace casi 500 años y que marcó un antes y un después en el corazón del catolicismo, del papado y de la historia de Europa.
Uno de los protagonistas es el papa Clemente VII, que ejerció el cargo de la máxima autoridad de la iglesia entre 1523 y 1534, año de su fallecimiento y que tuvo que enfrentar una ofensiva española debido a las fuertes desavenencias entre el papa y el emperador Carlos V.
El papa se hallaba en su capilla y tuvo que ser evacuado con urgencia instantes antes de que los saqueadores llegaran a la Basílica de San Pedro. Para lograrlo, el mayor número de efectivos posibles de la Guardia suiza tuvieron que formar un círculo para escoltar al pontífice.
Y su presencia continúa -de una manera muy diferente- en la Santa Sede, cuyo principal objetivo es escoltar y preservar la seguridad del papa. Sin embargo, a diferencia de hace siglos, actualmente tan solo la conforman 110 hombres. Todos ellos deben ser solteros, católicos y contar con la nacionalidad suiza, entre otras exigencias.
Regresando a la historia que antes abordábamos, hay que remontarse al Saqueo español de Roma, momento en el que los suizos escoltas del Papa Clemente VII defendieron de forma heroica la Basílica de San Pedro y así lograr que el papa pudiera huir de forma exitosa. Este fue un hecho verdaderamente importante, ya que en base a él se forjó la leyenda del ejército más pequeño del planeta.
Este logro adquirió tal envergadura si se tiene en cuenta que los fieros suizos eran mercenarios, y por lo general, estos miran antes por su vida que por los intereses de quien le contrata. Sin embargo, y para ser justos con ellos, hay que señalar que fue ya en el año 1386, con su victoria en Sempach, cuando se dieron a conocer al mundo y se ganaron el prestigio de indomables, bravos y eficientes.
A partir de ese momento, fueron demandados por casi todos los reinos europeos pese a ser 'simples' pastores, a quienes sus enemigos les llamaban "ordeña vacas" para desprestigiarlos. Pero no eran unos simples pastores, sino que además de eso, eran terriblemente buenos con las picas suizas (de más de 5 metros de largo) y armaduras en sus manos.
Además, según los escritos que han llegado a nuestros días, se destaca su total disposición siempre y cuando se le pagara lo que estaba acordado y estipulado. En caso contrario, no dudaban ni un instante en abandonar a su 'cliente'. De ahí la célebre frase "Point d’argent, point de suisses" ("sin dinero, no hay suizos"). De hecho, esto les jugaría una mala pasada en el futuro, ya que su total inflexibilidad a la hora de recibir los pagos les ocasionó algunos fracasos de gran calado.
De hecho, es importante recalcar que en el momento en que el Papa Clemente VII tuvo que dejar su vida en manos de la Guardia Suiza, su fama y éxito se encontraba ya en declive debido a varias batallas perdidas, aunque es cierto que desde 1506 ya se constituyeron oficialmente como guardia papal.
Guerra entre la Santa Sede y España
Debido a la guerra abierta entre Italia -junto a la Santa Sede- y España, el imperio español decidió apoyar al cardenal Pompeo Colonna en su particular enfrentamiento con el papa Clemente VII. Así, las tropas de Colonna se ubicaron en Roma en septiembre de 1526 para saquear todo cuanto pudieran. Esto obligó al papa a recluirse en el Sant' Angelo (Mausoleo de Adriano) junto a la Guardia Suiza.
Sin embargo, la situación -tensa pero no definitiva- liderada pro Carlos I de España quedó en esta ocasión en un susto, aunque a Clemente debería haberle servido de aviso. Tras este episodio, Clemente VII llegó a un pacto con Carlos I que posteriormente sería incumplido por el propio papa, llegando a reforzar Roma para evitar que una situación así se volviera a producir. Y fue así como en 1527 y tras varias amenazas, cuando Carlos I irrumpió junto a sus 25.000 soldados (españoles, alemanes e italianos) en Roma.
De esta forma, el 6 de mayo de 1527 los soldados españoles atacaron Torrione, batalla en la que cayó Carlos de Borbón tras un disparo de un arcabuz. Como consecuencia y con un gran sentimiento de venganza por sus venas, las tropas españolas arrasaron todo a su paso en Roma (edificios, monumentos, obras de arte...) y violaron, asesinaron y robaron todo cuanto había a su paso, incluso de los partidarios a las tropas españolas. Así, una de las crónicas que describen los hechos apuntan que "los imperiales se apoderaron de la cabeza de San Juan, de la de San Pedro y de la de San Pablo; robaron el oro y la plata que las recubría y las tiraron a la calle para jugar a la pelota".
Finalmente y debido al terrible asedio de las tropas imperiales sobre la Santa Sede, la Guardia Suiza claudicó en la basílica, donde fueron asesinados 147 de los 189 últimos guardias. Así, el papa permaneció recluido durante un mes junto a 3.000 personas de toda la clase y condición que huían de las tropas españolas.