La Flotilla, en su travesía hacia Gaza, entra en zona de alto riesgo: "Estamos en alerta máxima"
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La Flotilla, en su travesía hacia Gaza, entra en zona de alto riesgo: "Estamos en alerta máxima"

La misión humanitaria, que se encuentra a 150 millas de la Franja, denuncia que los drones de vigilancia de Israel han aumentado y acusan a España de "renunciar" a su protección. El buque español Furor, en la zona, está preparado para su evacuación.

Embarcaciones de la Global Sumud Flotilla rumbo a Gaza, en alerta máxima.YOUTUBE

La travesía rumbo a Gaza por el Mediterráneo ha dejado de ser tranquila para la Global Sumud Flotilla (GSF). A las 02:03 horas en España, a través de su canal de Telegram, la misión comunicaba lo que llevaba días anticipando: “Estamos en alerta máxima. Hemos entrado a la zona de alto riesgo, el área donde se ha atacado o interceptado a flotillas anteriores. Permanezcan alerta”. En ese instante, los barcos estaban a 150 millas náuticas, a unos 270 kilómetros de la Franja, justo en el límite que el Gobierno de Benjamin Netanyahu ha declarado como zona de exclusión en aguas internacionales.

Después de un par de horas navegando, la tensión ha vuelto a aumentar en las cubiertas. La organización ha denunciado que varias embarcaciones sin identificar se han acercado a la Flotilla de Gaza con las luces apagadas, lo que les ha obligado a activar los protocolos de seguridad “en preparación para una intercepción”. 

Minutos más tarde, esos barcos se han alejado sin contacto, pero el aviso ya ha encendido todas las alarmas. Paralelamente, la GSF ha reportado un “incremento de la actividad de drones” que han sobrevolado las naves, confirmando que la vigilancia israelí sobre la misión se ha intensificado.

Eso ha sido de madrugada. Poco antes de las nueve de la mañana, han informado de nuevo de que "las fuerzas navales de ocupación israelíes han lanzado una operación intimidatoria, cuando el barco Alma ha sido "rodeado de forma agresiva durante varios minutos por un buque de guerra israelí". "Durante el incidente, las comunicaciones a bordo, incluidas nuestras transmisiones de circuito cerrado, fueron deshabilitadas de manera remota, mientras la nave militar se aproximaba peligrosamente, obligando al capitán a realizar una brusca maniobra evasiva para evitar una colisión frontal", ha apuntado.

Asimismo, ha resaltado que el citado buque se aproximó posteriormente al Sirius, "repitiendo maniobras de acoso similares durante un periodo prolongado, antes de retirarse finalmente". "Estas maniobras temerarias e intimidatorias pusieron en grave riesgo a las personas participantes (en la flotilla)", ha subrayado.

La radio israelí Kan ha informado de que el Ejército se ha preparado para interceptar los más de cuarenta navíos de la Flotilla y conducirlos hasta el puerto de Asdod, en el centro del país. Allí, según esas fuentes, se interrogará a los pasajeros para, después, poner en marcha el proceso de deportación, tal y como ha ocurrido en precedentes similares. Ese horizonte ha marcado la cuenta atrás de una misión pacífica y humanitaria que, a cada milla, ha visto crecer el riesgo de un asalto en alta mar.

El precedente más recordado sigue siendo el de la Flotilla de la Libertad de 2010, cuando el asalto israelí contra el buque Mavi Marmara dejó diez activistas muertos en aguas internacionales y provocó una crisis diplomática con Turquía. Desde entonces, Tel Aviv ha respondido sistemáticamente a este tipo de iniciativas, alegando que el bloqueo sobre Gaza es una medida de seguridad frente a Hamás. La GSF, en cambio, lo considera un “castigo colectivo” prohibido por el derecho internacional.

España pide prudencia

El Gobierno español ha confirmado que el buque de acción marítima Furor, de la Armada, ya se encuentra “en radio operativo para realizar operaciones de rescate si fuesen necesarias”. Moncloa, sin embargo, ha trazado una línea roja: la nave no entrará en la zona de exclusión marcada por Israel. Fuentes del Gobierno han informado al HuffPost de que se le ha trasladado a los activistas que "el buque no podrá entrar en la zona de exclusión establecida por el ejército israelí ya que hacerlo pondría en riesgo la integridad física de su tripulación y de la propia flotilla". “La misión de la flotilla es encomiable y legítima, pero las vidas de sus integrantes tienen que estar por encima”, han advertido fuentes del Ejecutivo, que han recomendado “encarecidamente” no avanzar más allá de ese límite.

"El buque no podrá entrar en la zona de exclusión establecida por el ejército israelí ya que hacerlo pondría en riesgo la integridad física de su tripulación y de la propia flotilla"

La respuesta de la Flotilla ha sido inmediata. En un comunicado, la GSF ha acusado al Gobierno español de “renunciar a ofrecerles la protección necesaria”. Y ha añadido: “Por acción y omisión, el Gobierno español se convierte en cómplice de lo que pueda suceder”. La organización ha reprochado además a Madrid que “avale la impunidad de Israel” y que respalde “el plan neocolonial de Donald Trump”, en referencia al apoyo histórico de Washington al bloqueo.

El despliegue del Furor ha sido interpretado como un gesto limitado. Según la propia Flotilla, el buque navega “a media velocidad” y no llegará a la zona hasta el miércoles al mediodía “en el mejor de los casos”. “Esto podría llegar tarde, cuando Israel haya vuelto a cometer otro acto de piratería en aguas internacionales ante la pasividad de los gobiernos”, ha advertido la GSF.

Roma también ha optado por un papel secundario. La fragata Alpino, enviada como apoyo, ha comunicado que emitirá una última llamada la noche del 1 de octubre, cuando se sitúe a menos de 150 millas de Gaza, para ofrecer a los tripulantes la posibilidad de abandonar la misión.

La Flotilla ha cargado contra esa decisión con palabras duras: “Esto es cobardía disfrazada de diplomacia. Si Italia realmente quisiera proteger vidas, no estaría actuando como facilitadora de Israel ni presionaría a los civiles para que se retiren”. La crítica ha ido más allá, acusando al Gobierno de Giorgia Meloni de sabotear la misión: “Queremos dejarlo claro: esto no es protección, es sabotaje”. Para los organizadores, la maniobra equivale a escoltarlos hasta el punto de mayor peligro y después desentenderse, un gesto que califican de “complicidad”.

Riesgo calculado

La Global Sumud Flotilla partió a principios de septiembre desde puertos de España y se ha unido a embarcaciones procedentes de Túnez, Italia y Grecia hasta conformar la misión marítima más amplia organizada hasta la fecha: más de cuarenta barcos y alrededor de 500 voluntarios. Su propósito declarado es romper el bloqueo israelí sobre la Franja de Gaza y entregar ayuda humanitaria directamente a la población civil.

En paralelo, otros barcos han seguido la estela. Este martes ha zarpado desde Otranto, Italia, el Conscience, que meses atrás fue atacado con drones en aguas de Malta, para unirse a los ocho navíos que componen la última edición de la Flotilla de la Libertad. Este movimiento internacional, nacido en 2008, ha impulsado una decena de misiones hacia Gaza, casi todas interceptadas por Israel antes de llegar a destino.

Los activistas han repetido que son conscientes de los riesgos. “Todos sabemos lo que implica una misión así, pero es mucho más peligroso permanecer en silencio ante el genocidio, la hambruna y el castigo colectivo que navegar transportando ayuda humanitaria”, han comunicado.

El horizonte inmediato no ha resultado alentador: drones sobrevolando, barcos no identificados rondando sus bordas y un Ejército que se ha declarado listo para la intercepción. Pese a todo, la travesía ha seguido adelante. Para la GSF, cada milla recorrida es una denuncia contra la inacción internacional y un recordatorio de que, frente al bloqueo, la sociedad civil ha asumido el riesgo de navegar donde los Estados se han replegado.

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