Tras décadas de inactividad, avistan en el mar el regreso del crucero de batalla nuclear ruso modernizado
Construido en los años ochenta en Leningrado, sus 252 metros de eslora forman parte de la última generación de este tipo de buques de la era soviética. Permanecía en los astilleros de Severodvinsk desde 1997.
En el grisáceo horizonte del mar Blanco, un extenso golfo del mar de Barents ubicado en la costa noroeste de Rusia, ha reaparecido un viejo fantasma de la Guerra Fría: el Admiral Najímov, un crucero de batalla nuclear de la clase Kírov, que ha vuelto a navegar después de pasarse casi tres décadas amarrado en los astilleros de Severodvinsk para su reforma.
La agencia de noticias rusa TASS anunciaba el pasado 18 de agosto que el buque iniciaba una fase de pruebas que se prolongará durante meses en aguas del Ártico. Fuentes de la industria naval -el Ministerio de Defensa ruso guarda silencio- precisaron a la web Army Recognition que los ensayos arrancarán en el mar Blanco y continuarán en el de Barents.
El regreso del buque no debe entenderse como un movimiento simbólico del Kremlin o como un ejercicio de nostalgia militar, sino como respuesta al pulso que mantiene desde principios de agosto con EEUU, después de que Donald Trump ordenase el despliegue de dos submarinos nucleares cerca de Rusia. Ahora, tras muchos meses de preparativos, en Moscú han dado la ordenen de que este gigante de cero de la era soviética vuelva al mar.
Fue en julio cuando el presidente del banco VTB (brazo financiero de Moscú en proyectos estratégicos) y también de la corporación United Shipbuilding, Andrey Kostin, informaba al presidente de Rusia, Vladímir Putin, que tras pasar 28 años varado en los astilleros, los trabajos de reparación ya habían concluido, por lo que el Almirante Najímov estaba listo para zarpar. Antes, en diciembre y en febrero, ya se habían reactivado los dos reactores nucleares de un buque que no había surcado el mar desde 1997, pero que ya se ha dejado ver, navegando, en publicaciones de las redes sociales.
Una modernización interminable
La historia del Admiral Najímov refleja tanto la ambición de la Unión Soviética como las dificultades que tiene la Rusia post Perestroika de mantener sus proyectos a gran escala. El buque, botado en Leningrado en 1986 y rebautizado en 1992 como Admiral Najímov en honor al almirante Pável Najímov, tuvo una vida operativa bastante corta ya que en 1997 entró en los astilleros de Severodvinsk y allí se quedó durante casi tres décadas, esperando por una modernización que nunca terminaba de empezar.
Pero lo hizo. En 2013, el Ministerio de Defensa ruso firmó un contrato valorado en 50.000 millones de rublos con la intención de que volviera al servicio en 2018, pero esa fecha se fue aplazando: primero a 2020, luego 2021 y más tarde a 2024. Mientras, el presupuesto real crecía a un ritmo vertiginoso, año a año, hasta dispararse hasta los 200.000 millones.
Al contrario que los trabajos de remodelación, que avanzaban a ritmo bastante irregular: en 2020 lo trasladan del dique seco al muelle de equipamiento, en donde se completó la instalación tanto de sus sistemas como del armamento; ya en 2021 se pudo completar la reinstalación del cableado y del sistema de energía, un paso clave para poner en marcha los equipos de a bordo. Finalmente, en diciembre de 2024 se puso en marcha el primero de sus reactores nucleares. Dos meses después, en febrero de 2025, le tocó el turno al segundo, lo que permitió preparar al buque para volver al mar e iniciar su fase de pruebas.
Un arsenal rediseñado
La modernización ha transformado por completo el armamento del Admiral Najímov. El proyecto 1144.2M ha sustituido los viejos sistemas soviéticos por 10 lanzadores verticales universales, con capacidad para disparar misiles de crucero Kalibr y Oniks, además de los hipersónicos Tsirkón. Según distintas estimaciones, el buque podría alcanzar hasta 176 celdas de lanzamiento, distribuidas entre misiles antisuperficie y antiaéreos.
A esa capacidad ofensiva se suman defensas renovadas, con sistemas Fort M y Pantsir M, y armamento antisubmarino Otvet y Paket NK. El crucero mantiene además la posibilidad de operar helicópteros Ka-27 tanto desde su hangar como en su cubierta, lo que amplía su radio de acción en operaciones de guerra antisubmarina.
Con 252 metros de eslora y un desplazamiento de hasta 28.000 toneladas, el Admiral Najímov figura entre los mayores buques de combate de superficie, solo por detrás de los portaaviones. Puede alcanzar 32 nudos gracias a sus dos reactores nucleares KN-3 y permanecer en la mar hasta 60 días con una tripulación superior a los 700 marinos.
El Admiral Najímov pertenece a la clase Kírov, conocida en Rusia como Orlán, concebida en los años setenta como emblema de la potencia naval soviética. De las cuatro unidades construidas, dos (el Admiral Ushakov y el Admiral Lazarev) ya han sido desguazadas. El Piotr Veliki, único operativo hasta ahora, podría retirarse sin pasar por una modernización completa. Todo apunta a que el Najímov quedará como la única unidad plenamente adaptada a las exigencias de la guerra naval contemporánea.
Una vez superada la fase de pruebas en el mar Blanco y el de Barents, su destino será Severomorsk, la base principal de la Flota del Norte. Allí se integrará como pieza central de las fuerzas de superficie rusas en el Ártico, con un papel de disuasión estratégica frente a la OTAN y de proyección de fuerza en aguas abiertas.