Un experto explica cómo hacer todos las paces con el considerado Jekyll y Hyde de las aves
"En pocos días entenderá que eres un amigo".

Australia alberga una extraordinaria diversidad de aves, con más de 800 tipos únicos que habitan en su territorio. El país alberga desde las emblemáticas cacatúas a los icónicos y enormes emúes o los enigmáticos casuarios. Gracias a los distintos hábitats y ecosistemas donde prosperan estas aves, Australia es un auténtico paraíso para la vida avícola.
Según la clasificación de BirdLife International, muchas de estas especies son endémicas del continente y pueden asociarse geográficamente a regiones como Cabo York, el Trópico húmedo de Queensland, el este y sudeste australianos, Tasmania, el suroeste, el noroeste y la Isla Christmas.
Sin embargo, entre estas aves admiradas por su belleza y singularidad también aparece una más polémica: la urraca. Culturalmente veneradas en los relatos del Dreamtime pero temidas por ciclistas y peatones durante la primavera, las urracas presentan un comportamiento al estilo “Jekyll y Hyde” —personajes de la novela de Robert Louis Stevenson— en los barrios australianos.
Los ataques
El ecólogo Darryl Jones aseguró a SBS News que la relación con esta ave no tiene nada de místico ni de impredecible. Según él, existen métodos concretos y comprensibles para ganarse su confianza. Con paciencia y conocimiento, es posible transformar el temor que genera en una oportunidad para la convivencia armoniosa entre humanos y estas aves.
Cada primavera, llega la temporada del temido “swooping”, cuando los machos de esta especie se abalanzan sobre ciclistas y peatones para defender sus nidos. Jones explica que estos ataques, aunque sean aterradores, son totalmente predecibles y obedecen a un patrón natural.
“Las urracas son estimuladas por la duración del día, que es siempre la misma”, señala Jones. “Deciden cuándo construir sus nidos y poner huevos según cuánta luz hay, por eso la temporada de cría ocurre cada año al mismo tiempo”.
La temporada más intensa
El pico de los ataques coincide con las semanas en que los polluelos acaban de nacer. Los machos, convertidos en protectores feroces, defienden su territorio ante cualquier posible amenaza. Sin embargo, solo alrededor del 10% de las urracas atacan a las personas, y lo hacen exclusivamente cuando hay crías en el nido.
“Lo que no entendemos es que las urracas nos avisan antes de atacar”, explica Jones. “A unos 100 metros del nido emiten un llamado para advertirnos. Si lo ignoramos, entonces se acercan volando bajo, y solo si seguimos acercándonos se abalanzan”.
En lo que va del año, el mapa de alertas de urracas de Australia ha registrado más de 2.700 ataques y casi 300 heridos. Sin embargo, Jones recuerda que la mayoría de las urracas conviven pacíficamente con los humanos.
La estrategia
Una técnica eficaz —aunque polémica— para lograr la paz es la alimentación controlada. “Si una urraca local te ataca, cambia tu comportamiento. Déjale un poco de comida y en pocos días entenderá que eres un amigo”, sugiere el experto.
Además, Las urracas son extremadamente inteligentes, pueden reconocer hasta 30 rostros humanos diferentes y recordarlos durante años. “Si te ven regularmente y te comportas bien con ellas, pueden llegar a confiar en ti”, explica Jones.
