Un chef de Benalmádena se convierte en imagen del metro de China mientras prepara arroz con leche: "Demasiado jet lag"
Una preparación que combina tradición, técnica y un guiño a la cocina española.

La cocina es uno de los pocos lenguajes capaces de derribar fronteras sin pronunciar una sola palabra. Un plato bien concebido puede viajar más lejos que su propio creador, despertar curiosidad en culturas remotas y generar vínculos inesperados entre personas que jamás se han visto. Algo parecido le ha ocurrido a Sergio Moreno, un cocinero malagueño afincado en China que se ha convertido en una inesperada imagen pública.
El rostro de este chef de Benalmádena aparece ahora en pantallas del metro, taxis y aeropuertos de China mientras prepara una versión contemporánea del clásico arroz con leche. ¿El motivo? ‘Milk, a running river of civilization', un documental que recorre el papel de la leche en distintas culturas y que se emite en redes de transporte y salas del país. La producción ha convertido su receta en una inesperada embajadora culinaria.
Así, miles de viajeros que cruzan cada día las grandes urbes chinas se topan con su imagen y con una preparación que combina tradición, técnica y un guiño a la cocina española, llevando su nombre mucho más lejos de lo que él mismo imaginó. La pieza fue realizada por DOClabs Beijing Media Technology, una compañía con larga trayectoria en documentales gastronómicos y culturales en China.
Un postre muy original
Sergio Moreno, natural de Benalmádena y con más de una década de trabajo en el continente asiático, cuenta que su encargo fue crear un postre “original y creativo” que tuviera la leche como protagonista. “Justo me pilló cambiando la carta de un nuevo restaurante que asesoro en Chengdú y tenía en mente un arroz con leche con caqui, que en ese momento era temporada”, explica en declaraciones recogidas por Diario Sur.
El resultado parte del arroz con leche tradicional, pero incorpora caqui marinado en almíbar cítrico, leche de coco, un toque de chocolate blanco y una acabada técnica de sifón y nitrógeno líquido para lograr una textura aérea que se termina en mesa con un golpe de showcooking y una galleta de canela. “Fueron unas 14 horas de rodaje. Reproduje el momento de verter la leche más de cuarenta veces”, recuerda el chef.
Tras once años en China, Moreno compagina proyectos en ambos hemisferios: asesora restaurantes en ciudades como Chengdu, colabora con cadenas locales y mantiene vínculos profesionales con España. También ha empezado a comercializar en China un vino que elabora en Valdepeñas, la localidad natal de su pareja. No obstante, el chef admite cansancio por la vida nómada y habla ya de un retorno definitivo a España.
Según él, la app que usa para volar le calcula más de 370 horas en el aire al año: “Demasiado jet lag”, bromea. Un ritmo frenético que, aunque le ha abierto puertas y le ha permitido convertirse en un rostro reconocido en la escena gastronómica asiática, empieza a pesarle. Cada nuevo proyecto lo entusiasma, pero la distancia acumulada entre aviones y cocinas ajenas le recuerda que, tarde o temprano, necesitará aterrizar definitivamente para descansar.
