80 años fueron necesarios para buscar los restos del soldado de la II Guerra Mundial que le enterraron sin cerebro
Más de 2.000 cerebros fueron extraídos entre 1933 y 1945.

Ocho décadas hicieron falta para poner fin a una búsqueda incansable a través del tiempo y la memoria para encontrar los restos de un soldado escocés, enterrado sin su cerebro durante la Segunda Guerra Mundial.
Esta escalofriante anomalía, descubierta décadas después de su silenciosa sepultura, desvela una historia de negligencia, misterio y la persistente necesidad de honrar a aquellos que se perdieron la vida tanto fuera como dentro del campo de batalla.
Este caso es el del soldado escocés Donnie MacRae que murió en 1941 como prisionero de guerra en un hospital alemán. La causa de su fallecimiento no fue una herida de guerra, sino una enfermedad neurológica rara denominada síndrome de Guillain-Barré.
Un sastre que pasó a ser soldado
Donnie, creció en Gairloch, una aldea en la costa oeste de Escocia. Provenía de una familia de sastres y músicos y antes de la guerra, planeaba abrir su propio taller en Blair Atholl. Sin embargo, en 1939 se unió al Ejército Territorial y fue capturado en Francia en 1940. Su muerte a los 33 años fue registrada, pero su familia nunca fue informada sobre la extracción de órganos.
Sin que su familia lo supiera, durante la autopsia su cerebro y parte de la médula espinal fueron extraídos y enviados al Instituto Kaiser Wilhelm, conocido actualmente como el Instituto Max Planck de Psiquiatría en Múnich. Ahí estas dos partes del cuerpo se conservaron durante más de 70 años para investigaciones científicas.
Un descubrimiento inesperado
En 2020 su sobrina, Libby MacRae, supo la verdad, tras ser contactada por el profesor Paul Weindling de la Universidad Oxford Brookes, quien investiga la conservación de cerebros de prisioneros de guerra y víctimas del nazismo. Donnie fue uno de al menos cinco soldados británicos cuyos cerebros fueron retenidos para investigación sin consentimiento.
Más de 2.000 cerebros fueron extraídos entre 1933 y 1945 por institutos alemanes, incluyendo los de niños asesinados, personas con enfermedades mentales y víctimas del Holocausto. Durante décadas, estas muestras permanecieron intactas y muchas fueron enterradas apresuradamente a fines de los años 80. Sin embargo, las muestras de Donnie MacRae se conservaron hasta 2015, cuando se incorporaron a un archivo.
Por fin un entierro digno
La Comisión de Tumbas de Guerra de la Commonwealth ha aprobado la entrega de las muestras de Donnie por parte del Instituto Max Planck para que puedan ser reunidas con su tumba en Berlín. La familia espera que esto suceda a finales de 2025.
Libby, su sobrina, expresó su alivio ante la noticia: “Estoy tan contenta de saber que finalmente todo Donnie estará junto, en un lugar tranquilo”. La familia desea añadir una inscripción en gaélico en su tumba que se traduce como: “El mundo puede llegar a su fin, pero el amor y la música durarán para siempre”.