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Daniel Guzmán: "Estamos llegando a un límite de difícil convivencia"

Daniel Guzmán: "Estamos llegando a un límite de difícil convivencia"

El actor y director dirige, produce y protagoniza 'La deuda', una película que aborda la crisis de la vivienda desde el punto de vista social e intergeneracional.

Daniel Guzmán en la presentación de 'La deuda', su nueva película.GTRES

Los datos sobre la crisis de la vivienda en España continúan y son cada vez más alarmantes. Las cifras que arrojan sobre el precio de la vivienda apuntan, según el INE, a un incremento interanual del 12% y con una media del 40% de los ingresos familiares dedicados a la vivienda en 2025. Con esto rondando los titulares, día sí y día también, con la llama prendida en las calles e identificado como uno de los mayores problemas de los españoles, Daniel Guzmán presenta La deuda, un thriller en el que aborda de lleno la crisis habitacional de nuestro país.

El cineasta asegura, aunque resulte redundante, haberse endeudado con la que es su tercera película que también produce y protagoniza y que él mismo califica como "tres proyectos en uno". En esta cinta, él mismo se pone en la piel de Lucas, de 47 años, que vive con Antonia, a la que da vida una novel Charo García, en un piso hasta que un fondo de inversión adquiere el edificio para convertirlo en pisos turísticos. Lucas tratará de saldar la deuda y evitar el desahucio tanto suyo como de la anciana, aunque para ello tome unas decisiones cuestionables mediante las cuales se enfrentará a los conflictos de intereses y la culpa.

Guzmán, que ya dio el salto como director con el drama social A cambio de nada con el que se llevó el Goya a Mejor dirección novel y alzó a Miguel Herrán con el galardón a Mejor actor revelación, asegura a El HuffPost que abordar el tema de la vivienda le salió "sin querer". "Esta situación es transversal y, lamentablemente, aunque esté de actualidad, llevamos mucho tiempo viviéndola, debe ser que lo tengo en esa parte inconsciente, o en esa parte consciente del cerebro, y que cuando me pongo a contar una historia, de repente me lleva a eso", explica.

Guzmán asegura que "no quería hacer una película sobre la gentrificación", sino que este es "un punto de partida", un "contexto social". "Es la pérdida de una vivienda de una persona mayor y de la persona que vive con esa persona mayor, hasta donde está dispuesto a llegar por ayudarle, por evitar la pérdida de la casa buscando el dinero que haga falta", recuerda.

"Eso lo convierte luego en un thriller de una huida hacia adelante de un personaje, que va cometiendo decisiones erráticas por conseguir ese dinero, algunas incluso fatídicas en la vida de una persona", explica.

"A partir de ahí es de donde nace toda la historia, sobre la culpa, que es una de las partes importantes de la película, sobre el arraigo, la necesidad de afecto también, tanto con el personaje de Itziar Ituño, como con el personaje de Susana Abaitua y nuestra relación con los mayores", detalla. Para Guzmán, más que una denuncia social sobre un tema que cada vez preocupa más a los españoles, quería que se convirtiera en una reflexión que él considera importantes "como persona, como ciudadano, y luego como autor o como cineasta". 

Con respecto al reparto, Guzmán destaca los papeles de Itziar Ituño y Susana Abaitua, o Luis Tosar y Ángel Garrido, pero sobre todo de Charo, a la que califica como "una mujer de 92 años, que cada vez que sale, trasciende su humor, su luz, su esperanza".

Daniel Guzmán e Itziar Ituño en el rodaje de 'La deuda'.Manuel Fernandez-Valdes

Los barrios, cada vez más desplazados y con menos arraigo

El cineasta, ganador de dos Goya, asegura que "estamos en un momento difícil, en un momento de mucha tensión, tanto de la vivienda como social" y que esto se refleja en la sociedad en la que vivimos. No obstante, deja claro que esta problemática no es algo nuevo.

"El problema es que llevamos como 10 o 15 años y estamos ya en un límite en el modelo de las grandes ciudades, que apuestan todo al turismo, y más España, que es un país de servicios, un país que apuesta todo o una gran parte al turismo. ¿Qué pasa? Que en ese modelo neoliberal, en ese modelo capitalista de oferta y demanda, se hace negocio con un bien necesario, como es la vivienda", denuncia.

"El problema es que llevamos 10 o 15 años al límite en el modelo de grandes ciudades"

Para él, originario del madrileño barrio de Aluche y que ha retratado en buena parte de su filmografía —como hizo incluso en su comedia Canallas— la realidad de la periferia, esta dinámica provoca que los barrios se vayan diluyendo. "Eso hace que, geográficamente el centro cada vez se vaya agrandando más y toda esa onda expansiva hace que a las personas se les saque de su entorno, de su arraigo y se pierdan los barrios", detalla.

"Porque al final son lugares para dormir, son lugares habitacionales de varios días. Al final no hay nadie de ahí, no hay un arraigo, porque son gente de turismo que viene y se va, que solo pasa", recalca el cineasta, que pone sobre la mesa la problemática que supone que se apueste a este "negocio" y no se ofrezca una solución a nivel público. 

"Como no se le dé una salida o una solución a nivel gubernamental, a nivel de administración, y se regule y se ofrezca vivienda social, ya estamos en límites de difícil convivencia, la verdad", enfatiza.

Sobre si ve una solución posible con medidas como la Ley de Vivienda aprobada por el Gobierno, Guzmán recalca que es una problemática que "ya está en la calle" y que "no tiene más recorrido" y lo ve, esencialmente, "necesario". 

"Posible tiene que ser, porque el Estado tiene que articular las herramientas para que la vivienda no sea el 80% del salario mínimo interprofesional. O sea, no puede ser que una habitación ocupe el 70% de tu sueldo, porque es que no tienes dinero para vivir", recalca.

Daniel Guzmán y Charo en un fotograma de 'La deuda'.DyP Comunicación

Una trama intergeneracional lejos del conflicto entre boomers y millenials o zetas

A diferencia de cómo se plantea el debate social en redes sociales, donde se vislumbra un enfrentamiento entre pensionistas o boomers y las generaciones siguientes, se aleja del conflicto. Según la Encuesta Financiera de las Familias (EFF) del Banco de España, la brecha de riqueza media entre los menores de 35 años y los mayores de 75 ha pasado de unos 50.000 euros en 2002 a más de 360.000 euros en 2022. Pero Guzmán refleja una lucha común contra un problema que, en realidad, es transversal.

"En cierta manera es un poco lo que también hice en A cambio de nada o en Canallas, es una historia de personas de diferente generación, que se quieren, que necesitan afecto y que quieren compartir su vida juntos. Lo que pasa es que tienen condicionantes sociales que les impiden desarrollarse a veces como personas", explica.

"Al final es un tipo con una complejidad en su entorno y en él mismo, que tiene unos condicionantes que le están impidiendo desarrollarse como persona, y a lo mejor necesita esos atajos que le llevan a decisiones difíciles", detalla.

"El Estado tiene que articular las
herramientas para que la vivienda no sea el 80% del SMI"

"No quiero condicionarme ni censurarme a mí mismo"

Con las posibles contradicciones a las que se puede enfrentar como director y actor en la industria del cine, Guzmán asegura que la libertad de la autoproducción le da unas condiciones que son las propicias para expresar lo que quiere contar. 

"Nunca le voy a desear a nadie que produzca y dirija una película a la vez. Eso es lo peor que le puedo desear a alguien. Pero ¿sabes lo que pasa? Que cuando produzco tengo la libertad creativa o la libertad autoral de contar la historia que quiero contar y cómo la quiero contar", señala.

El coste, tal y como recuerda, no ha sido especialmente barato: el filme ha contado con 78 localizaciones y un presupuesto de cinco millones de euros, lo que le ha "endeudado a todos los niveles". "Las películas tan grandes como esta, que tienen esta factura, este presupuesto, que a nivel narrativo están sumamente ambiciosas, al final se crea una bola que te pasa por encima", recuerda. 

Pero si algo tiene claro a la hora de ponerse a dirigir es que prefiere no condicionarse ni embarcarse en proyectos que no confluyan con sus valores. "Si algo he aprendido de mi abuela y de mi familia, es a ser libre y nunca ha habido un condicionante ni para expresarme libremente ni para hacer el cine que quiero hacer. Prefiero tomar yo las decisiones y si me equivoco, equivocarme, y aprender a equivocarme, pero me gusta dormir bien, la verdad", revela.

Daniel Guzmán en 'La deuda'.DyP Comunicación

"Necesito ser acorde un poco a lo que siento y poder expresarlo. Y hacer películas es una manera también de expresarlo. Por supuesto, quiero emocionar, quiero divertir y quiero entretener, pero también me gusta invitar a la reflexión y cuestionar. Yo me cuestiono y con La deuda intento también que cuestione un modelo, pero también que la gente disfrute, que la gente se ría, que la gente se emocione, y que te invite a la reflexión, la verdad", recuerda.

Con respecto a proyectos anteriores, Guzmán asegura que es un proyecto "muy distinto", con las estructuras "ambiciosas" de un thriller: "Genera una solidez narrativa para tener al espectador sujeto hasta el último plano, que en el último plano es donde se produce el desenlace de todo, en el último segundo de la película".

Precisamente por defender sus principios, Guzmán no tiene miedo a ser encasillado o generar rechazo en la industria desde determinados sectores. "La industria es libre y, al final los compañeros y compañeras de la industria hacen igual que yo, lo que pueden, y cuando quieren contar una historia quieren contarla en libertad, igual que cuando necesitamos expresarnos", recuerda. No obstante, apunta que tampoco le "importa mucho" lo que se pueda prejuzgar desde determinados sectores: "Yo quiero contar historias y hacer disfrutar a la gente con las historias y que les acompañe. No quiero condicionarme a mí mismo ni censurarme a mí mismo".

Sobre si con esta cinta pretende recuperar el hito de A cambio de nada, aunque ya en la categoría reina de los premios Goya, Guzmán se muestra cauto: "Es mejor no esperar nada, porque así todo lo que venga va a ser positivo".

Lo que sí demanda, es asistir al cine, a las salas, más allá de las plataformas de streaming. "Lo único que quiero es que, ojalá, se vea la película en pantalla grande, que la disfrute el público, que si la acompaña un tiempo para mí será lo más maravilloso y si luego vienen otros resultados de premios o lo que sea, mejor. Pero sobre todo que la deuda se disfrute en pantalla grande y que te acompañe y que, si te cuestiona o te hace moverte en la butaca y te provoca pensamiento crítico, invitarte a la reflexión, además de haberte entretenido", recuerda.

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
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Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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