El militar español que logró sobrevivir al tren de la muerte nazi
Fue un superviviente que vio el infierno y logró volver para contarlo.
El militar español que logró sobrevivir al tren de la muerte nazi
Fue un superviviente que vio el infierno y logró volver para contarlo.
El militar español que logró sobrevivir al tren de la muerte nazi
Fue un superviviente que vio el infierno y logró volver para contarlo.
El militar español que logró sobrevivir al tren de la muerte nazi
Fue un superviviente que vio el infierno y logró volver para contarlo.
El militar español que logró sobrevivir al tren de la muerte nazi
Fue un superviviente que vio el infierno y logró volver para contarlo.

La historia de José María García-Miranda Esteban-Infantes, un teniente coronel español exiliado en Francia, ha permanecido oculta durante décadas. Sin embargo, una investigación realizada en 2022 sacó a la luz su increíble odisea. Fue capturado por la Gestapo y sobrevivió en el tren de la muerte nazi y el infierno del campo de concentración de Dachau.
Tras la derrota de la República en la Guerra Civil Española, cientos de militares republicanos se vieron obligados a huir a Francia, donde pronto se encontraron con un nuevo enemigo, la Alemania nazi. García-Miranda formó parte de un grupo de ocho oficiales exiliados que fueron capturados en diciembre de 1943 en la localidad de Vernet-les-Bains y trasladados a la Ciudadela de Perpiñán. Posteriormente, fueron enviados al campo de internamiento de Vernet d'Ariège, donde vivieron cinco meses de incertidumbre.
A pesar de la dureza de la situación, su estancia en Vernet d'Ariège resultó relativamente soportable en comparación con lo que se esperaba. Aunque padecían hambre y frío, mantenían la esperanza de una pronta liberación. Sin embargo, en junio de 1944, sus destinos quedaron sellados cuando fueron deportados en un convoy infernal hacia Dachau.
Dos meses de pesadilla
El 2 de julio de 1944, los siete militares españoles y otros 700 prisioneros fueron metidos en un tren de carga con destino a uno de los peores campos de concentración nazis. Un viaje que en circunstancias normales duraría unas horas se convirtió en una pesadilla de dos meses.
Las condiciones en el convoy eran inhumanas ya que el calor era asfixiante y había mucha escasez de agua y alimentos. Prisioneros debilitados caían muertos a diario. Algunos intentaron escapar descolgándose del vagón mientras el tren avanzaba lentamente, pero la mayoría no tuvo esa oportunidad.
Tras dos meses de sufrimiento, el convoy llegó a Dachau. Los supervivientes fueron recibidos con golpes y ataques de perros. Para cuando se quisieron dar cuenta solo quedaban seis de los ocho militares españoles, los cuales sufrieron hambre extrema, torturas, trabajos forzados y enfermedades como el tifus.
La liberación y el regreso a casa
El 29 de abril de 1945, las tropas estadounidenses liberaron Dachau. García-Miranda, que pesaba apenas 39 kilos, fue rescatado junto a otros prisioneros al borde de la muerte. Su estado de salud era crítico, pero logró recuperarse lo suficiente para escribir a su mujer: "¡Figúrate las ganas que tengo de abrazarte y reponerme a tu lado disfrutando de un poco de tranquilidad!".
Cuando regresó a España, decidió llevar una vida discreta. Sin embargo, su pasado escondía una odisea de horror y resistencia, ahora reconstruida por los investigadores Rafael e Icíar Pañeda Reinlein en el libro Los 8 de Vernet, un testimonio que busca preservar la memoria de quienes sufrieron la barbarie nazi.
La historia de José María García-Miranda Esteban-Infantes, un teniente coronel español exiliado en Francia, ha permanecido oculta durante décadas. Sin embargo, una investigación realizada en 2022 sacó a la luz su increíble odisea. Fue capturado por la Gestapo y sobrevivió en el tren de la muerte nazi y el infierno del campo de concentración de Dachau.
Tras la derrota de la República en la Guerra Civil Española, cientos de militares republicanos se vieron obligados a huir a Francia, donde pronto se encontraron con un nuevo enemigo, la Alemania nazi. García-Miranda formó parte de un grupo de ocho oficiales exiliados que fueron capturados en diciembre de 1943 en la localidad de Vernet-les-Bains y trasladados a la Ciudadela de Perpiñán. Posteriormente, fueron enviados al campo de internamiento de Vernet d'Ariège, donde vivieron cinco meses de incertidumbre.
A pesar de la dureza de la situación, su estancia en Vernet d'Ariège resultó relativamente soportable en comparación con lo que se esperaba. Aunque padecían hambre y frío, mantenían la esperanza de una pronta liberación. Sin embargo, en junio de 1944, sus destinos quedaron sellados cuando fueron deportados en un convoy infernal hacia Dachau.
Dos meses de pesadilla
El 2 de julio de 1944, los siete militares españoles y otros 700 prisioneros fueron metidos en un tren de carga con destino a uno de los peores campos de concentración nazis. Un viaje que en circunstancias normales duraría unas horas se convirtió en una pesadilla de dos meses.
Las condiciones en el convoy eran inhumanas ya que el calor era asfixiante y había mucha escasez de agua y alimentos. Prisioneros debilitados caían muertos a diario. Algunos intentaron escapar descolgándose del vagón mientras el tren avanzaba lentamente, pero la mayoría no tuvo esa oportunidad.
Tras dos meses de sufrimiento, el convoy llegó a Dachau. Los supervivientes fueron recibidos con golpes y ataques de perros. Para cuando se quisieron dar cuenta solo quedaban seis de los ocho militares españoles, los cuales sufrieron hambre extrema, torturas, trabajos forzados y enfermedades como el tifus.
La liberación y el regreso a casa
El 29 de abril de 1945, las tropas estadounidenses liberaron Dachau. García-Miranda, que pesaba apenas 39 kilos, fue rescatado junto a otros prisioneros al borde de la muerte. Su estado de salud era crítico, pero logró recuperarse lo suficiente para escribir a su mujer: "¡Figúrate las ganas que tengo de abrazarte y reponerme a tu lado disfrutando de un poco de tranquilidad!".
Cuando regresó a España, decidió llevar una vida discreta. Sin embargo, su pasado escondía una odisea de horror y resistencia, ahora reconstruida por los investigadores Rafael e Icíar Pañeda Reinlein en el libro Los 8 de Vernet, un testimonio que busca preservar la memoria de quienes sufrieron la barbarie nazi.
La historia de José María García-Miranda Esteban-Infantes, un teniente coronel español exiliado en Francia, ha permanecido oculta durante décadas. Sin embargo, una investigación realizada en 2022 sacó a la luz su increíble odisea. Fue capturado por la Gestapo y sobrevivió en el tren de la muerte nazi y el infierno del campo de concentración de Dachau.
Tras la derrota de la República en la Guerra Civil Española, cientos de militares republicanos se vieron obligados a huir a Francia, donde pronto se encontraron con un nuevo enemigo, la Alemania nazi. García-Miranda formó parte de un grupo de ocho oficiales exiliados que fueron capturados en diciembre de 1943 en la localidad de Vernet-les-Bains y trasladados a la Ciudadela de Perpiñán. Posteriormente, fueron enviados al campo de internamiento de Vernet d'Ariège, donde vivieron cinco meses de incertidumbre.
A pesar de la dureza de la situación, su estancia en Vernet d'Ariège resultó relativamente soportable en comparación con lo que se esperaba. Aunque padecían hambre y frío, mantenían la esperanza de una pronta liberación. Sin embargo, en junio de 1944, sus destinos quedaron sellados cuando fueron deportados en un convoy infernal hacia Dachau.
Dos meses de pesadilla
El 2 de julio de 1944, los siete militares españoles y otros 700 prisioneros fueron metidos en un tren de carga con destino a uno de los peores campos de concentración nazis. Un viaje que en circunstancias normales duraría unas horas se convirtió en una pesadilla de dos meses.
Las condiciones en el convoy eran inhumanas ya que el calor era asfixiante y había mucha escasez de agua y alimentos. Prisioneros debilitados caían muertos a diario. Algunos intentaron escapar descolgándose del vagón mientras el tren avanzaba lentamente, pero la mayoría no tuvo esa oportunidad.
Tras dos meses de sufrimiento, el convoy llegó a Dachau. Los supervivientes fueron recibidos con golpes y ataques de perros. Para cuando se quisieron dar cuenta solo quedaban seis de los ocho militares españoles, los cuales sufrieron hambre extrema, torturas, trabajos forzados y enfermedades como el tifus.
La liberación y el regreso a casa
El 29 de abril de 1945, las tropas estadounidenses liberaron Dachau. García-Miranda, que pesaba apenas 39 kilos, fue rescatado junto a otros prisioneros al borde de la muerte. Su estado de salud era crítico, pero logró recuperarse lo suficiente para escribir a su mujer: "¡Figúrate las ganas que tengo de abrazarte y reponerme a tu lado disfrutando de un poco de tranquilidad!".
Cuando regresó a España, decidió llevar una vida discreta. Sin embargo, su pasado escondía una odisea de horror y resistencia, ahora reconstruida por los investigadores Rafael e Icíar Pañeda Reinlein en el libro Los 8 de Vernet, un testimonio que busca preservar la memoria de quienes sufrieron la barbarie nazi.
La historia de José María García-Miranda Esteban-Infantes, un teniente coronel español exiliado en Francia, ha permanecido oculta durante décadas. Sin embargo, una investigación realizada en 2022 sacó a la luz su increíble odisea. Fue capturado por la Gestapo y sobrevivió en el tren de la muerte nazi y el infierno del campo de concentración de Dachau.
Tras la derrota de la República en la Guerra Civil Española, cientos de militares republicanos se vieron obligados a huir a Francia, donde pronto se encontraron con un nuevo enemigo, la Alemania nazi. García-Miranda formó parte de un grupo de ocho oficiales exiliados que fueron capturados en diciembre de 1943 en la localidad de Vernet-les-Bains y trasladados a la Ciudadela de Perpiñán. Posteriormente, fueron enviados al campo de internamiento de Vernet d'Ariège, donde vivieron cinco meses de incertidumbre.
A pesar de la dureza de la situación, su estancia en Vernet d'Ariège resultó relativamente soportable en comparación con lo que se esperaba. Aunque padecían hambre y frío, mantenían la esperanza de una pronta liberación. Sin embargo, en junio de 1944, sus destinos quedaron sellados cuando fueron deportados en un convoy infernal hacia Dachau.
Dos meses de pesadilla
El 2 de julio de 1944, los siete militares españoles y otros 700 prisioneros fueron metidos en un tren de carga con destino a uno de los peores campos de concentración nazis. Un viaje que en circunstancias normales duraría unas horas se convirtió en una pesadilla de dos meses.
Las condiciones en el convoy eran inhumanas ya que el calor era asfixiante y había mucha escasez de agua y alimentos. Prisioneros debilitados caían muertos a diario. Algunos intentaron escapar descolgándose del vagón mientras el tren avanzaba lentamente, pero la mayoría no tuvo esa oportunidad.
Tras dos meses de sufrimiento, el convoy llegó a Dachau. Los supervivientes fueron recibidos con golpes y ataques de perros. Para cuando se quisieron dar cuenta solo quedaban seis de los ocho militares españoles, los cuales sufrieron hambre extrema, torturas, trabajos forzados y enfermedades como el tifus.
La liberación y el regreso a casa
El 29 de abril de 1945, las tropas estadounidenses liberaron Dachau. García-Miranda, que pesaba apenas 39 kilos, fue rescatado junto a otros prisioneros al borde de la muerte. Su estado de salud era crítico, pero logró recuperarse lo suficiente para escribir a su mujer: "¡Figúrate las ganas que tengo de abrazarte y reponerme a tu lado disfrutando de un poco de tranquilidad!".
Cuando regresó a España, decidió llevar una vida discreta. Sin embargo, su pasado escondía una odisea de horror y resistencia, ahora reconstruida por los investigadores Rafael e Icíar Pañeda Reinlein en el libro Los 8 de Vernet, un testimonio que busca preservar la memoria de quienes sufrieron la barbarie nazi.
La historia de José María García-Miranda Esteban-Infantes, un teniente coronel español exiliado en Francia, ha permanecido oculta durante décadas. Sin embargo, una investigación realizada en 2022 sacó a la luz su increíble odisea. Fue capturado por la Gestapo y sobrevivió en el tren de la muerte nazi y el infierno del campo de concentración de Dachau.
Tras la derrota de la República en la Guerra Civil Española, cientos de militares republicanos se vieron obligados a huir a Francia, donde pronto se encontraron con un nuevo enemigo, la Alemania nazi. García-Miranda formó parte de un grupo de ocho oficiales exiliados que fueron capturados en diciembre de 1943 en la localidad de Vernet-les-Bains y trasladados a la Ciudadela de Perpiñán. Posteriormente, fueron enviados al campo de internamiento de Vernet d'Ariège, donde vivieron cinco meses de incertidumbre.
A pesar de la dureza de la situación, su estancia en Vernet d'Ariège resultó relativamente soportable en comparación con lo que se esperaba. Aunque padecían hambre y frío, mantenían la esperanza de una pronta liberación. Sin embargo, en junio de 1944, sus destinos quedaron sellados cuando fueron deportados en un convoy infernal hacia Dachau.
Dos meses de pesadilla
El 2 de julio de 1944, los siete militares españoles y otros 700 prisioneros fueron metidos en un tren de carga con destino a uno de los peores campos de concentración nazis. Un viaje que en circunstancias normales duraría unas horas se convirtió en una pesadilla de dos meses.
Las condiciones en el convoy eran inhumanas ya que el calor era asfixiante y había mucha escasez de agua y alimentos. Prisioneros debilitados caían muertos a diario. Algunos intentaron escapar descolgándose del vagón mientras el tren avanzaba lentamente, pero la mayoría no tuvo esa oportunidad.
Tras dos meses de sufrimiento, el convoy llegó a Dachau. Los supervivientes fueron recibidos con golpes y ataques de perros. Para cuando se quisieron dar cuenta solo quedaban seis de los ocho militares españoles, los cuales sufrieron hambre extrema, torturas, trabajos forzados y enfermedades como el tifus.
La liberación y el regreso a casa
El 29 de abril de 1945, las tropas estadounidenses liberaron Dachau. García-Miranda, que pesaba apenas 39 kilos, fue rescatado junto a otros prisioneros al borde de la muerte. Su estado de salud era crítico, pero logró recuperarse lo suficiente para escribir a su mujer: "¡Figúrate las ganas que tengo de abrazarte y reponerme a tu lado disfrutando de un poco de tranquilidad!".
Cuando regresó a España, decidió llevar una vida discreta. Sin embargo, su pasado escondía una odisea de horror y resistencia, ahora reconstruida por los investigadores Rafael e Icíar Pañeda Reinlein en el libro Los 8 de Vernet, un testimonio que busca preservar la memoria de quienes sufrieron la barbarie nazi.
