No tenían papel higiénico pero este invento del Imperio Romano les era igualmente efectivo

No tenían papel higiénico pero este invento del Imperio Romano les era igualmente efectivo

Se alcanzaron estándares sanitarios que no se superaron hasta siglos después. 

No tenían papel higiénico pero este invento del Imperio Romano les era igualmente efectivo

Se alcanzaron estándares sanitarios que no se superaron hasta siglos después. 

No tenían papel higiénico pero este invento del Imperio Romano les era igualmente efectivo

Se alcanzaron estándares sanitarios que no se superaron hasta siglos después. 

No tenían papel higiénico pero este invento del Imperio Romano les era igualmente efectivo

Se alcanzaron estándares sanitarios que no se superaron hasta siglos después. 

No tenían papel higiénico pero este invento del Imperio Romano les era igualmente efectivo

Se alcanzaron estándares sanitarios que no se superaron hasta siglos después. 

Letrinas para hombres, Éfeso.Getty Images

Mucho antes de que el papel higiénico formara parte de la vida cotidiana en todos los hogares, el Imperio Romano ya había desarrollado métodos avanzados y curiosos para mantener la higiene de su población. Uno de los más populares fue una esponja unida a un palo de madera conocida como tersorium xylospongium. Solía estar sumergida en agua con vinagre y disponible en las letrinas públicas para facilitar la limpieza después de hacer sus necesidades. 

Este peculiar invento compartido en baños colectivos era en la antigüedad lo más parecido al actual papel higiénico. Aunque algunos historiadores creen que el tersorium servía para limpiar las propias letrinas, muchos coinciden en que también era un instrumento de higiene personal. 

 Su uso era parte de un sistema de letrinas avanzadas para drenar los desechos y evitar su acumulación en las calles. Además, estos baños compartidos no ofrecían ninguna privacidad, permitiendo la socialización y el debate entre ciudadanos de distintas clases e incluso géneros.  

Un invento ingenioso pero poco higiénico 

Sin embargo, esta práctica no estaba exenta de riesgos, ya que el tersorium se usaba colectivamente, lo cual, si no se desinfectaba, podía propagar enfermedades. Por aquel entonces, solo los baños mejor gestionados se aseguraban de limpiar la esponja después de cada uso, lo que ayudaba a reducir infecciones y aseguraba un nivel de higiene sin precedentes.

A diferencia de otras civilizaciones, Roma priorizó la salud pública y el manejo eficiente de los desechos, alcanzando estándares sanitarios que no se superarían hasta siglos después. Estos avances hicieron que sus ciudades fueran más limpias que muchas capitales europeas hasta bien entrado el siglo XIX. Los romanos sentaron las bases para el saneamiento moderno, lo que nos hace recordar que incluso en la higiene, llegaron primero.

Mucho antes de que el papel higiénico formara parte de la vida cotidiana en todos los hogares, el Imperio Romano ya había desarrollado métodos avanzados y curiosos para mantener la higiene de su población. Uno de los más populares fue una esponja unida a un palo de madera conocida como tersorium xylospongium. Solía estar sumergida en agua con vinagre y disponible en las letrinas públicas para facilitar la limpieza después de hacer sus necesidades. 

Este peculiar invento compartido en baños colectivos era en la antigüedad lo más parecido al actual papel higiénico. Aunque algunos historiadores creen que el tersorium servía para limpiar las propias letrinas, muchos coinciden en que también era un instrumento de higiene personal. 

 Su uso era parte de un sistema de letrinas avanzadas para drenar los desechos y evitar su acumulación en las calles. Además, estos baños compartidos no ofrecían ninguna privacidad, permitiendo la socialización y el debate entre ciudadanos de distintas clases e incluso géneros.  

Un invento ingenioso pero poco higiénico 

Sin embargo, esta práctica no estaba exenta de riesgos, ya que el tersorium se usaba colectivamente, lo cual, si no se desinfectaba, podía propagar enfermedades. Por aquel entonces, solo los baños mejor gestionados se aseguraban de limpiar la esponja después de cada uso, lo que ayudaba a reducir infecciones y aseguraba un nivel de higiene sin precedentes.

A diferencia de otras civilizaciones, Roma priorizó la salud pública y el manejo eficiente de los desechos, alcanzando estándares sanitarios que no se superarían hasta siglos después. Estos avances hicieron que sus ciudades fueran más limpias que muchas capitales europeas hasta bien entrado el siglo XIX. Los romanos sentaron las bases para el saneamiento moderno, lo que nos hace recordar que incluso en la higiene, llegaron primero.

Mucho antes de que el papel higiénico formara parte de la vida cotidiana en todos los hogares, el Imperio Romano ya había desarrollado métodos avanzados y curiosos para mantener la higiene de su población. Uno de los más populares fue una esponja unida a un palo de madera conocida como tersorium xylospongium. Solía estar sumergida en agua con vinagre y disponible en las letrinas públicas para facilitar la limpieza después de hacer sus necesidades. 

Este peculiar invento compartido en baños colectivos era en la antigüedad lo más parecido al actual papel higiénico. Aunque algunos historiadores creen que el tersorium servía para limpiar las propias letrinas, muchos coinciden en que también era un instrumento de higiene personal. 

 Su uso era parte de un sistema de letrinas avanzadas para drenar los desechos y evitar su acumulación en las calles. Además, estos baños compartidos no ofrecían ninguna privacidad, permitiendo la socialización y el debate entre ciudadanos de distintas clases e incluso géneros.  

Un invento ingenioso pero poco higiénico 

Sin embargo, esta práctica no estaba exenta de riesgos, ya que el tersorium se usaba colectivamente, lo cual, si no se desinfectaba, podía propagar enfermedades. Por aquel entonces, solo los baños mejor gestionados se aseguraban de limpiar la esponja después de cada uso, lo que ayudaba a reducir infecciones y aseguraba un nivel de higiene sin precedentes.

A diferencia de otras civilizaciones, Roma priorizó la salud pública y el manejo eficiente de los desechos, alcanzando estándares sanitarios que no se superarían hasta siglos después. Estos avances hicieron que sus ciudades fueran más limpias que muchas capitales europeas hasta bien entrado el siglo XIX. Los romanos sentaron las bases para el saneamiento moderno, lo que nos hace recordar que incluso en la higiene, llegaron primero.

Mucho antes de que el papel higiénico formara parte de la vida cotidiana en todos los hogares, el Imperio Romano ya había desarrollado métodos avanzados y curiosos para mantener la higiene de su población. Uno de los más populares fue una esponja unida a un palo de madera conocida como tersorium xylospongium. Solía estar sumergida en agua con vinagre y disponible en las letrinas públicas para facilitar la limpieza después de hacer sus necesidades. 

Este peculiar invento compartido en baños colectivos era en la antigüedad lo más parecido al actual papel higiénico. Aunque algunos historiadores creen que el tersorium servía para limpiar las propias letrinas, muchos coinciden en que también era un instrumento de higiene personal. 

 Su uso era parte de un sistema de letrinas avanzadas para drenar los desechos y evitar su acumulación en las calles. Además, estos baños compartidos no ofrecían ninguna privacidad, permitiendo la socialización y el debate entre ciudadanos de distintas clases e incluso géneros.  

Un invento ingenioso pero poco higiénico 

Sin embargo, esta práctica no estaba exenta de riesgos, ya que el tersorium se usaba colectivamente, lo cual, si no se desinfectaba, podía propagar enfermedades. Por aquel entonces, solo los baños mejor gestionados se aseguraban de limpiar la esponja después de cada uso, lo que ayudaba a reducir infecciones y aseguraba un nivel de higiene sin precedentes.

A diferencia de otras civilizaciones, Roma priorizó la salud pública y el manejo eficiente de los desechos, alcanzando estándares sanitarios que no se superarían hasta siglos después. Estos avances hicieron que sus ciudades fueran más limpias que muchas capitales europeas hasta bien entrado el siglo XIX. Los romanos sentaron las bases para el saneamiento moderno, lo que nos hace recordar que incluso en la higiene, llegaron primero.

Mucho antes de que el papel higiénico formara parte de la vida cotidiana en todos los hogares, el Imperio Romano ya había desarrollado métodos avanzados y curiosos para mantener la higiene de su población. Uno de los más populares fue una esponja unida a un palo de madera conocida como tersorium xylospongium. Solía estar sumergida en agua con vinagre y disponible en las letrinas públicas para facilitar la limpieza después de hacer sus necesidades. 

Este peculiar invento compartido en baños colectivos era en la antigüedad lo más parecido al actual papel higiénico. Aunque algunos historiadores creen que el tersorium servía para limpiar las propias letrinas, muchos coinciden en que también era un instrumento de higiene personal. 

 Su uso era parte de un sistema de letrinas avanzadas para drenar los desechos y evitar su acumulación en las calles. Además, estos baños compartidos no ofrecían ninguna privacidad, permitiendo la socialización y el debate entre ciudadanos de distintas clases e incluso géneros.  

Un invento ingenioso pero poco higiénico 

Sin embargo, esta práctica no estaba exenta de riesgos, ya que el tersorium se usaba colectivamente, lo cual, si no se desinfectaba, podía propagar enfermedades. Por aquel entonces, solo los baños mejor gestionados se aseguraban de limpiar la esponja después de cada uso, lo que ayudaba a reducir infecciones y aseguraba un nivel de higiene sin precedentes.

A diferencia de otras civilizaciones, Roma priorizó la salud pública y el manejo eficiente de los desechos, alcanzando estándares sanitarios que no se superarían hasta siglos después. Estos avances hicieron que sus ciudades fueran más limpias que muchas capitales europeas hasta bien entrado el siglo XIX. Los romanos sentaron las bases para el saneamiento moderno, lo que nos hace recordar que incluso en la higiene, llegaron primero.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Soy redactora en El HuffPost España, donde te cuento las historias más curiosas y te intento ayudar a encontrar esos detalles que marcan la diferencia en la vida cotidiana.

 

Sobre qué temas escribo

Tengo el privilegio de escribir sobre una amplia variedad de temas, con un enfoque que abarca tanto actualidad como estilo de vida. Escribo con la intención de contarte historias que te interesen y ofrecerte información que hagan tu vida un poco más fácil.


Te ayudo a no caer en estafas, te doy consejos de salud y cuidado personal, además de recomendaciones de destinos para tu próximo viaje.


Mis artículos son un surtido de historias curiosas, viajes, cultura, estilo de vida, naturaleza, ¡y mucho más! Mi objetivo es despertar tu curiosidad y acompañarte con lecturas útiles y entretenidas.

  

Mi trayectoria

Soy madrileña, pero con raíces en Castilla-La Mancha. Estudié Periodismo en la Universidad Ceu San Pablo, aunque siempre digo que mi verdadera escuela ha sido El HuffPost, el lugar donde escribí mis primeras líneas como periodista. Empecé como becaria y ahora colaboro en este medio que me ha visto crecer.


Mi pasión por el periodismo nació en la infancia, cuando dibujaba las portadas de los medios deportivos y soñaba con convertirme en una de aquellas reporteras que veía en la televisión.

 


 

Cómo contactar conmigo: