Tim Burton abre de nuevo la ultratumba de los 90 con 'Bitelchús, Bitelchús'
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Tim Burton abre de nuevo la ultratumba de los 90 con 'Bitelchús, Bitelchús'

La cinta, que llega a los cines este viernes 6 de septiembre, revive la faceta más gótica y rococó del cineasta.

Michael Keaton en 'Bitelchús, Bitelchús'.Warner Bros.

Basta con mencionar tres veces su nombre para desatar el caos sobre la casa de Winter River. Las travesuras del bioexorcista Bitelchús fueron icónicas tras su estreno en 1988 y abrieron las aventuras en un universo gótico en el que se embaucarían numerosos fans con otras cintas como Eduardo Manos Tijeras. Y, como la nostalgia de los noventa y los dosmiles no deja de llenar la cultura pop, la secuela de Tim Burton, Bitelchús, Bitelchús, vuelve este viernes 6 de septiembre a los cines para recordar su era dorada.

Lo hace rodeado de su elenco clásico, lo más esperado de la cinta y requisito del director para volver a envolverse en el proyecto, liderado por Winona Ryder, que vuelve con una Lydia Deetz en toda su esencia, Michael Keaton con las mismas bromas y comentarios babosos del original, junto a una carismática Catherine O'Hara en la piel de Delia Deetz.

A ellos se suman una Jenna Ortega, que vuelve a encajar a la perfección en el universo Burton tras Miércoles (Netflix), Justin Theroux en la piel de un pseudo aliado Rory, una caricatura holliwodiense de la mano de Willen Dafoe y una “novia cadáver” que recuerda a Morticia Adams, interpretada por Mónica Bellucci.

  Catherine O'Hara, Jenna Ortega, Winona Ryder y Justin Theroux en 'Bitelchús'.Warner Bros.

Aunque el carácter del protagonista se mantiene, Keaton bromeó en la rueda de prensa del Festival de Venecia, donde se presentó la cinta, con que su personaje “había madurado”: “Mi personaje ha madurado. Es aún más fascinante y dulce. Es políticamente correcto, tiene este sentido social…”.

También hay un cambio en la Winona original, que mantiene una relación complicada con su hija a la que da vida Ortega. Para lograr esa química entre ambas, más allá de las comparaciones que han perseguido a la actriz de Miércoles, hicieron un trabajo previo.

“Creo que fueron tres días de rodaje. Winona y yo nos sentamos y finalmente tuvimos tiempo de tener una conversación real. Todo sucedió muy rápido. Pero una vez que empezamos a hablar, simplemente no nos movimos. Parecían horas. Y luego íbamos a su casa o ella venía a la mía. No tocamos nuestros móviles, no fuimos al baño y no bebimos agua. Nada. Fue increíble. Simplemente no podíamos parar”, contó Ortega en la rueda de prensa.

Los protagonistas salen de la ya icónica maqueta de Winter River para adentrarse en las oficinas burocráticas en el inframundo al puro estilo Burton: una estética rococó, con muertos azules y coloridos, prótesis, causas de fallecimiento disparatadas y vísceras fuera de lugar de todo tipo. Recordemos que el maquillaje de Bitelchús le hizo ganar el Oscar a Mejor maquillaje. 

  Winona Ryder y Michael Keaton en 'Bitelchús, Bitelchús'.Warner Bros.

Lo absurdo reina en el guion, al igual que en la primera cinta, en el que se mezclan distintas persecuciones y tramas, con alguna más asentada que otras —como la forzada persecución de Dolores (Mónica Bellucci) al protagonista—, para hacer las delicias de los fans.

Burton introduce flashbacks y cambios estilísticos introduciendo el stop motion estilo Frankenweenie en escenas como la del gusano de arena. Sin virtuosidades técnicas y rozando el absurdo consigue el efecto deseado de entretener y hacer reír al espectador, sin pretensión de generar una obra cumbre de su filmografía y sin la sorpresa que generaba la original.

Si la cinta está llena de guiños al universo burtoniano, más aún a la precuela con momentos como la reinterpetada en un coro estilo gospel Day-O (The Banana Boat Song) de Harry Belafonte, aunque en este caso las coreografías se reservan para el momento Soul Train, guiño al programa televisivo estadounidense que llevó el R&B y el soul a las casas, dejando rienda suelta a la música de la mano de Danny Elfman.

Burton deja atrás el interés por los remakes de Dumbo, Alicia en el país de las maravillas y Sombras tenebrosas, pero recupera la crítica social cargada de ironía. En los 90 se centraba en la especulación inmobiliaria, vuelve con las críticas a los gurús mediáticos, los influencers, la explotación de estrellas televisivas, las pseudoterapias y sus supuestos aliados deconstruidos. Algo que la BBC definió como "farsa alegremente alocada, llena de frases ingeniosas y grandes efectos prácticos".

Precisamente la vocación de Burton con esta cinta era divertirse. “En estos últimos años me sentí un poco decepcionado por la industria del cine”, dijo el cineasta a los periodistas en la presentación.

Esta cinta es para él un reencuentro con su esencia y así lo ha transmitido al espectador, que se encuentra con un Burton en estado puro con el que reírse y entretenerse sin pretensión de una obra perfecta. 

"Me había perdido a mí mismo. Quería hacer algo que me divirtiera, y rodar esta película ha sido toda una inyección de energía", añadió y recalcó que para ello ha sido fundamental rodearse de gente a la que "ama". Tal y como lo definió la revista Time, con esta cinta "Burton simplemente se permitió ser tonto y divertirse".

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Soy redactora de LIFE en El HuffPost España y mi misión es acercarte la última hora del mundo de la cultura, la música y el entretenimiento.

 

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Escribo principalmente de música, cultura, cine, series y entretenimiento porque, aunque sirva para desconectar, bailar o echar un rato entre palomitas, la cultura esconde mucho más. Evitando el elitismo, trato de tender la mano a las nuevas tendencias de la industria musical o del audiovisual a través de entrevistas con artistas emergentes —que pronto dejarán de serlo— y compaginarlo con el análisis de lo más mainstream como Taylor Swift o Bad Bunny.


En estos ocho años he cubierto los Goya, los Oscar, el Benidorm Fest o Eurovisión. Sí, soy la responsable de los memes que han inundado la cuenta de X de El HuffPost en Eurovisión. Siempre buscando un contenido cercano, sin perder el rigor, contando más allá de lo que se pueda ver en la pantalla.
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Mi trayectoria

Nací en Málaga, donde estudié Periodismo por vocación en la Universidad de Málaga, entre playlists de Spotify, discos y conciertos. Antes de incorporarme a El HuffPost en 2017, colaboré diversas revistas culturales y de entretenimiento. En 2016 trabajé en el departamento de comunicación de UPHO Festival, un festival de fotografía contemporánea urbana parte del proyecto europeo Urban Layers. Y, aunque sigo echando de menos Andalucía, me trasladé a Madrid para estudiar el Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo. En 2018, compaginé mi trabajo en El HuffPost con la coordinación de proyecto de la Bienal de Arte Contemporáneo de Fundación ONCE celebrada en CentroCentro. Desde 2017 trabajo en El HuffPost España, donde he logrado una nominación a los premios GLAAD y ser finalista de los Premios Papageno en 2022.

 


 

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