Sofía, joven de 28 años que trabaja en Madrid pero vive en Valladolid: "La casa que tengo es algo que en Madrid sería impensable"
Los alquileres en Madrid obligan a miles de trabajadores a vivir en provincias como Valladolid y viajar a diario más de 300 kilómetros para mantener su empleo en la capital.

El precio de compra y alquiler en la Comunidad de Madrid, y sobre todo en la capital, se ha puesto por las nubes, y muchos ciudadanos no pueden afrontar tal gasto, o bien les supone cercenar la mayor parte de su sueldo. La solución en cada vez más casos: trasladarse a las capitales de provincia más cercanas como Segovia, Ávila, Guadalajara y Valladolid, que si bien está más alejada, es la ciudad más grande cercana a Madrid y donde te "plantas" con el AVE en 55 minutos. Es el caso que expuso Sofía en el programa de Antena 3, Ahora Sonsoles. "Voy y vuelvo todos los días para ahorrar en alquiler", dijo en el espacio vespertino. En Valladolid, el alquiler medio ronda los 750 euros, muy lejos de las cifras madrileñas.
Sofía, de 28 años, consigue así una vivienda asequible a su bolsillo sin renunciar a trabajar en Madrid, donde hay muchas más oportunidades laborales. Es un caso más de los miles que se producen cada año, y cada vez más. En el caso de la capital vallisoletana, hay un dato muy revelador: por primera vez en más de 20 años lograba un superávit poblacional respecto a Madrid, aunque solo fuera con una diferencia de unas pocas personas. El flujo migratorio entre ambas ciudades se ha invertido.
Todo tiene sus sacrificios
Eso sí, no todo es de color de rosa, ya que siempre hay contras, como hacer más kilómetros en coche o en transporte público y tener que madrugar más. En el caso de Sofía, sale de casa a las 6:30 de la mañana y dedica casi cuatro horas diarias a trayectos en tren.
Pero cuidado, porque incluso en este caso, es igual de común viviendo en el mismo Madrid y tener que trabajar en localidades del cinturón metropolitano. Si consigues un piso cerca de Chamartín, donde paran los trenes de alta velocidad procedentes de Valladolid, puedes tardar menos en llegar a tu lugar de trabajo desde allí que desde, por ejemplo, Aranjuez o Pinto al centro o viceversa. Eso sí, el abono del AVE te saldrá más caro que el de Cercanías de RENFE, aunque en el caso de Sofía tiene que hacer un mix entre ambos: "Un día bueno tardo 1 hora y 45 minutos", señala, pero compensa el sacrificio de tiempo por un gran ahorro en vivienda y en calidad de vida: "La vida que tengo en Valladolid es impensable para alguien de 28 años en Madrid", agregó en el programa de Sonsoles Ónega.
A grandes males...
Su historia es solo una muestra de lo que está ocurriendo en la Comunidad de Madrid. El boom del alquiler, con precios que ya superan los 1.200 euros de media y picos de 1.500 euros en distritos como Centro, Salamanca o Chamberí, ha provocado un éxodo silencioso. Miles de jóvenes y trabajadores de renta media usan a diario trenes de alta velocidad, Cercanías y autobuses para mantener su empleo en la capital sin renunciar a una vida digna fuera de ella.
Todo ello provoca otro fenómeno nuevo: el de "provincia dormitorio", en sustitución a la de "ciudad dormitorio". Y es que el perímetro de vivienda por las nubes se ha ido ampliando a medida que la gente va trasladándose más y más lejos de la almendra central madrileña y aún más allá de la M-40, M-50..., lo que provoca a la vez, al no crecer la oferta en ninguna zona, que la demanda aumente más y más lejos y con ello también los precios, con lo que el nuevo éxodo se va fuera de la Comunidad de Madrid.
Ya no se trata solo de vivir en Móstoles o Alcalá de Henares. Cada vez más personas se marchan a Valladolid, Toledo, Ciudad Real, Cuenca o Guadalajara. La diferencia de precio entre alquilar en Madrid o hacerlo a 200 o 250 kilómetros puede llegar a 600 o 700 euros al mes, aunque vayan también aumentando paulatinamente en estas zonas.
No hay solución a corto plazo, según los expertos
Los expertos coinciden en que la presión sobre el mercado madrileño no disminuirá a corto plazo. La demanda supera con creces a la oferta disponible, y el parque de alquiler social es uno de los más reducidos de Europa. Las promociones privadas no logran absorber la demanda y los cambios legislativos no han frenado la escalada.
