Tres años de ChatGPT: los retos presentes y futuros de la IA tras el auge exponencial del chatbot de Sam Altman
Lo que OpenAI ha logrado con su asistente, con más de 800 millones de usuarios semanales, sigue sorprendiendo a todo el mundo. Aquel 30 de noviembre de 2022 en el que vio la luz, fue el pistoletazo de salida de una carrera meteórica por la IA.

Hay quien puede pensar que ChatGPT lleva entre nosotros casi tanto como Google, YouTube o cualquier otro buscador o red social que sigue copando el top-10 de las más utilizadas. Pero lo sorprendente es que el chatbot de OpenAI sólo lleva tres años entre nosotros.
El asistente inteligente de la compañía de Sam Altman cumple este domingo su tercer aniversario y lo hace en un momento en el que los retos futuros de la inteligencia artificial (IA), pero también presentes, son cada vez mayores.
Aquel 30 de noviembre de 2022, sólo supuso el pistoletazo de salida a una carrera estratosférica. OpenAI presentó "un modelo denominado ChatGPT" que buscaba interactuar "con los usuarios a modo de conversación". "Este formato de diálogo le permite a ChatGPT responder las preguntas que hacen los usuarios a posteriori, admitir errores, cuestionar las premisas que considera incorrectas y rechazar solicitudes inapropiadas", aseguró la compañía.
El lanzamiento fue un auténtico terremoto y lo que ha venido después, todo el mundo lo sabe. Por hablar en rasgos generales, OpenAI ha logrado convertirse en la compañía privada más valiosa del mundo, superando a la SpaceX de Elon Musk. A día de hoy, acumula más de 800 millones de usuarios semanales en todo el mundo.
Un inicio tan histórico como rocambolesco
El inicio de ChatGPT va a ser objeto de más de un documental en algunas de las plataformas de series más famosas. Por una parte, por los récords que el chatbot de la compañía de Sam Altman alcanzó, entre ellos, los 100 millones de usuarios que alcanzó en solo 60 días después de su lanzamiento.
Pero no fue oro todo lo que relucía. Antes de que se cumpliera el primer aniversario, OpenAI decidió prescindir de su fundador. Sam Altman tenía que dejar su cargo como director ejecutivo y la junta directiva.
"Agradecemos las numerosas contribuciones de Sam a la fundación y el crecimiento de OpenAI. Al mismo tiempo, creemos que es necesario un nuevo liderazgo a medida que avanzamos. Como líder de las funciones de investigación, producto y seguridad de la compañía", aseguró la junta directiva en el escrito.
Pero la situación cambió en cuestión de horas. Después de la amenaza de cientos de trabajadores de hacer un motín en la compañía, la start-up terminó recogiendo cable y anunciando que había llegado "a un acuerdo en principio para que Sam Altman regrese a OpenAI como CEO con una nueva junta directiva inicial".
Un presente y un futuro a rebosar de retos
El presente de la IA es el que es. ChatGPT sigue siendo el principal chatbot inteligente del mercado y, más allá de las fronteras de la compañía de Sam Altman, las grandes tecnológicas han cambiado su estrategia y han centrado sus pasos en tratar de elaborar un asistente a la altura.
Y hay muchos ejemplos de quien ha logrado escalar hasta hacer algo de competencia a ChatGPT. Quizá la más potente, Gemini, la plataforma de inteligencia artificial de Google, modelo multimodal capaz de generar texto, imágenes, audio y código. Perplexity AI, Claude, Microsoft Copilot, Grok o Meta AI son otras que han logrado no quedarse en fuera de juego.
Pero la línea general que se ha dibujado desde la aparición del chatbot de OpenAI refleja que la inteligencia artificial se ha convertido en el epicentro sobre el que están girando las grandes tecnológicas. Llegando, incluso, a ser clave en el mundo telefónico. Con herramientas inteligentes que buscan atraer a potenciales clientes potenciales. Firmas como Samsung, Google, Apple, OnePlus, Honor, Oppo o Xiaomi, entre muchas otras, ya han entrado en el mercado.
La compañía de Sam Altman no se ha quedado ahí y lleva tiempo actualizando a su asistente, pero también lanzando otras herramientas incorporadas en su buscador. Entre ellas, ha anunciado recientemente su primer navegador, ChatGPT Atlas o una nueva función para buscar productos y hacer compras, Shopping Research.
Por poner un ejemplo, un reciente estudio publicado por Science4Insights recoge que este tipo de chatbots se han convertido en una fuente confiable para los usuarios. Un 65% reconoce que ha usado la IA para tomar decisiones a la hora de hacer una compra y un 45% los prefiere antes que los consejos de familiares o amigos.
En la carrera que ChatGPT abrió el 30 de noviembre de 2022, todavía sigue habiendo bastante retos futuros. El primero, como en todas las redes sociales y plataformas, el de garantizar la seguridad de los datos de los usuarios. Algo que fue bastante controvertido desde el inicio del asistente de OpenAI.
Pero no es lo único. El uso de la IA para generar imágenes y vídeos creativos, con una calidad asombrosa que casi logra replicar una escena real, o en el caso de las canciones. Algunas herramientas se han usado para elaborar canciones con la voz de un conocido artista, sin su permiso y que termina haciéndose viral.
Quizá el mayor miedo sigue siendo el de si toda esa cantidad asombrosa de información que estas herramientas reciben de sus usuarios puede ser usado en nuestra contra y les hace crecer, poniendo en riesgo a la humanidad y, sobre todo, puestos de trabajo.
En una entrevista en El HuffPost a la periodista Karen Hao, autora del libro El imperio de la IA: Sam Altman y su carrera por dominar el mundo, habla de las compañías de IA como "imperios" y advierte de que, además de los efectos laborales y climáticos, también están los relacionados con la salud.
"Estamos viendo importantes problemas de vulneración de la privacidad de datos y de propiedad intelectual y la avalancha de casos de salud mental derivados de estos modelos existentes en la sociedad, que están creando adicción en algunos usuarios", avisa.
"Esto está empezando a ejercer una presión real sobre las empresas, así como sobre los reguladores y legisladores, para que hagan algo y exijan responsabilidades a estas compañías", asegura.
Sin duda, son muchos los retos para que la IA se garantice como una función real. Pero uno de los más peligrosos es el de que se convierta en un amigo, en una persona cercana y, en cierta forma, convierta su función básica en una conexión especial con el usuario. Desde recomendaciones médicas, alimenticias o cualquier consejo que pueda afectar en la salud mental de la gente.
