Muchos usan estos productos de limpieza para la vitrocerámica y resulta que es un gran error
Si la superficie está muy deteriorada, los problemas van más allá de la estética.

Una placa vitrocerámica puede mantener durante años un aspecto elegante siempre que esté bien cuidada, pero su superficie de vidrio es mucho más delicada de lo que parece. Los arañazos, aunque habituales, generan preocupación tanto por la estética como por la posible pérdida de eficiencia al cocinar. La superficie puede dañarse simplemente al deslizar una olla cuyo fondo tenga pequeñas irregularidades o cuando quedan restos de azúcar, sal u otras partículas duras que actúan como una lija microscópica. También influyen los errores de limpieza: una esponja demasiado abrasiva o un limpiador agresivo puede dejar marcas visibles al instante o pequeñas microfisuras que se acumulan con el uso diario.
Eliminar por completo un arañazo en la vitrocerámica no es posible; los productos que podrían rellenarlo no soportan las altas temperaturas y se expanden o se deterioran al primer uso. Sin embargo, sí es factible disimularlos para que la superficie vuelva a verse uniforme. Para ello suelen emplearse pulimentos específicos que contienen partículas abrasivas muy finas. Estos productos no reparan el daño, pero redondean los bordes del arañazo y hacen que la luz se refleje de forma más homogénea, lo que reduce notablemente la visibilidad del defecto. En el caso de marcas muy leves, una pasta de dientes no en gel puede funcionar como un pulido suave improvisado, aunque su efecto es limitado. Tanto la vitrocerámica como las placas de inducción comparten este tipo de superficie, así que los métodos son los mismos para ambas.
La mayoría de arañazos se producen por descuidos cotidianos: utensilios sucios, restos de comida cristalizados, bases metálicas rugosas o cubiertos dejados sobre la placa. Incluso mover una olla unos centímetros puede provocar una marca si hay alguna partícula atrapada debajo. Por eso la prevención es clave. Mantener la placa siempre limpia y libre de granos, revisar el fondo de los recipientes antes de usarlos, evitar arrastrarlos y optar por paños suaves en la limpieza diaria ayuda a prolongar la vida útil de la superficie. También conviene cubrir la placa cuando no se usa y evitar productos abrasivos como cremas fuertes, quitagrasas potentes o estropajos metálicos.
Si la superficie está muy deteriorada, los problemas van más allá de la estética. Una placa con rayones profundos puede calentar de forma irregular, consumir más energía o incluso generar tensiones que acaben en una rotura. En esos casos quizá sea más seguro sustituirla. Para mantenerla en buen estado el mayor tiempo posible, es recomendable aplicar un cuidado constante y evitar la acumulación de daños.
Consejos adicionales: si quieres saber rápidamente si un arañazo es superficial, prueba a deslizar la uña perpendicularmente; si no se engancha, podrás disimularlo con pulido. Evita colocar sartenes recién lavadas directamente en la placa, porque el agua arrastra residuos metálicos que rayan al calentarse. Limpia siempre con microfibra realizando movimientos circulares. Si se derrama azúcar o caramelo, deja que enfríe totalmente antes de retirarlo con rasqueta, porque el azúcar caliente es especialmente abrasivo. Y si cocinas con frecuencia, una tapa protectora de vidrio templado puede evitar muchos golpes y fricciones innecesarias.
