Alfredo Corell: "Cuando ya tienes el catarro o la gripe, ni compres vitamina C en la farmacia ni te infles a zumos de naranja porque no vale para nada"
Entrevista con el catedrático, que publica 'Inmunidad en forma' para conocer cómo funciona nuestro sistema inmune.

Alfredo Corell entró en las casas de los españoles a través de la televisión a raíz del estallido del covid. El inmunólogo fue uno de los expertos que, en aquel momento, explicaba de manera entendible cómo se contagiaba el virus, qué suponían las variantes o qué medidas de higiene y seguridad era recomendable tomar. Lo hacía además con lo que, en conversación telefónica con El HuffPost, él llama su "marca de la casa", ya fuera con su escudo del Capitán América de fondo en sus conexiones o poniendo chinchetas y pinzas de la ropa a unas pelotas para simular el virus.
Ese sello propio lo ha trasladado al libro que acaba de lanzar, Inmunidad en forma (Planeta), para que cualquiera puede entender nuestro sistema inmunitario, algo que nos suele "interesar muchísimo" y a lo que apelan como reclamo algunos alimentos y suplementos, pero cuyo funcionamiento no solemos conocer bien.
Al catedrático le preocupa que su mensaje sea comprensible para cualquiera, algo que le ha parecido más difícil de lograr en papel: "En televisión puedes sacar un muñequito, pero en un libro no". Sin embargo, logra salvar las distancias explicando cómo actúan las defensas recurriendo a los ewoks o los jedis de Star Wars.
Esa habilidad didáctica convive con el rigor, con el que explica por ejemplo que el sistema inmunitario no funciona igual en los hombres que en las mujeres, tanto en la inmunidad innata o natural como en la adaptativa, que es la que se desarrolla a lo largo del tiempo como respuesta a exposiciones específicas. "¿Esto a qué nos lleva? Te voy a decir generalidades, porque no es una cosa cien por cien. A que los hombres seamos más proclives a tener cánceres, porque fallan las defensas antes, y a tener más infecciones graves. Si te acuerdas, el covid grave era mucho más frecuente en varones que en mujeres. Las del hombre son enfermedades por defecto de defensas y las de las mujeres, en cambio, son enfermedades por exceso: ahí están las alergias, las autoinmunitarias”, puntualiza.
Ser hombre o mujer también repercute en la respuesta a las vacunas: "Esto se ha sabido recientemente, porque también hay un bias [sesgo] histórico machista en el uso de los ensayos médicos y de todo tipo de fármacos. Normalmente los que participaban eran varones, y si se participaba mixto no se hacía distinción. Ahora que ya se analizan diferencias por sexo se está viendo que las mujeres responden en general más". Corell resalta que incluso ya “se ajustan las vacunas para niños y ancianos”, por lo que “no es descartable que en poco tiempo se ajusten las vacunas también por sexo”.
En el libro, Corell se detiene en qué comer o no comer para tener unas buenas defensas. Preguntado por, con el conocimiento que tiene, si hay algo que sí o sí se asegure de que no falte en su dieta habitual, responde que un alimento probiótico al día: "Ya puede ser yogur blanco o una leche fermentada con lactobacillus, que es en el fondo un yogur líquido con lactobacillus, o un kéfir". También menciona el "maravilloso" aceite de oliva, las frutas, que en su casa no faltan "nunca" o las verduras, mejor si son de temporada.
Agrega que excluye "los hidratos de carbono refinados"; los toma, pero integrales: "Tengo hasta arroz y pasta integral en casa. Pero, si de pronto un día estoy fuera y me apetece comer un poco de pan y no hay integral, no me pasa nada. Yo no soy extremista".
El inmunólogo también lamenta que cada vez se tome menos pescado azul, que aporta "muchas cosas interesantes para el sistema inmunitario, como por ejemplo los ácidos grasos omega-3". Apostilla que además del atún o el salmón, fuera de temporada se puede recurrir al ahumado o a los enlatados, como el atún o las sardinas: "No tiene por qué ser todo fresco".
Sobre el 'poder' que se le otorga a algunos alimentos, como la naranja, para evitar resfriarse, puntualiza que se sabe que la vitamina C de los cítricos previene —"Y no es muy fuerte la prevención”, matiza— los catarros. "Ahora, cuando ya tienes el catarro o la gripe, ni compres vitamina C en la farmacia ni te infles a zumos de naranja porque no vale para nada", sentencia. "Si la tenemos en el día a día, la vitamina C, perfecto, vamos a tener menos propensión a estas infecciones. Suplementarla, si tomas de todo, no tiene tampoco ningún sentido", añade.
Acerca de otra vitamina (ésta algo más particular), la D, el catedrático señala que es "uno de los nutrientes más interesantes para el sistema inmunitario": "Un 20% se debe a los alimentos y el 80% la sintetizamos con nuestro propio cuerpo a partir de la exposición a la luz del sol". Su consejo entonces es exponer al sol unos 10 o 15 minutos al día la cara y los antebrazos en horas que no sean las centrales del día. "Si tú estás con cremas o con algún tipo de tratamiento con protección solar, tienes que saber que te va a reducir la producción de vitamina D, no se va a anular, pero se va a reducir. Entonces tendrías que ponerte más tiempo, pero tampoco pasarte, porque una exposición ya sabemos que puede ser desarrollo de cánceres de piel", advierte.

También aclara la diferencia entre prebiótico y probiótico, ambos importantes: "El probiótico es la bacteria, es el microorganismo vivo. Están los fermentos como el yogur y como el kéfir, por ejemplo. Y el prebiótico son los alimentos de los probióticos, son lo que esas bacterias comen para crecer en nuestro intestino. Esos prebióticos normalmente son fibras, como las que tenemos en muchas frutas y verduras”. Remarca que no hace falta suplementarlas "si eres una persona sana y no tienes excluido ningún grupo de alimentos": "Con una alimentación rica y completa en todo y ya está".
En la última parte del libro, Corell analiza ciertos productos que utilizan el reclamo de ser buenos para las defensas, para determinar si merecen la pena o si es meramente marketing: "Hay cosas que sorprenden porque son mejores de lo que tú pensabas y cosas que sorprenden porque son peores de lo que tú pensabas. Para hacer esa parte, que ha sido la más costosa del libro, he tenido que hacer una investigación profunda en muchísimas bases de datos". Incide en que en algunos casos "realmente no es que te estén vendiendo nada nuevo, sino que dentro de ese producto hay una serie de vitaminas o de minerales que potencian las defensas": "Entonces, claro, como están en el interior, dicen que potencian las defensas, pero lo que es la parte del producto estrella que se te vende, no vale para nada o no está demostrado que valga para mucho".
"Por ejemplo, uno de los más decepcionantes aquí es un producto que yo cada vez oigo más de él y que toma más gente y que además se vende en un formato piramidal. Tienes que comprarlo en grandes cantidades y se lo pasas a tus amigos y vecinos", asegura. En el lado contrario, "una sorpresa interesante es el Actimel, que tiene mucha medición por detrás y que vale en algunas ocasiones para personas sanas, pero en otras, por ejemplo, tiene una indicación muy clara para niños o personas mayores con diarreas, porque ayuda a que las diarreas sean menores y se curen antes".
Ahora que se cumplen cinco años de la pandemia, el inmunólogo reconoce que, en lo personal, la exposición mediática en la época del coronavirus le pasó factura: "Yo tuve una ansiedad del estrés como en pocas épocas de mi vida y además se deterioraron mis relaciones familiares, con lo cual hubo una factura muy dura".
Asegura que daría para "una entrevista entera" responder qué lección hemos aprendido bien y cuál no de la pandemia, ahora que se han cumplido cinco años. "Yo quiero pensar que la población sabe ahora mismo más de higiene, tanto de manos, como de hogar, como respiratoria. Y que si uno tiene fiebre y tos, no se va a trabajar o si tiene que ir a trabajar se pone mascarilla. Yo creo que esto lo hemos aprendido y quiero creerlo al menos".
"O quiero creer que si entras en un centro comercial y tocas cosas que toca mucha gente o entras en un baño y haces tus necesidades, te lavas las manos después. O quiero creer que tu casa la aireas a ser posible todos los días para evitar que se queden en el ambiente virus o bacterias. También creo que hemos aprendido a hacer este diagnóstico doméstico de los test de antígenos, que son tan útiles para saber que tienes algo y no exponer a tus personas del entorno", prosigue.

Destaca también que la población ha tomado más conciencia de la importancia de la ciencia, aunque temas pendientes quedan "muchísimos". "Sabemos, por ejemplo, que el coronavirus y muchas enfermedades respiratorias se transmiten por el ambiente y no hay una regulación del aire de los locales cerrados, ni de centros comerciales, ni de centros públicos", lamenta.
También indica que "hemos perdido la opción de hacer una legislación para este tipo de emergencias sanitarias": "En este momento hay una Agencia Nacional de Salud Pública que está siendo fruto de confrontaciones políticas, en vez de ponerse todos de acuerdo y sacarla adelante".
Sobre el recorte de fondos en la OMS, recuerda que Estados Unidos, "uno de sus socios principales" está en proceso de retirada, por lo que ahora es "menos influyente, menos importante".
"Creo que tenemos que colaborar mejor. La pandemia también nos enseñó a los científicos que la colaboración era buena. Entre otras cosas, gracias a la colaboración, se consiguieron vacunas en tiempo récord. Creo que la colaboración, tanto a nivel científico como a nivel político y social, es imprescindible para abordar el futuro", reflexiona. Como señala, el deterioro del planeta es el caldo de cultivo para posibles pandemias: "No solo es nuestra salud, es la salud de los animales y la salud del medio ambiente. Cuanto esto esté más deteriorado, se producirán más saltos de virus y bacterias al hombre". A su juicio, "no es el momento de dividir y de separarse de organismos, sino de sumar".