Radiografía de la cultura de la dieta en España: sin seguimiento especializado y el ayuno intermitente como 'rey'
Dos especialistas analizan la situación de las llamadas "dietas milagro" y dan unas pautas para una alimentación saludable.
La dieta ha rondado las casas españolas desde tiempos inmemoriales. Un patrón que se repite bajo comentarios como "no puedo, estoy a dieta" o "después de este atracón, el lunes me pongo a plan". Ese régimen, que tanto se ha repetido, es generalmente sin un asesoramiento médico y, en algunos casos, siguiendo las llamadas "dietas milagro".
Esto es lo que refleja el informe Estrategias Rápidas de Pérdida de Peso en la Población Española, que presentaron este martes Fundación MAPFRE y la Academia Española de Nutrición y Dietética, donde se ve que siete de cada 10 españoles han intentado perder peso alguna vez, con una media de siete intentos.
Además, recoge que cuando se analizaron comportamientos relacionados, como la restricción de carbohidratos o el uso de sustitutivos de comida, el porcentaje aumentó al 35%.
De entre las dietas para perder peso más populares el ayuno intermitente fue la más utilizada (30,3% de los encuestados), seguida por las dietas de muy bajo aporte calórico (20,4%) y la dieta detox (10,7%). Las personas que más han seguido estas dieta son principalmente las mujeres y las personas jóvenes.
No obstante, los expertos son claros: estas estrategias sin supervisión médica aumentan el riesgo de carencias nutricionales y efectos adversos como fatiga y alteraciones metabólicas y, en muchos casos, se produce el efecto rebote.
Por qué triunfan estas dietas "milagro"
Entre las principales personas que recurren a estas dietas se encuentran las personas con obesidad (un 44%) y las que tienen sobrepeso. La presión social unida a la frustración por no perder peso rápido sin asesoramiento hacen que caigan en estas estrategias.
"Las personas que sufren sobrepeso y obesidad tienen una frustración constante porque generalmente cuando pierden el peso lo acaban recuperando", señala a El HuffPost Giuseppe Russolillo Femenías, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
Además, recuerda que "las personas se someten a este tipo de dietas a sabiendas de que es peligroso para su salud porque no perciben los riesgos a corto plazo". "Los efectos secundarios o los posibles daños que pueden tener estas dietas sobre la salud son a corto y a medio largo plazo", indica, pese a que los datos apuntan a que a corto plazo la mayoría de los participantes recuperan un 90% del peso que han perdido.
"La población se agarra un clavo ardiendo para perder peso, porque vivimos en una dictadura de una imagen corporal muy concreta, sobre todo los jóvenes y las mujeres", explica y recuerda que las personas mayores siguen dietas más guiados por problemas de salud.
Precisamente esta desesperación, según Russolillo, les lleva a no pensar en los efectos que pueden tener estas dietas: "No ven que de aquí a cinco años van a tener problemas en su regulación hormonal, van a tener un problema en su riñón, en su hígado, etcétera, etc.".
La inconsistencia y la inmediatez de los resultados que se ofertan tras estas dietas son otros de los factores que condicionan su popularidad. Miguel Ignacio López Ramiro, médico especialista en medicina familiar y comunitaria, farmacéutico y colaborador de Schwabe Farma Ibérica, recuerda a El HuffPost que factores sociales como la llegada del verano hacen que se sumen más personas siguiendo dinámicas inconstantes y dañinas. "Me machaco ahora, me hago una dieta muy estricta, etc. Ahora viene la Semana Santa, nos saltamos para la dieta, como mucha grasa que va en detrimento y en perjuicio de la salud y de la muerte de los microorganismos beneficiosos. Y, después de la Semana Santa, me quedan dos meses y me tengo que poner otra vez", explica.
"Es como cuando uno estudia para un examen dándose un atracón, eso no sirve para nada. Si yo me machaco y luego estoy comiendo mal, haciendo muchos ejercicios y no lo alargo en el tiempo, esto es más perjuicio-beneficio", compara.
El ayuno intermitente, con beneficios, pero no apto para todos los públicos
El popular ayuno intermitente, popularizado en los últimos años tanto por especialistas como por personalidades en redes sociales, consiste en dejar ventanas de horas o días de consumo de comida y otras tantas de ayuno. Por ejemplo, ayunar días alternos (dos días de ayuno y cinco de comidas) o ayunar durante ocho o 12 horas y dejar otras 12 o 16 horas de comida, siempre siguiendo una dieta hipocalórica.
Entre los beneficios que asocia la evidencia científica a esta dieta está una mejora del perfil lipídico o, tal y como indican en el estudio publicado en The New England Journal of Medicine, "un cambio metabólico de energía basada en glucosa a energía basada en cetonas, con mayor resistencia al estrés, mayor longevidad y menor incidencia de enfermedades, incluido el cáncer y la obesidad".
No obstante, la bajada de peso no ha sido el principal efecto de estas rutinas. "Cuando tú coges el ayuno intermitente y lo usas para perder peso es donde realmente existe un riesgo, sobre todo cuando no hay un profesional de la salud que monitorice ese proceso", señala Russolillo, quien recuerda que este tipo de ayuno puede ser muy interesante para personas con ciertas patologías siempre con seguimiento médico, pero no todo el mundo puede llevarlo a cabo.
"Antes hay que hacer una primera evaluación, no solamente clínica y biológica del propio metabolismo, sino también psicológica, porque igual hay una persona con un trastorno de la conducta alimentaria oculto, y ese ayuno intermitente lo que hace es complicar más la situación y acaba con un problema grave", señala. "El problema no es el ayuno en sí, el problema es el uso que se le está dando y por personas que no se han hecho un diagnóstico para saber si son candidatas a hacer ayunos, porque igual tienen una diabetes oculta y lo complicas más", indica y recuerda que personas con problemas cardiovasculares pueden tener efectos contraproducentes si en las horas en las que comes lo haces sin ningún tipo de control ni restricción.
Para el nutricionista, el problema no es por la dieta en sí sino que "la gente la usa con una con una temeridad porque no palpan directamente lo que les puede pasar" a medio o largo plazo. "Si después de hacer 10 días de ayuno intermitente a uno le diera un infarto, perdiera un riñón o tuviera diabetes, nadie haría ayuno intermitente", recalca.
Por su parte, López recuerda que con este tipo de dieta se "pierde un poco de peso", pero recuerda que hay que ser precavidos con los efectos que puede tener en otras dolencias como "la depresión, la hipertensión u otras enfermedades mentales, diabetes".
"El ayuno intermitente hace que las bacterias que tenemos nosotros en el intestino puedan sufrir cierta alteración. Por la falta de nutrientes, mi organismo, para poder sobrevivir y para poder crecer lo que hace es que fermenta esos nutrientes para desarrollarse dentro del tubo digestivo", explica.
"Ciertamente se ha visto que ayunar unas 12 horas parece que fortalece la microbiota intestinal, en ese aspecto parece que sí es beneficioso, pero dentro de un orden", explica y recuerda que "no es para todo el mundo".
"Nosotros siempre nos dejamos llevar por lo que vemos en internet, por lo que vemos en las redes sociales, pero desconocemos realmente si tenemos un problema de salud subyacente que puede ponerse de manifiesto en el cuando se hace el ayuno intermitente o el abuso en la dieta", añade.
Qué efectos nocivos tienen estas dietas y cómo perder peso de forma saludable
Más allá del ayuno, el informe de Mapfre y la Academia Española de Nutrición apunta a otras tendencias como restringir nutrientes como los hidratos de carbono (en el caso 43% de los encuestados), el uso de productos dietéticos (13%), consumir laxantes o diuréticos (8%) o saltarse dos o más comidas al día (12%).
Si bien la restricción de carbohidratos a corto plazo, según los estudios, puede mostrar una significativa pérdida de peso. A largo plazo, de meses a años, puede tener asociadas complicaciones que van desde arritmias a disfunción eréctil, daño renal o mayor riesgo de cáncer.
Por ejemplo, la dieta cetogénica o keto, seguida por el 9,2% de los encuestados en el estudio, restringe el consumo de hidratos y aumenta el consumo de grasas y proteínas. Esta estrategia, según Harvard, se asocia con un aumento del colesterol LDL 'malo', vinculado a su vez con enfermedades cardiacas. Además, señalan que "tanta grasa que metabolizar, la dieta podría agravar cualquier afección hepática existente".
Tal y como indica López, disminuir determinados nutrientes es algo que se ha estudiado especialmente en el caso de reducir los hidratos de carbono a favor de las proteínas. El especialista recalca que la clave es una "dieta equilibrada".
"Tiene que ser por ejemplo la dieta mediterránea o la dieta atlántica. Se ha visto que el pescado de los mariscos, los hidratos de carbono y las proteínas en un porcentaje determinado hacen que tengamos un equilibrio dentro de nuestro organismo y que los microorganismos beneficiosos proliferen dentro de nuestro cuerpo para modular el sistema inmune", explica.
Para él, "la dieta reduciendo los hidratos de carbono produce una alteración, una muerte de los microorganismos beneficiosos por los perjudiciales", pero más allá de nivel microbiótico con consecuencias en el intestino provocando estreñimiento y alteraciones en el ritmo intestinal, también puede alterar la salud mental y el sistema nervioso. "Hay una conexión entre intestino y cerebro que, al morir los microorganismos beneficiosos y proliferar los perjudiciales, manda una serie de señales al sistema nervioso provocando irritabilidad, problemas de ansiedad, problemas de depresión...", explica. "Un intestino feliz hace que una mente sea feliz", añade.
Russolillo recuerda que a corto plazo las dietas sin control pueden tener consecuencias variadas que van desde "dolores de cabeza, estreñimiento, malestar general o diarreas" a "astenia, arritmias o cansancio". No obstante, el problema más grave está en los efectos a largo plazo, concretamente entre cinco y siete años tras hacer estas dietas.
"Si uno tuviera un infarto, un problema hepático o renal a los cinco días de haber empezado una dieta, yo creo que nadie haría una dieta milagro", señala el nutricionista y achaca el principal problema de la popularidad de estas dietas a que no se percibe un riesgo: "Generalmente cuando aparece la patología que ha provocado llevar este tipo de dieta no la asocian a eso".
A una dieta equilibrada y controlada siempre supervisada por un especialista, los especialistas piden sumar ejercicio físico moderado diario. Además, López recomienda consumir probióticos: "Se ha visto que hay una modulación a nivel del sistema nervioso actuando sobre el hipotálamo y otras series de mediadores para eliminar grasa y pérdida de peso".
"Las claves son comer bien, comida bien hecha diariamente, y para que los beneficios se vean en el tiempo y tengamos un hábito de bien saludable que nos lleve a un buen cuerpo, a una buena mente y a un buen estado de salud. Esa es la clave fundamental", explica el médico y recuerda que esto tiene consecuencias directas en la prevención de enfermedades como el cáncer colorrectal, el más frecuente en España.
Los 'gurús' y el lucro detrás de estas dietas
Muchas de estas dietas llamadas "milagro" se popularizan a través de redes sociales y plataformas, suponiendo un negocio lucrativo para quienes las incentivan. De hecho, en 2024 el informe Dietas milagro y la sociedad española de la Academia Española de Nutrición y Dietética y la Fundación Mapfre, mostraba que los españoles gastaron 2.000 millones de euros al año en este tipo de regímenes alimenticios.
Russolillo recuerda que en redes sociales se ofertan numerosas dietas en redes sociales: "A no ser que sea certificado y acreditado por un dietista nutricionista colegiado, es susceptible de estafa y engaño".
"Los defraudadores saben que existe una frustración brutal en las personas con sobrepeso y obesidad, que esa desesperación les va a hacer picar el anzuelo", indica el nutricionista y explica que hay que comprobar que esa persona que recomienda la dieta no sea un "gurú" y sea un nutricionista o médico colegiado.
"Tienen que ver claramente el número de colegiado y todo lo que sea que se salga de una dietista nutricionista colegiado o de un médico correctamente cualificado, que se pueda ver su nombre, su número colegiado y que está publicado en la web de su colegio profesional. Todo lo demás es un engaño", enfatiza.
Las redes sociales como Instagram y TikTok son el principal caladero de estos estafadores y supuestos asesores nutricionales sin certificar y también donde más se han popularizado estas dietas. El hashtag #ayunointermitente cuenta con 170.000 vídeos en TikTok.
Con respecto a si debería de haber una regulación más estricta en la difusión en redes sociales de estos contenidos, Russolillo indica que debería de haber "mayor alfabetización alimentaria y educación" y mayor inversión en nutrición en el "sistema sanitario público" ya que ahora mismo las consultas nutricionales solo son accesibles de forma privada.
"España es el único país en la Unión Europea que no tiene nutricionistas en el sistema sanitario público y las poblaciones con menos poder adquisitivo son las más golpeadas por la obesidad, por lo tanto, es quien más lo necesita", señala y recuerda que "por más que censuremos, siempre van a encontrar esos estafadores y estas personas que sin información se ponen a hablar de nutrición en redes sociales".