Un total de 1.412 voluntarios vascos se ha sumado a una de las investigaciones médicas más ambiciosas del momento: descifrar los factores ocultos del cáncer de pulmón. Lo hacen dentro del proyecto europeo LUCIA (Understanding Lung Cancer-Related Risk Factors and their Impact), que ha logrado implicar a miles de ciudadanos en Euskadi, Andalucía, Bélgica y Letonia para escarbar en los datos y detectar las claves de un tumor que mata más que el de mama y el de colon juntos.

A pesar de que hasta hace poco se vinculaba casi en exclusiva a hombres mayores y fumadores, el cáncer de pulmón ha empezado a dar la cara en personas más jóvenes, muchas de ellas mujeres, y con perfiles que no encajan en los criterios tradicionales. Gracias a este programa de cribado, el instituto Biobizkaia ha podido detectar ya tres tumores en fase inicial en pacientes que, según los estándares del estudio Nelson, no habrían entrado en ninguna prueba. “Los tres son exfumadores, pero llevaban sin fumar la friolera de 36, 25 y 26 años”, señala la doctora Eunate Arana, responsable de Coordinación Científica del centro vasco.

El objetivo es claro: recopilar el mayor volumen posible de información para analizarla con inteligencia artificial y poder establecer un sistema eficaz de cribado. Cuanto antes se detecte este tipo de cáncer, más posibilidades hay de frenarlo. El Departamento de Salud del Gobierno vasco estudia sumarse a la línea abierta ya en países como Reino Unido y los Países Bajos, donde se han implantado programas de detección temprana. “Pero necesitamos saber a quién hay que invitar al cribado”, subraya Arana. Por eso, el estudio también recoge datos de geolocalización para trazar exposiciones a contaminantes, ya sea por motivos laborales o ambientales.

Nódulos pulmonares, escáneres y pruebas con aliento

Una de las conclusiones más llamativas que ha dejado esta primera fase del proyecto es que el 26% de los participantes tenía nódulos en los pulmones con distinto grado de posible malignidad. “Pillados a tiempo, estos nódulos son operables y equivalen a los pólipos del cáncer colorrectal”, explica gráficamente la doctora Arana. Ese tipo de hallazgos refuerza la necesidad de revisar los filtros con los que hasta ahora se decidía quién debía someterse a un control.

Entre los obstáculos para generalizar los cribados figura la herramienta más eficaz disponible hasta ahora: el escáner de baja dosis. A pesar de sus buenos resultados, se trata de una técnica cara, que implica radiación, y que no resulta fácil de asumir para los sistemas sanitarios. Por eso el equipo de LUCIA trabaja también en dispositivos de diagnóstico menos invasivos y más baratos, capaces de actuar como un preescáner. Están probando sistemas de detección en aliento, sudor y sangre, al estilo del test de sangre oculta en heces que se utiliza para el cáncer de colon. “Un test de cribado no puede ser caro, debe ser fácil de usar y coste efectivo”, insiste Arana.

Otra de las aportaciones del proyecto tiene que ver con el cambio de hábitos. Aunque los fumadores son quienes menos participan —porque muchos prefieren no saber qué posibilidades tienen de desarrollar la enfermedad—, el estudio ha conseguido que el 20% de los inscritos deje el tabaco. Un éxito nada menor, teniendo en cuenta el perfil de riesgo que se intenta contener.

La próxima gran cita del estudio tendrá lugar en Bilbao el 27 de mayo. Expertos internacionales como la doctora Carlijn van der Aalst, del estudio Nelson, y David Ritchie, de la Organización Mundial de la Salud, se darán cita en una jornada científica para presentar los primeros resultados y discutir los siguientes pasos de un proyecto que aspira a cambiar para siempre la manera de enfrentarse al cáncer de pulmón.