Hay vida más allá del Satisfyer: la alcachofa de ducha se reivindica como juguete sexual

Hay vida más allá del Satisfyer: la alcachofa de ducha se reivindica como juguete sexual

Muchas mujeres sintieron placer por primera vez utilizando el cabezal de la ducha y ahora se ha lanzando una alcachofa pensada específicamente para la masturbación. 

Una alcachofa de duchaGetty Images/iStockphoto

El Satisfyer empujó la conversación sobre el placer femenino con su boom hace cuatro años, aunque la masturbación de las mujeres todavía está envuelta en un halo de culpa y tabú. Pero hay vida más allá del succionador de clítoris y, de hecho, muchas mujeres tuvieron sus primeras experiencias con un objeto al alcance de cualquiera en todas las casas: la alcachofa de la ducha.

Según datos de una encuesta publicada por la marca de juguetes eróticos alemana Womanizer, 7 de cada 10 mujeres se han masturbado en la ducha o en la bañera, y la mitad aseguran que la primera vez fue antes de cumplir 18 años, siendo todavía adolescentes. Además, el 29% de las mujeres encuestadas aseguran que se masturban al menos dos veces a la semana en la ducha.

Si se echa un vistazo a los resultados en España, la fotografía es similar. El 56% de las encuestadas utilizó el cabezal de la ducha para masturbarse por primera vez antes de la mayoría de edad y el 20% de las mujeres españolas utilizan la ducha para masturbarse al menos una vez a la semana.

Por eso desde Womanizer han lanzado un nuevo juguete erótico enfocado directamente para la masturbación en ese espacio que es básicamente una alcachofa de ducha optimizada y profesionalizada. Se llama Wave y puede camuflarse en cualquier ducha ya que tiene el aspecto de un cabezal más. La marca lo ha diseñado en colaboración con la marca de grifería alemana Hansgrohe y cuenta con tres chorros diferentes en función de la estimulación que se desee en cada momento, además de poder regular la intensidad.

“Al final el momento de la ducha muchas veces es uno de los pocos momentos que tenemos en el día para relajarnos, para estar a gusto, para cuidarnos de una manera un poquito más consciente y la masturbación es una forma de darnos placer y la alcachofa de la ducha está ahí a mano”, explica Ana Lombardía, experta en bienestar y salud sexual de Womanizer. “Con Wave lo que hacemos es profesionalizar esto, darle una intención todavía más clara y que un objeto cotidiano como es la alcachofa de la ducha, que ya de por sí nos ayuda a relajarnos y a darnos placer, pues que le pongamos un poco más de intencionalidad en ese aspecto”, añade.

Para ella, siempre es positivo sacar un rato durante el día para el placer. “Creo que lamentablemente la estructura social en la que vivimos pues no fomenta el que nos cuidemos en el día a día. Tenemos que trabajar un montón de horas, de atender un montón de obligaciones y todo está lleno de ‘deberías’ y ‘tendrías’ y el poder disfrutar de estas cosas es fundamental”, defiende la sexóloga.

“El momento de la ducha a veces es uno de los pocos momentos que tenemos en el día para relajarnos, estar a gusto, cuidarnos de una manera un poquito más consciente y la masturbación es una forma de darnos placer y la alcachofa de la ducha está ahí a mano”
Ana Lombardía

El juguete antes de los juguetes

Para muchas mujeres, su primera toma de contacto con el placer y más adelante con la masturbación llegó en la ducha y sin ni siquiera ser consciente de lo que estaban sintiendo. “Al final es una cosa accidental, ¿no? Cuando te duchas y te estás lavando pues enfocas el chorro de la ducha hacia la zona de la vulva y eso resulta placentero, y como resulta placentero pues se repite. Cuando eres niña tiene una connotación distinta, ni siquiera podemos hablar yo creo de masturbación en la ducha porque la intencionalidad que hay es totalmente distinta”, explica Ana Lombardía.

Esta experiencia es la que recuerda Sara, de 30 años, que recuerda utilizar el cabezal de la ducha cuanto tenía unos 12 años. “Simplemente lo hacía porque el chorro me daba gusto y punto”, recuerda la joven, que cuenta que siguió haciéndolo durante años, hasta ahora. “He tenido época más de ducha y otras de menos pero sí he seguido haciéndolo. Cuando era adolescente me daba baños los domingos y utilizaba la alcachofa, era como un ritual. Me ponía música y caía la alcachofa”, rememora Sara, que recuerda que vivía con miedo a que su madre entrara en el baño.

“Simplemente lo hacía porque el chorro me daba gusto y punto. Cuando era adolescente me daba baños los domingos y utilizaba la alcachofa, era como un ritual"
Sara, de 30 años.

Lombardía señala que cuando esta práctica se mira desde los ojos de un adulto “es otra historia”. “Es como que pervertimos una acción muy natural y muy placentera. Pero es algo que se puede mantener a lo largo de los años, llegar a la vida adulta, y con el tiempo ir cambiando la connotación con la que se hace. Se hace con otra conciencia, otro objetivo y con otras circunstancias, va cambiando a lo largo del tiempo”, señala la sexóloga.

La reivindicación del placer y el final del tabú

El hecho de no saber muy bien primero qué se está haciendo y después, más en la adolescencia, el tabú alrededor de la masturbación femenina han hecho que muchas mujeres no hayan compartido con su círculo cercano sus experiencias en la ducha. Lombardía, que cree que por un lado “ojalá fuese algo que no tuviéramos que comentar como si fuera extraordinario”, también reconoce que hablar de ello contribuye a poner el placer femenino en el centro.

“Al visibilizarlo le damos una intencionalidad y lo podemos hablar. Antes tampoco se hablaba porque cuando descubres la intención que tiene y eso adquiere esa mirada adulta con la que lo podemos observar nos damos cuenta de que tiene todo ese tabú, que tiene toda esa carga social y por tanto lo ocultamos, no es algo de lo que hablamos”, señala la sexóloga. Para Sara, desde el principio había algo que le decía que lo estaba haciendo “no era correcto” pero no sabría decir el qué. “Es que tampoco sé cuándo empecé a darme cuenta de lo que era la masturbación”, comenta entre risas la joven.

Según Lombardía, que se empiece a hablar de la masturbación en general y de la masturbación en la ducha en particular es positivo para normalizar diferentes tipos de placer y de llegar al orgasmo. “Muchas mujeres al final vivían esto con culpa, ¿no?, como de qué cosa rara. Al final lo que se ve en el porno, que lamentablemente es la principal forma de educación sexual que tenemos, nos dice que las mujeres tenemos que sentir orgasmos de una manera de la que ninguna los sentimos. Con una estimulación super directa del clítoris, y la ducha es todo lo contrario, con una estimulación muy suave, a veces un poco indirecta, es totalmente distinta a lo que se supone que tenemos que hacer o sentir”, explica la sexóloga.

Es lo que le sucede a Raquel, de 31 años, que comenzó a utilizar la alcachofa de ducha ya pasados los 20 años. "La penetración a secas no me da mucho placer, necesito otro tipo de estimulación para llegar a la orgasmo, por eso cuando descubrí la alcachofa de ducha no la solté", asegura la joven, que reconoce que pasó toda su adolescencia sin saber que se podían tener orgasmos solo estimulando el clítoris. 

"La penetración a secas no me da mucho placer, necesito otro tipo de estimulación para llegar a la orgasmo, por eso cuando descubrí la alcachofa de ducha no la solté"
Raquel, de 31 años.

"A mí lo que me pasa con la ducha es que soy capaz de fantasear más", cuenta Sara sobre por qué le gusta utilizar la alcachofa para masturbarse. Para Raquel sin embargo es una cuestión de relajación, como la que apuntaba Lombardía. "En general meterme en la ducha me relaja y si estoy más relajada tengo más ganas de masturbarme", cuenta la joven, que señala que prefiere la estimulación del clítoris que la penetración. 

Para Ana Lombardía es importante que las mujeres experimenten todo lo que les apetezca ya sea con o sin juguetes eróticos o con o sin pareja, para que descubran lo que les gusta, lo que les da placer y dejen de sentirse bichos raros por no disfrutar de las prácticas de las que se suele hablar más. 

“Cuando estas mujeres intentan masturbarse de esta forma o se acuestan con sus parejas y sus parejas intentan estimularlas de una manera muy directa en el clítoris, con mucha fuerza, con mucho más ritmo y se dan cuenta de que eso no les gusta, se sienten raras y como se sienten raras, se callan. Al final se hace una pelota enorme. Y ahora que se está visibilizando es como ‘ah, qué bien’ que ya por fin podemos hablar todas de esto y dejar de sentirnos raras”, destaca Lombardía.