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El diminuto pueblo de Guadalajara en el que las calles no tienen ni nombre

El diminuto pueblo de Guadalajara en el que las calles no tienen ni nombre

No hacen falta direcciones.

Guadalajara.Getty Images

Según el Instituto Nacional de Estadística, actualmente en Guadalajara hay un total de 288 municipios, lo que la convierte en una de las provincias con más localidades de España. La mayoría son pueblos pequeños, con apenas unos pocos habitantes, donde el tiempo parece haberse detenido y la vida transcurre a un ritmo pausado. Entre todos ellos, hay uno que destaca por una curiosa característica.

En la comarca de Señoría de Molina se encuentra Torremochuela, un pequeño en el que solamente viven 6 personas y que cuenta con una superficie de apenas 17,82 kilómetros cuadrados. Este índice poblacional no siempre ha sido tan bajo, ya que a mediados del siglo XIX el municipio llegó a contar con más de 120 habitantes, pero la falta de recursos y de oferta laboral hizo que sus vecinos emigrasen a otras localidades en busca de una mejor calidad de vida.

Aunque si por algo es conocido este pueblo es porque sus calles no tienen nombre. En lugar de señales o placas que indiquen direcciones, los vecinos de Torremocheula se orientan por referencias visuales y memoria colectiva. La única plaza que adorna sus calles se ubica en una de las paredes de su Iglesia de la Purificación de Nuestra Señora, indicando la ubicación de la plaza de la Reina María Cristina. 

Pequeño pero encantador

Torremochuela es un ejemplo de cómo los pueblos pequeños de España aún conservan formas de vida que parecen ajenas al ajetreo moderno. En estas tierras el silencio es el protagonista y la vida transcurre a un ritmo más pausado. Además de la plaza y la iglesia, el pueblo cuenta con unas antiguas escuelas que han sido reconvertidas en un centro social y en el único bar del municipio que solo abre en verano y en algunos periodos vacacionales.

La ausencia de nombres en las calles no responde a una falta de interés, sino a la falta de necesidad. En un pueblo donde todos se conocen, las direcciones son reemplazadas por puntos de referencia cotidianos y familiares que tienen un significado propio para los vecinos. Esta particularidad refuerza el carácter comunitario y la conexión entre quienes comparten la vida diaria en este pequeño enclave. 

De este rincón guadalajareño también es reseñable su edificio consistorial y el antiguo horno, ambos testimonios de un rico legado histórico y cultural. Además, el paisaje montañoso que rodea la localidad la convierte en un destino ideal para los apasionados del senderismo. Aunque uno de los atractivos culturales más curiosos de Torremochuela son sus fiestas patronales del mes de agosto, que llegan a atraer aproximadamente a unas 200 personas que llenan de vida cada calle del municipio.