El pueblito de Soria con un paisaje geológico de escándalo que parece pintado por Dalí
Con formaciones pétreas que desafían la lógica y la gravedad.

Enclavado a 1.200 metros de altitud en el término municipal de Duruelo de la Sierra, se alza un entorno que sorprende al visitante con un paisaje geológico de ensueño: rocas de cuarcitas y areniscas moldeadas como si el mismísimo Salvador Dalí las hubiera diseñado, con hongos pétreos de hasta quince metros, columnas aparentemente imposibles y arcos naturales que desafían la lógica y la gravedad.
Estamos hablando del paraje de Castroviejo, ubicado en el término municipal de Duruelo de la Sierra, al noroeste de la provincia de Soria. Pese a compartir nombre con un pueblo de La Rioja, este entorno surrealista poco tiene que ver con su homónimo. El paraje, denominado a menudo la “Ciudad Encantada soriana”, deslumbra a visitantes y fotógrafos con sus formaciones pétreas que podrían haber sido esculpidas por el pintor en sus lienzos más oníricos.
Los materiales jurásicos y cretácicos que afloran en Castroviejo han dado forma, a lo largo de millones de años, a imponentes “hongos” de piedra, columnas y arcos que parecen desafiar la lógica geométrica de la naturaleza. Estas esculturas naturales conforman un auténtico laberinto de callejones rocosos, conformando un paisaje kárstico que nace en la vertiente sur de las sierras de Neila, Urbión y Cebollera.
Un paraje rocoso único
Uno de los grandes atractivos de esta región son las pasarelas de acero y madera que se adentran entre las moles colosales y culminan en dos miradores suspendidos sobre el acantilado. La estructura principal, concebida como un balcón sobre el “mar boscoso” de la Sierra de Urbión, ofrece panorámicas inigualables sobre la Comarca de Pinares y las cumbres de Covaleda y los Picos de Urbión.
A menos de 300 metros del mirador principal, se oculta la Cueva Serena tras un corto sendero forestal. En su interior, una pequeña cascada pone la banda sonora entre las paredes de roca viva, ofreciendo un oasis de frescor y un refugio donde el tiempo parece detenerse. Quienes continúan su excursión hasta la Cascada de la Chorla, descubren un salto de agua de más de 20 metros que completa este itinerario por los encantos naturales de Duruelo de la Sierra.
En definitiva, Castroviejo se consolida como un destino de aventura y contemplación, donde lo real y lo onírico convergen en un escenario digno de un cuadro surrealista. Con la temporada de verano en pleno apogeo, las autoridades locales animan a disfrutar del patrimonio geológico respetando las rutas señalizadas y las normas de visita. Así, este paraje es un ejemplo de cómo la naturaleza se reinventa como un estímulo creativo y sostenible.