Una pareja de jubilados lo deja todo para trasladarse a las 'Maldivas europeas': "El estrés simplemente desaparece"
Playas amplias, precios más bajos y servicios orientados al visitante.

Para muchas personas, viajar a las Maldivas es un sueño casi mítico: aguas turquesas, arena blanca y la idea de desconectar del mundo por completo. Pero ese paraíso suele quedar lejos, ya sea por su elevado coste, la distancia o la logística que implica llegar hasta el océano Índico. Sin embargo, algunos viajeros están descubriendo que existe una alternativa mucho más cerca y asequible en el corazón de Europa.
Este es el caso de Sandra y Jeff Mayernik, una pareja de jubilados de Oregón, que vendieron su casa, los coches y buena parte de sus pertenencias para empezar de nuevo en el extranjero, y hoy viven en una ciudad de la costa sur de Albania: Saranda, una zona que muchos medios llaman ya las ‘Maldivas europeas’. La decisión, dicen, les permitió recuperar tranquilidad y reducir el gasto diario.
La pareja tomó la determinación en noviembre de 2023 después de sentirse desbordada por el aumento del coste de la vida en Estados Unidos, según informa Business Insider. Desde entonces han pasado por una docena de países, entre ellos Portugal, España y México, hasta fijar su residencia en ciudades costeras al borde del estrecho de Corfú, como Saranda y Ksamil, donde las playas de arena blanca y las aguas turquesa han impulsado la imagen del litoral albanés como alternativa mediterránea asequible.
Un paraíso asequible
“Lo notamos enseguida: el ritmo es otro y el estrés simplemente desaparece”, cuenta Sandra sobre su nueva vida junto al mar, en declaraciones recogidas por el medio citado. Para la pareja, los ahorros en vivienda, la atención médica y una dieta local menos procesada han supuesto una mejora palpable en su bienestar. Sin embargo, no todo ha sido fácil: adaptarse a la nueva moneda (el lek albanés), al idioma y a gestiones administrativas ha exigido paciencia.
El interés internacional por Albania se ha disparado en los últimos años. Varias agencias la presentan como uno de los destinos europeos de mayor crecimiento, con cifras récord de visitantes que, según informes vinculados a ITB Berlin, alcanzaron los 11,7 millones de llegadas en 2024. Ese empuje ha venido acompañado de inversiones en infraestructuras, nuevas conexiones aéreas y una promoción intensiva del país como destino sostenible y diverso.
Ese auge turístico explica por qué cada vez más jubilados, nómadas digitales y viajeros valoran zonas como Saranda y las islas cercanas de Ksamil: playas amplias, precios más bajos que en muchos destinos del Mediterráneo y servicios cada vez más orientados al visitante. National Geographic, por ejemplo, ha destacado la Rivera Albanesa entre sus recomendaciones de viaje, refiriéndose a tramos del litoral como una “versión europea” de las Maldivas por la nitidez del agua y las calas de arena blanca.
Los Mayernik presumen de una menor carga económica, acceso a alimentos frescos y un estilo de vida más relajado. Pero también advierten sobre algunos costes ocultos o riesgos: la lejanía de la familia puede generar soledad para muchos mayores, la ausencia de Albania en la UE complica algunos trámites migratorios y, en temporadas altas, la masificación turística exige planes de gestión que preserven el entorno y la calidad de los servicios.
