El avance clave que puede cambiar la factura de la luz para siempre está en manos de uno de los principales científicos de fusión del mundo
La fusión podría empezar a integrarse en los sistemas eléctricos a partir de la década de 2030.

Energía limpia e ilimitada. Es el sueño de cualquier país, de cualquier civilización. De hecho, es la base para eso que llama Civilización Tipo I en la escala de Kardashev. Todo esto está muy bien, pero ¿eso haría tener electricidad a precios de saldo? Es otra cuestión, pero la realidad es que muchos científicos están en ello, entre ellos, uno de los las mayores expertos de fusión nuclear del mundo. Es la clave para esa energía ilimitada.
Un matiz importante: lo que tenemos hoy en día en las centrales nucleares es la fisión nuclear, no la fusión. Dividir núcleos atómicos, no unirlos, como la etimología advierte. Lo primero está dominado, pero lo segundo lleva décadas en desarrollo y todo apunta a falta alguna más para que pueda ser realidad y escalarlo, que su generación dé más energía de la que se gasta para el proceso. Ahora pasa lo contrario.
La fusión nuclear ya tiene fecha: así promete cambiar la electricidad y por qué los científicos dicen que es segura
Imagina un mundo sin emisiones de CO₂, sin residuos radiactivos peligrosos y con una promesa para países, empresas y particulares: electricidad abundante y estable. Durante décadas sonó a ciencia ficción, pero hoy los propios científicos que llevan media vida en ello aseguran que la fusión nuclear está entrando en su fase decisiva. Ya no hablan de dentro de cien años.
Uno de ellos es Thomas Sunn Pedersen, físico de plasma de referencia internacional y actual director de tecnología de American Type One Energy, que sostiene que la fusión comercial ya no es una cuestión de "si", sino de cuándo. Su horizonte temporal es claro: mediados de la década de 2030, con reactores capaces de enviar cientos de megavatios a la red eléctrica.
Así lo ha asegurado en declaraciones a Illustreret Videnskab. El reto es mayúsculo, porque hablamos de emular, literalmente, lo que hace el Sol, pero a pequeña escala. No se trata de reactores tradicionales ni de uranio. La idea es sencilla de explicar, aunque extremadamente compleja de ejecutar: calentar hidrógeno a más de 100 millones de grados centígrados para que los núcleos atómicos se fusionen y liberen energía.
Durante más de 70 años, el gran obstáculo ha sido el mismo: mantener ese "fuego" estable, sin que se apague ni consuma más energía de la que produce. Según Pedersen, ese cuello de botella está a punto de romperse.
Hoy ya existen experimentos y prototipos que logran un avance energético positivo, que generan más energía de la que consumen. Ese hito marca la frontera entre la investigación y la industria.
Los stellarators: la apuesta para estabilizar el plasma
Son palabras que suenan a películas de Marvel, pero son realidad o, como mínimo, futuro próximo. El trabajo de Sunn Pedersen se centra en un tipo concreto de reactor al que se le ha dado este nombre de stellarators.
Hasta ahora, los más conocidos eran los tokamak, de diseño más simétrico, pero con la nueva vía de Pederse se pretende crear una geometría compleja para así confinar el plasma de forma más estable durante largos periodos.
La estabilidad es clave si se quiere producir electricidad de manera continua, algo imprescindible para una central conectada a la red. El objetivo de American Type One Energy es ambicioso: 350 megavatios de potencia eléctrica en una primera fase comercial.
De lograrse, estos reactores podrían incluso reutilizar infraestructuras de antiguas centrales de carbón o gas, acelerando la transición energética sin empezar desde cero.
¿Cuándo llegará la fusión a tu casa?
Bajándola al suelo, como usuario te puede parecer fascinante todo esto, pero el bolsillo se resiente cada mes con la factura de luz, así que la pregunta clave es: ¿cuándo se hará no ya realidad en la industria, sino en el ahorro?
El calendario que manejan los expertos ya no es vago. Según Pedersen y otros investigadores europeos, la próxima década será decisiva. No porque mañana vaya a encenderse una central de fusión en cada país, sino porque se demostrarán todos los elementos necesarios para su viabilidad comercial.
Si se cumplen estos plazos, la fusión podría empezar a integrarse en los sistemas eléctricos a partir de la década de 2030, primero como complemento y después como pilar estable. Energía limpia, sin límites, pero también segura, primero en su producción, porque no hay peligro de accidente nuclear; y luego en geopolítica, porque al no necesitar uranio o similares, sino agua de mar, cualquier país lo puede implementar.
