Viaja al lugar habitado más frío del planeta: 20 capas para mantenerse con vida y casi pierde su nariz
El frío extremo obliga a los residentes a adaptar su vida diaria para sobrevivir.

Cuando pensamos en el lugar más frío de la Tierra seguro que a muchos se nos viene a la mente la Antártida por sus inmensos paisajes de hielo, sus ventiscas congeladas y sus temperaturas que rozan lo inimaginable. Pero, ¿alguna vez te has preguntado cuál es el lugar habitado más frío del planeta, donde la gente vive día a día pese a esos termómetros extremos? Un popular creador de contenidos ha viajado hasta allí para que tú no tengas que hacerlo.
Estamos hablando de Oymyakon, un pueblo situado al noreste de la República de Sajá, en Rusia, donde las temperaturas pueden caer hasta los -67,7 °C, el récord registrado en un lugar habitado fuera de la Antártida. Aquí los inviernos son tan largos y secos que obligan a los residentes a adaptar su vida diaria al frío extremo. El poblado cuenta con 2.000 habitantes y se encuentra ubicado en lo que The Guardian describe como una “depresión con forma de cuenco” que atrapa el aire helado.
Ruhi Çenet, un creador de contenidos turco que se ha hecho popular gracias a sus vídeos sobre viajes, visitó Oymyakon y estuvo a punto de perder su nariz tras apenas unos minutos al aire libre. En el videoblog que ha publicado en sus redes sociales se muestra cómo el joven tuvo que vestirse con más de 20 capas, incluyendo calzado de piel de reno, pantalones y un abrigo, para poder salir de una vivienda a 30 °C y enfrentarse a las temperaturas extremas del exterior.
Ante el frío, remedios caseros
Oymyakon es uno de los lugares más inaccesibles del planeta: no es un destino al que se llegue por casualidad, sino el resultado de horas de viaje y de sortear vastas extensiones heladas. Para llegar hasta aquí, Ruhi cuenta que cogió un vuelo de siete horas hacia el este desde Moscú y que luego tuvo que completar un trayecto de 900 kilómetros hasta la comunidad siberiana. Al llegar, el termómetro marcó la escalofriante temperatura de −60,5 °C a las dos de la madrugada.
Según cuenta, al salir a la calle el joven sintió cómo se le formaban cristales de hielo en las pestañas y le empezó a faltar sensibilidad en la mitad del rostro. En poco más de quince minutos la punta de su nariz empezó a blanquearse, un signo claro de daño por frío. “No podía mover el músculo del lado izquierdo, como si tuviera parálisis facial”, cuenta Ruhi en cuanto notó que su nariz comenzaba a congelarse.
Por suerte, el youtuber iba junto a un ganadero local llamado Yevdokiya, quien inmediatamente instó a Ruhi a protegerse la cara y a tener cuidado ya que “podría ponerse negra”. El lugareño aplicó una mezcla casera a base de aloe y alcohol con un hisopo y recomendó empapar y aplicar con suavidad, advirtiendo que frotar podría dañar vasos y capilares y empeorar las lesiones. Tras recibir la atención y limitar sus salidas al exterior a lapsos cortos, el vlogger recuperó la sensibilidad.
Ruhi describe cómo, además del riesgo para la piel, las bajas temperaturas afectan a la vida cotidiana: teléfonos que dejan de funcionar, coches que hay que dejar en marcha o cubiertos porque si no se congelan, y costumbres y técnicas locales desarrolladas para sobrevivir en un clima donde el exterior puede ser mortal en muy poco tiempo. Para los posibles visitantes que lleguen hasta aquí se recomienda prudencia extrema y el equipo adecuado.
