Arañaba los vehículos, bloqueaba las cerraduras con palillos y silicona y también agredió con el paraguas y el bastón a varios vecinos. Ahora está en evaluación psiquiátrica.
"Yo me muero aquí hasta que haya justicia. ¿Por qué no se me ha defendido como Dios manda?", denunciaba desde el banco, frente a su casa, en el que se sentó, ya sin techo.
La mujer trató de entrar, desorientada, en la habitación del agresor, que se había soltado de las cintas de seguridad que le ponían por tener brotes de agresividad.