A pesar de su controvertido uso por parte de rostros conocidos estos medicamentos suponen un punto de inflexión para el tratamiento de enfermedades crónicas como la obesidad o la diabetes.
Personas con discapacidad, enfermos crónicos y mayores han quedado atrapados por la guerra de Ucrania en zonas de intensos combates y sin atención médica.
Décadas de dolor crónico en la muñeca derecha, en los hombros y en el cuello habían dañado mis músculos y articulaciones a tal punto que ya no era capaz ni de cargar con nuestras bolsas de viaje.
He pasado buena parte de mi vida huyendo de mí, fracasando en mi construcción. Aquellos años de juventud esperando la llegada del futuro, aguardando el papel de mi vida. Pero en unos años, aquel que soñó de joven con comerse el mundo (iluso él) asistía a las dentelladas de una vida que ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
Los enfermos crónicos, las personas dependientes, discapacitadas, parecemos situarnos en el centro del escenario, mientras que en un segundo plano, ocultos entre bastidores y tramoya se encuentran los cuidadores. Cuidadoras, para ser más exacto con la realidad.
Mostrar las miserias no solo puede ser liberador, puede ser bello. ¿Quién no las tiene? Hacer públicas nuestras contradicciones también. ¿Quién es de una pieza? Temo a todos esos personajes públicos que se muestran así, pétreos, sin fisuras, rígidos, inhumanos. Poner en evidencia las alcantarillas de nuestro pensamiento es la única manera de que esas aguas residuales no se estanquen.
En el pueblo o pequeña ciudad, las dudas de crianza o incluso de salud elemental eran resueltas por la madre, por la abuela, por la conversación en tertulia. Era la tribu la que criaba. La madre sola ante tal diagnóstico busca información. Entonces, vuelve a aparecer internet.