Mostrar las miserias no solo puede ser liberador, puede ser bello. ¿Quién no las tiene? Hacer públicas nuestras contradicciones también. ¿Quién es de una pieza? Temo a todos esos personajes públicos que se muestran así, pétreos, sin fisuras, rígidos, inhumanos. Poner en evidencia las alcantarillas de nuestro pensamiento es la única manera de que esas aguas residuales no se estanquen.