Dar a luz en la mayor crisis del mundo
Complicaciones en el parto o abortos espontáneos: el destino de muchas mujeres embarazadas en Darfur.

Con apenas unos pocos centros de salud aún en funcionamiento en Darfur (Sudán), las mujeres embarazadas enfrentan viajes angustiosos para buscar atención médica. La inseguridad, los controles y el transporte inaccesible o inasequible las obligan a realizar caminatas de un día a pie o en burro, lo que a menudo se traduce en complicaciones en el parto, abortos espontáneos o incluso la muerte.
Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF), presentes en 10 de los 18 estados de Sudán, son testigos del grave impacto que la guerra ha tenido en la salud de las mujeres en Darfur y en todo el país.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 70% de las instalaciones de salud en zonas afectadas por el conflicto apenas están operativas o completamente cerradas, dejando a millones de personas sin acceso a atención crítica en medio de una de las peores crisis humanitarias de la historia reciente.
"Una madre dio a luz en casa y no pudo expulsar la placenta, luego comenzó a sangrar, así que la llevaron de urgencia al hospital", recuerda Wendemagegn Tefera Benty, referente médico de MSF en el hospital de Zalingei, en Darfur Central. "La familia tuvo que cargarla y, después de un día de caminata, cuando llegaron, ya había fallecido debido a la hemorragia".
La guerra en Sudán tiene un profundo impacto en la salud de las mujeres embarazadas y sus bebés, especialmente en términos de partos prematuros. El conflicto ha dejado a muchas personas sin empleo y ha interrumpido el acceso a alimentos y agua potable. Como resultado, muchas mujeres embarazadas llegan a los hospitales desnutridas, lo que afecta directamente la salud de sus bebés, provocando nacimientos prematuros y malnutrición. Tras el nacimiento, estos bebés son ingresados con frecuencia en unidades de observación para garantizar su supervivencia.
"La mayor dificultad es cómo lograr llevar comida a mis hijos. Trabajé mucho durante el embarazo y tal vez por eso mi bebé nació débil", cuenta una paciente de la maternidad de 35 años en el hospital de Murnei, en Darfur Oeste.
El hospital de Zalingei, al que da apoyo MSF, es el único hospital de referencia de atención secundaria de salud para unas 500.000 personas. No existe otra instalación sanitaria que gestione partos en la zona. En el quirófano de Zalingei, el personal de MSF realiza más de 40 cesáreas de urgencia al mes.
Afaf Omar Yahya, de 35 años, experimentó un dolor abdominal severo en su casa cuando su embarazo estaba a punto de llegar a término. Debido a la falta de transporte en Darfur, no tuvo más opción que viajar durante horas en burro hasta llegar al hospital de Zalingei. Al llegar, el médico le informó que había sufrido un aborto espontáneo y necesitaba una cesárea de emergencia. "Perder al bebé fue la mayor tristeza para mí", contaba Afaf mientras se recuperaba en la sala de maternidad.
"La mayoría de las complicaciones que recibimos se deben a partos en casa y anemia durante el embarazo", explica Virginie Mukamiza, responsable de matronas en el hospital de Zalingei.
Las mujeres embarazadas buscan atención médica cuando presentan hemorragias posparto o sepsis. "La mayoría de las instalaciones de salud en Darfur son ahora edificios vacíos. No hay personal, ni medicamentos, nada en absoluto. Antes de la
guerra, la gente al menos tenía acceso a centros de atención primaria cercanos a sus hogares. Ahora deben depender de grandes hospitales que están lejos", narra Osanatu Sento Bangura, responsable de matronas en el hospital de Murnei, en Darfur Oeste.
Muchas de estas situaciones podrían prevenirse con consultas prenatales y sistemas de referencia adecuados desde los centros de atención primaria, pero la mayoría han dejado de funcionar o dependen de la ayuda humanitaria para prestar servicios. 12 días después de dar a luz en casa, Sameera visitó la clínica móvil de Romalia, en una zona remota de Darfur Oeste para que la revisaran tanto a ella como a su bebé. Al llegar, tenía fiebre alta y heridas infectadas en el brazo. Tras el parto en casa, había sufrido un dolor abdominal terrible. Su hermano le administró una inyección para bajar la fiebre, pero le lesionó el brazo. Estaba adolorida y no podía sostener a su bebé. Tras realizar varias pruebas, los equipos de MSF en la clínica descubrieron la infección en su brazo. Desinfectaron y curaron la herida rápidamente y le prescribieron un tratamiento.
Los efectos devastadores de la guerra amenazan con atrapar a mujeres y niñas en un ciclo interminable de desnutrición, deterioro de la salud y muerte materna.
Es indispensable aumentar drásticamente la provisión de ayuda humanitaria vital y el acceso a la atención médica en Darfur. Las partes en conflicto deben otorgar acceso sin restricciones para la entrega de ayuda y facilitar el acceso de la población civil a los servicios de salud. Se debe garantizar el compromiso pleno de los donantes para aumentar la financiación sostenida y reforzar la respuesta humanitaria en la peor crisis de desplazamiento del mundo.
Mujeres en Darfur: desplazadas, embarazadas y abandonada

Sameera Abkir
“Mi nombre es Sameera Abkir y tengo 25 años. Vivo en Ab Doui, un lugar lejos de aquí. No sé exactamente qué tan lejos, pero está en esa dirección. Di a luz en casa. No fue fácil. Después del parto, tuve una fiebre muy fuerte. Mi hermano fue a la farmacia, consiguió unas inyecciones y me las puso. Pero luego mi mano empezó a doler. No sabía qué estaba pasando.
Vine al hospital porque necesitaba el certificado de nacimiento de mi bebé. Pero también esperaba que pudieran darme medicina para mi mano. El dolor estaba empeorando. No vine sola, mi esposo vino conmigo. Viajamos en carro porque el hospital está muy lejos, demasiado lejos para caminar. El viaje fue difícil, pero no tenía otra opción.
En mi vecindario, la mayoría de las mujeres dan a luz en casa. Yo también di a luz en casa, como siempre. El hospital está demasiado lejos, no puedo cubrir esa distancia. Ahora, con un carro y después de mucho sufrimiento, logré llegar. No fue fácil, pero tenía que hacerlo. El dolor era demasiado. Solo espero que la próxima vez haya una manera más fácil”.

Halima Ishaq Osman
“Mi nombre es Halima Ishaq Osman. Este es mi quinto embarazo y me siento enferma todo el tiempo. El dolor nunca desaparece. Es la primera vez que vengo a esta clínica. Vivo en Ammoshush, que está muy lejos de aquí.
En casa, no tenemos transporte adecuado. Solo tengo un burro, y la distancia es demasiado grande para viajar con facilidad. Por eso, en el pasado, di a luz en casa. Nunca fui a un hospital. No sé qué pasará esta vez, pero estoy preocupada.
Desde que comenzó la guerra, la situación para nosotras no ha cambiado, pero seguimos sufriendo. Llegar al hospital rápidamente es casi imposible. Sin transporte, dependemos de un carro tradicional, lo que hace que el viaje sea lento y difícil.
A veces, la gente va lejos para encontrar transporte para nosotras, o buscamos un Tuk Tuk para llevar a un paciente al hospital. Pero muchas veces no es lo suficientemente rápido. Algunas personas no llegan a tiempo. Mi abuela fue una de ellas: falleció camino al hospital. Solo espero que esta vez las cosas sean diferentes para mí”.