Estructural
Opinión
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Estructural

“Es estructural” es el nuevo “la sociedad es la culpable”, pero en finolis.

La ministra de Igualdad, Ana Redondo durante la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de MinistrosEFE

Es la palabra de la semana. El comodín que hay que usar en los momentos de apuro. Como decir “¡casa!” jugando al pilla-pilla o decir “¡por mí!” jugando al escondite. Te sorprenden haciendo algo indebido, quedas cegado por la luz de los focos. Y entonces levantas las manos, te encoges de hombros y dices “es estructural”. Quedas libre de culpa de forma automática. O, al menos, la compartes equitativamente con el resto del género humano. No fui yo, fue la estructura. Luchar contra la estructura es como luchar contra el destino. Somos hojas secas que la estructura lleva de aquí para allá. Yo soy rebelde porque la estructura me ha hecho así. Mira que yo no quería, mira que pertenezco al grupo más opuesto a actuar de esta manera, pero es que la estructura…

Y el oponente se queda planchado. No sabe qué contestar. Salvo que sea marxista. En ese caso, ante la proclama de que, —por poner un ejemplo random—, el machismo es estructural, siempre cabe ponerse muy serio y replicar que el machismo no es estructural, sino superestructural. Pero es que a lo mejor la ministra Redondo no lo dijo refiriéndose a su acepción marxista. A lo mejor ella lo sacó a colación con el estructuralismo antropológico de Lévi-Strauss en mente. O a lo mejor es tan, pero tan tan posmoderna que ha terminado llegando por la espalda al estrutcuralsmo lingüístoco de Saussure. (Perdonen las erratas de la frase anterior, pero es que no saben lo difícil que es teclear correctamente mientras te meas de la risa).

“Es estructural” es el nuevo “la sociedad es la culpable”, pero en finolis. Yendo de culto. De que estás muy formado en el tema. No es lo mismo que decir “esto pasa en todas partes”, porque alguien podría, —incluso aceptando que esto pasa en todas partes—, preguntar si pasa en todas partes por igual. Es mucho más solemne que “a ver cómo salimos de ésta”, y la solemnidad siempre ha sido una buena forma de distraer la atención cuando se tiene el culo al aire. Es como el panteísmo en religión. Como la energía para los adeptos al movimiento new age. Va de preciso, pero es tan ubicuo que se disuelve. Cuando nos referimos a algo bueno, entonces el PSOE es el partido que mejor refleja la realidad de España. Cuando nos referimos a algo malo, entonces es estructural.

No sé… se me ocurrren muchas más cosas que también son estructurales. La hipocresía. El uso instrumental de causas nobles para obtener réditos electorales por parte de gente sin escrúpulos que se aprovecha de la ingenuidad de los votantes. La mentira. El uso del miedo para ejercer el control de una organización. La cara dura. También son estructurales. Pero no en el sentido de Marx, de Lévi-Strauss o de Saussure, sino en su sentido genuino, que es el de la ingeniería. Estructural dicho de una viga maestra, de un muro de carga que, en caso de retirarse, provocaría el derrumbe de todo el tinglado sobre los listos que están dentro. Y, si les apetece, la semana que viene les hablo de la palabra “transversal”, que también la hemos oído mucho estos días. Ay, fíjate, “transversal”.

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Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.

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