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'Nerium Park' o ¿es todo trabajo, techo, comida, ocio y prole?

'Nerium Park' o ¿es todo trabajo, techo, comida, ocio y prole?

La historia de una pareja y del sueño que les han dicho que tienen que soñar.

'Nerium Park'Javier Naval

La mayoría de la población española considera que la vivienda se ha convertido en un problema. Sobre todo, para los adultos jóvenes que se ven abocados a prolongar un estatus adolescente viviendo en la casa paterna y/o materna por falta de recursos para poder independizarse. Nerium Park de Josep María Miró en Nave 10 Matadero no cuenta esa historia, sino la de los adultos jóvenes que lo consiguen. Consiguen pasar de esa adolescencia prolongada a esa edad adulta en la que toca tener trabajo, techo, comida, ocio y prole.

La historia es la de una pareja que pasa de vivir en la ciudad, en todo el centro, en el que los vecinos se oyen a unos y otros en su cotidianeidad, a vivir en una urbanización en las afueras. Donde se pueden comprar el piso que promete un escenario en el que pueden representar la vida de sus sueños. Mejor dicho, del sueño que les han dicho que tienen que soñar.

El problema comienza cuando sus sueños, que pensaban compartidos, no lo son tanto. Esa urbanización no atrae a vecinos como ellos. Jóvenes guapos con trabajo y edad de merecer una familia. Desde luego, Susana Abaitua y Félix Gómez, que son el elenco de esta función, dan perfectamente el perfil que el imaginario colectivo tiene de estas personas, gracias a las revistas de tendencias, dominicales y más medios de este estilo.

No se explica en la obra los motivos por los que allí no llegan esos iguales que esperaban encontrar. Pero esa ausencia abre de forma muy natural una grieta por la que se introduce todo aquello que se quiere evitar.

  'Nerium Park'Javier Naval

Primero el paro. Él pierde el trabajo. Ella, que se dedica a los recursos humanos en otra gran empresa, y que ejecuta despidos en la misma a golpe de tabla Excel de ahorros y beneficios, no lo entiende. ¿Qué ha podido pasarle a él que es cómo ella?

Y, luego, el contacto con ese mundo de parados sin oficio, ni beneficio, y, por tanto, sin casa y comida o con estos en precario, que pululan amenazantes alrededor de la urbanización. Incluso la okupan en aquellos espacios sin uso.

Amenazantes porque ponen de manifiesto que la urbanización, con sus vallas, puertas, cerraduras y demás no protege el sueño de las democracias liberales. Y muestran, lo que se ha enseñado que es una pesadilla, la cara B o la cruz del sueño pequeño burgués en el que se ha educado a la población y se sigue educando, a izquierdas y derechas. En esto no hay conflicto, el objetivo es el mismo.

  'Nerium Park'Javier Naval

Y con ese fallo de las barreras, límites o fronteras, aparecen los lunes al sol. Y, poco a poco, la inquietante realidad que se intuye que existe ahí fuera que es más desordenada y mancha. Pero que no tiene caras con nombres y apellidos a la que poder identificar. Presencias fuera del orden, que amenazan este orden, y, provocan primero inquietud y luego miedo, mucho miedo. Sobre todo, cuando al mirarlo, aunque sea de reojo, se reconozca a uno de los nuestros.

Como se comprueba en esta obra, esa inquietud y ese miedo son malos consejeros. Dando una posible explicación de lo que pasa y de lo que nos pasa. Del ascenso de determinados partidos o líderes. Del levantamiento de vallas. De deportaciones de esa masa fuera de todo registro administrativo, sin nombre y apellidos. Esa masa que vive escondida tras los setos y de los que solo se ven rastros de su presencia.

Y es en ese mundo donde los adultos jóvenes no solo disfrutan del sexo, sobre todo si tienen espacio para ello, sino que, además, deciden reproducirse. Un proceso que Jorge Gonzalo, el director de escena, ha decidido poner de una manera artificiosa, es verdad, pero clara, sencilla y directa. Que a medida que se desarrolla el anhelo por ese sueño aumenta y crece, por lo que todo lo que lo aleja asusta, produce más miedo.

  'Nerium Park'Javier Naval

Claro, de lo que se está hablando es una tragedia. Pero tanto en el texto como en la puesta no se evita el humor. Basado en lo que de ridículo tiene lo cotidiano. Convirtiendo la obra en parte en una tragicomedia. Y el público, que siempre está dispuesto a echarse unas risas, se las echa con gusto.

En este caso, es una tragicomedia de terror psicológico, pues no hay sustos, ni escenas gore. Pero, como ya se ha dicho, hay una presencia de algo que ni se palpa, ni se ve, ni se huele. Sin embargo, se siente en un ambiente de aparente y actual normalidad, que la escenógrafa de Mónica Boromello ha sabido recrear de manera acertada, del tipo de espacio abierto de colores neutros reformado por los hermanos Scott.

Y que Josep María Miró acaba con una imagen que remite al principio de la película El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder. Que introduce aún más ambigüedad, más incertidumbre, y, quizás, explique que, tras el fuerte aplauso de un público fundamentalmente joven, del que no se suele ver en el teatro, salga haciéndose preguntas o con el aspecto de estar pensando sobre lo que ha visto. Salga extrañado ¿no es más que suficiente para ir al teatro?

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Como el dramaturgo Anton Chejov, me dedico al teatro y a la medicina. Al teatro porque hago crítica teatral para El HuffPost, la Revista Actores&Actrices, The Theater Times, de ópera, danza y música escénica para Sulponticello, Frontera D y en mi página de FB: El teatro, la crítica y el espectador. Además, hago entrevistas a mujeres del teatro para la revista Woman's Soul y participo en los ranking teatrales de la revista Godot y de Tragycom. Como médico me dedico a la Medicina del Trabajo y a la Prevención de Riesgos Laborales. Aunque como curioso, todo me interesa.