Por el pacto de Estado climático
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Por el pacto de Estado climático

"La inacción no es una opción. Solo con acuerdos amplios se pueden sostener las transformaciones que exige la transición ecológica".

Pedro Sánchez, durante la presentación del pacto de Estado frente a la emergencia climáticaEFE

En un momento en el que los efectos del cambio climático se hacen palpables con una fuerza creciente, la propuesta del presidente Pedro Sánchez de impulsar un gran Pacto de Estado por la mitigación y adaptación a la emergencia climática no solo es oportuna, sino absolutamente imprescindible para construir consensos de país en torno a uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo.

La experiencia europea demuestra que los grandes avances solo se producen cuando hay voluntad de pacto. Es en los acuerdos amplios y sostenidos donde las sociedades democráticas encuentran la fuerza transformadora que necesitan para afrontar desafíos estructurales. En el Parlamento Europeo, en noviembre de 2019, declaramos la emergencia climática y medioambiental. A partir de ese momento, la Unión Europea trazó una hoja de ruta ambiciosa, coherente y valiente, el Pacto Verde Europeo. Este pacto no fue fruto de un impulso aislado o de una mayoría coyuntural. Fue el resultado de un consenso político amplio que reconoció que el cambio climático no es un asunto ideológico, sino una cuestión de supervivencia, de justicia intergeneracional, de responsabilidad común y de seguridad climática como sostiene Teresa Ribera.

Gracias a ese consenso, Europa lidera hoy la transición verde. El Pacto Verde ha permitido avanzar en múltiples frentes: ciudades más limpias, aire más saludable, energía más asequible, edificios más eficientes, transporte más sostenible, economía circular, protección de la biodiversidad, innovación tecnológica, economía más competitiva y empleo de calidad, así como una Ley Europea del Clima que convirtió en vinculante la meta de neutralidad climática en 2050.

Todo eso fue posible porque, en su momento, las grandes familias políticas europeístas supimos pactar. Porque cuando Europa pacta y aísla a la extrema derecha negacionista, avanza. Esa es la gran enseñanza que debemos aplicar también en España. La reciente ola de incendios —devastadora en Galicia, Castilla y León y Extremadura— es una llamada de atención que no podemos ignorar. Miles de hectáreas calcinadas, decenas de pueblos desalojados, ecosistemas arrasados y millones de euros en pérdidas. Y lo peor es que estos fenómenos serán cada vez más frecuentes e intensos si no actuamos con urgencia y coherencia. La emergencia climática no es una profecía futura, es una realidad presente.

Por eso es necesario el acuerdo que propone el presidenrte. Un pacto que defina las prioridades, fije objetivos a largo plazo, movilice recursos públicos y privados, refuerce las capacidades de las administraciones y garantice que, gobierne quien gobierne, la lucha contra el cambio climático será una política de Estado, estable y sostenida en el tiempo. Un pacto que involucre a comunidades autónomas, ayuntamientos, partidos políticos, empresas, sindicatos, sociedad civil, científicos y ciudadanos. Un pacto para prevenir, adaptarnos, mitigar, transformar y protegernos.

La Vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, ha planteado la necesidad de consolidar la seguridad climática como función del Estado, equiparable a la seguridad nacional o la cohesión territorial. De igual modo, el economista ambiental Antxon Olabe lleva tiempo reclamando un pacto que contemple no solo la mitigación, sino también la adaptación profunda de nuestras instituciones y territorios al nuevo clima. Ambos hablan de la necesidad de una gran adaptación.

Sin un pacto, seguiremos actuando a trompicones, con políticas cambiantes y presupuestos intermitentes. Con inversiones desiguales, normas inestables y respuestas tardías. Y con cada año que pase sin ese marco común, será más difícil, más caro y más doloroso afrontar las consecuencias. La inacción no es una opción. Solo con acuerdos amplios se pueden sostener las transformaciones que exige la transición ecológica.

Desde Bruselas, lo vemos con claridad. Allí, los grandes avances llegan cuando las instituciones, los gobiernos y los grupos políticos entienden que hay momentos en los que la responsabilidad está por encima de la táctica. El Pacto Verde Europeo no se habría aprobado sin una mayoría transversal. La Ley del Clima no habría sido posible sin cesiones y acuerdos. Y el liderazgo global de Europa en acción climática no existiría sin esa base común. Es cierto que hay tensiones, retrasos, obstáculos y un macabro juego del PPE con la extrema derecha. Pero el rumbo vino marcado y compartido hace seis años. Eso es lo que permite que las políticas se ejecuten, que los fondos lleguen, que las inversiones se consoliden y que la ciudadanía confíe.

España debe aspirar a lo mismo. Debe demostrar que también puede ser capaz de un acuerdo histórico, transversal y profundo para garantizar que nuestro país está preparado para lo que viene. Porque no hablamos solo de medio ambiente. Hablamos de salud pública, de protección civil, de modelo económico, de empleo, de fiscalidad, de vivienda, de transporte, de ordenación del territorio, de soberanía energética, de justicia social y de equidad generacional. Todo eso está en juego cuando hablamos de emergencia climática.

Pedro Sánchez ha abierto la puerta planteando una propuesta con altura de Estado y tendiendo la mano a todos los actores para construir una respuesta colectiva. En España, nos encontramos hoy en ese punto crítico donde decidir si avanzamos con audacia y unidad o si nos condenamos a la parálisis. La emergencia climática no espera. La historia tampoco.

César Luena es diputado socialista en el Parlamento Europeo 

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