Para qué sirve Felipe VI

Para qué sirve Felipe VI

El nuevo rey debería de servir -sobre todo- para mediar en los problemas territoriales, es decir Cataluña y Euskadi, para mejorar la calidad de la democracia y elevar el prestigio de la marca España, también en la economía, territorio del que parece que entiende bastante.

(Para mediar en el marrón territorial, Cataluña ahora y Euskadi después)

Juan Carlos I renunció al poder que le dejó el dictador y contribuyó a desmontar desde dentro la estructura franquista, dando paso a la Constitución de 1978 que incluía la Monarquía Parlamentaria como forma de Estado y fue votada por el pueblo. Más tarde, una noche de febrero de 1983, el rey hoy abdicado eligió la democracia frente a los espadones. Ambos hechos le sirvieron para ganarse a los republicanos devenidos en juancarlistas, que no en monárquicos. Pero en el siglo XXI no es tan fácil explicar en las aulas -ni fuera de ellas- que a este nuevo rey no se le vota, que hereda el trabajo de su padre y que no conocemos cuáles son sus auténticos méritos. En resumen, esta por ver para qué sirve Felipe VI.

Esa es la pregunta que hemos hecho a unos cuantos personajes ilustres, desde el gobernador del Banco de España, Luis Linde, a la expresidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas, pasando por republicanos de pro como el joven líder de Izquierda Plural, Alberto Garzón, un científico y y maestro del príncipe Felipe, Cayetano López, o el recién dimitido líder del PSC, Pere Navarro, que hace meses se adelantó al personal y habló de la necesidad de la abdicación.

Conclusión, el nuevo rey debería de servir -sobre todo- para mediar en los problemas territoriales, es decir Cataluña y Euskadi, para mejorar la calidad de la democracia y elevar el prestigio de la marca España, también en la economía, territorio del que parece que entiende bastante.

Luis Linde, gobernador del Banco de España

"Sí, claro que Felipe VI puede hacer algo por cambiar este país. Entre otras cosas yo sé que sabe mucho de economía. He estado con él y entiende de esta ciencia, no sé si como un economista profesional, pero desde luego el funcionamiento del Banco Central Europeo (BCE) lo conoce perfectamente. ¿Si sabe como funcionan otros organismos internacionales, como el FMI? No lo sé en concreto, pero de bancos centrales y conceptos económico-sociales, entiende. Eso ayuda mucho al país y a lo que transmitirá hacia afuera".

Alberto Garzón, líder de Izquierda Plural

"Puede tomar medidas políticas en una u otra dirección. Aunque la monarquía no tiene poderes políticos, Juan Carlos I ha llevado a cabo durante su reinado una constante intromisión en asuntos tanto políticos como económicos, mediando entre intereses empresariales o propiciando contratos. Eso es algo que podría seguir haciendo Felipe VI. Para nosotros es parte del problema. No tengo expectativas de que vaya a cambiar algo. Yo creo en un sociedad más justa e igualitaria y no veo que ahí encaje su figura. Lo mejor que podría hacer es copiar a Amadeo de Saboya, que renunció a la corona y la devolvió al pueblo", remata Garzón, que no asistirá al acto de proclamación en el Parlamento.

María Emilia Casas, expresidenta del Tribunal Constitucional

"Llega al trono con menos poder que su padre, porque Juan Carlos llegó sin Constitución. Pero Felipe VI será un jefe de Estado con poderes constitucionales, que consiste en poder arbitrar entre las instituciones. Puede auxiliar en el funcionamiento regular de nuestras instituciones y con ello, ayudar a recuperar la calidad de la democracia.

Dentro de la Constitución se incluye el diálogo, la colaboración institucional y el acercamiento. El jefe del Estado simboliza la unidad y la permanencia, la Corona arbitra y modera. Claro, cuando hablamos de ese papel, pensamos sobre todo en los problemas territoriales, en Cataluña por ejemplo, donde puede desempeñar papel de árbitro y moderador. En cuanto al resto de los ámbitos, el jefe del Estado puede arbitrar y moderar en cualquiera de ellos. ¿Que si debería plantearse en hacer un referéndum sobre su persona? Nos hemos dado unas reglas de juego que están en la Constitución y hay que cumplirlas. Ahora bien, la sociedad es madura para afrontar una reforma de la Constitución, como ya se hizo en dos ocasiones anteriores (1992, derechos ciudadanos europeos y 2011, estabilidad presupuestaria). Si bien la ciudadanía está madura para una reforma constituiconal, también debo de decir que la razón no es que los jóvenes no hayan votado la Constitución de 1978. Es la Constitución de todos, no la de una sola generación".

Cayetano López, rector de Felipe VI en la Universidad Autónoma, catedrático de Física Teórica, director del CEMAT

"El nuevo rey puede actuar en dos terrenos importantes. El primero, en cambiar la imagen de la Monarquía con una conducta ejemplar, imagen que se ha deteriorado en los últimos años a base de varias torpezas; en segundo lugar, que use su escaso margen de maniobra para mediar y estimular el diálogo territorial y la reforma de la Constitución.

El muchacho que yo conocí hace años era muy curioso desde el punto de vista intelectual. Y competente. Yo no tengo una estadística para saber si es el mejor o el más formado de los reyes de España, pero sí que puedo contar que era un tipo interesante y ávido de aprender".

Pere Navarro, exlíder del PSC y adelantado de la abdicación

"Lo que tiene que hacer y va a hacer es fomentar el diálogo, arbitrar la segunda transición y emplearse en la reforma constitucional. Lo que falta es dialogar y Felipe VI está muy bien informado, es sensato y sabe bien lo que se mueve en estos momentos".

Hay que recordar que hasta el PSOE puso el grito en el cielo cuando en febrero de 2013, Pere Navarro, entonces secretario general del PSC, pidió la abdicación del rey en su hijo para que este pudiera liderar el proceso de regeneración política e institucional que estaba exigiendo la calle. Año y medio más tarde resulta clarividente, aunque la situación se lo haya llevado a él mismo por delante.

Vistos y oídos algunos de estos sabios, cabe pensar que la única y más inmediata razón de ser de Felipe VI es, precisamente, el marrón territorial, que hoy se llama Cataluña. Sería paradójico que lo mejor para que mantuviera el empleo fuera que los catalanes siguieran gritando por su soberanía republicana.