De la "neglicencia mortal" a "líderes rehenes del petróleo": los grandes titulares para 'calentar' la apertura de la COP30
António Guterres, secretario general de la ONU, inicia la Cumbre del Clima en Belém con varias reflexiones resonantes ante decenas de líderes mundiales en una cita que busca recuperar relevancia global.
A António Guterres le gusta hablar claro. Y en materia climática, más. Ciertamente, no le faltan argumentos para sostener una retórica de preocupación, de alerta, de aviso a un mundo que insiste en su "negligencia mortal". Porque esta ha sido la base de su discurso de apertura de la Cumbre del Clima, la COP30, que celebra su tramo político este jueves y viernes en Belém (Brasil), con algunas presencias y sobre todo grandes ausencias.
Si en años anteriores el secretario general de la ONU advertía de un potencial "infierno climático" o un rumbo directo al "abismo", este año habla directamente de una "negligencia mortal y un fracaso moral". La de gobiernos, empresas y otros organismos que no hacen nada, o hacen muy poco, para frenar el aumento de temperatura por encima del umbral crítico de 1,5 °C.
Muchos de esos responsables son, en palabras de António Guterres, "rehenes del petróleo" y rehenes de "intereses arraigados" en el beneficio a cualquier precio. "Muchas corporaciones obtienen ganancias récord a costa de la devastación climática, gastando miles de millones en cabildeo, engañando a la opinión pública y obstaculizando el progreso. Y demasiados líderes siguen siendo rehenes de estos intereses arraigados. Demasiados países carecen de los recursos necesarios para adaptarse y están excluidos de la transición hacia la energía limpia", ha lamentado el líder de la ONU y primera voz de la COP30.
La cifra de 1'5ºC de máximo de temperatura soportable sigue siendo la piedra angular de la gran reunión climática anual. Este 2025, el termómetro parece dar un respiro leve, levísimo. Los últimos datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) cifran en 1'42 grados el aumento de temperatura, entre enero y agosto, con respecto a la era preindustrial. El dato, que al menos no llega al temido +1'5 es una buena noticia relativa, porque apenas supone un enfriamiento de 13 centésimas con respecto a 2024... el año más cálido jamás registrado
La estadística la maquilla, explica la OMM, el fenómeno de La Niña, cuando un ejercicio anterior la clave fue El Niño. Pero más allá de factores cambiantes, hay una tendencia, y es grave. La entidad meteorológica de la ONU ha detallado que los últimos 11 años, desde 2015, han sido los más cálidos en los 176 años de estadística. Y 2023, 2024 y lo que llevamos de 2025, el podio de este inquietante ranking.
Argumentos, decíamos, para la resonante retórica de António Guterres, que más allá del reproche mundial por la falta de acción en materia climática, ha dejado varios avisos a los presentes en la COP30. Porque a ellos y a otros líderes ausentes ha reconocido que, si bien se están dando pasos en algunos países con planes climáticos propios, son a todas luces insuficientes y "aún están muy por debajo de lo necesario" [...] "mientras tanto, la crisis climática se está acelerando".
Lo necesario tiene un valor de, al menos, 1.300 millones de dólares anuales (algo más de 1.100 en euros), la cantidad que los firmantes del Acuerdo de París prometieron dedicar a financiación climática para 2035. A una década de alcanzar ese hito, Guterres ha puesto deberes a los presentes, salir de Belém con una "hoja de ruta clara y creíble" para llegar a dicha cantidad, con especial responsabilidad en los países desarrollados, que están obligados a "liderar" la movilización de recursos.
1'5ºC, la "línea roja de la humanidad"
Superar el horizonte de 1'5 grados por encima de la época preindustrial (1850-1900) usada como punto de partida marcará "puntos de inflexión catastróficos e irreversibles". Traducido a un lenguaje real, que "cada fracción de grado adicional significa más hambre, más desplazamientos, más sufrimiento económico y más vidas perdidas", así como más desigualdades, con especial incidencia en los países en desarrollo ha sentenciado el mandatario de la ONU.
Por todo ello, para el secretario general de Naciones Unidas, ese horizonte de límite en 1'5ºC es "una línea roja para la humanidad". Y sin abandonar del todo su natural tendencia apocalíptica ha dejado una puerta abierta a la esperanza, porque si se actúa ahora "y a gran escala" se puede conseguir que la crisis climática sea lo más "baja, breve y segura posible".
Eso sí, ha dejado claro, "ya no hay tiempo para negociaciones; es hora de actuar, actuar, actuar" y, sobre todo, decidir. A los países y grandes corporaciones ha instado a elegir entre "liderar (la lucha climática) o ser llevados a la ruina".
Sin demasiados datos, más cargado de emociones y de referencias a noticias recientes, el político portugués quiso recordar los incendios forestales "nunca antes vistos" en Europa y EEUU, las inundaciones mortales en Pakistán o Sudáfrica —sin mención a la DANA de octubre de 2024 en España— o las más recientes supertormentas en el Caribe. Desgracias, todas, que han "desestabilizado economías y revertido décadas de avances en desarrollo".
Sí ha dado una cifra de gran significado, al recordar que las emisiones de gases contaminantes alcanzaron un nuevo máximo el año pasado, con un alza del 2,3% en relación con 2023. Y, adelanta que nada apunta a su remisión en 2025.