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¿Cómo ven los partidos políticos en España la Presidencia de Donald Trump? Una radiografía rápida

¿Cómo ven los partidos políticos en España la Presidencia de Donald Trump? Una radiografía rápida

El Gobierno trata de que la diplomacia quede por encima de las animadversiones al tiempo que trata de liderar una resistencia desde Europa.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.Chip Somodevilla/Getty Images

El 20 de enero de 2025, en su segunda entrega como presidente de Estados Unidos, Donald Trump aludió de manera sorpresiva a España. Sentado frente al famoso y pesadísimo escritorio Resolute, un regalo de la reina Victoria al presidente Rutherford B. Hayes, Trump reestrenaba el Despacho Oval con la firma de un centenar de órdenes ejecutivas cuando un periodista le preguntó qué esperaba de los países que invierten menos en Defensa, “como España o Francia”. Con su habitual gesto facial entre fatigoso y hastiado, el presidente Trump, sin dejar siquiera que terminase la pregunta, contestó: “España está muy por debajo”. Tras unos segundos en los que dejó entrever una ligera sonrisa, añadió: ¿Es un país BRICS, España? Si los países BRICS quieren hacerlo [no dijo el qué], está bien, pero tendrán aranceles de al menos el 100% en los negocios que hagan con Estados Unidos”.

España, claro, no es un país BRICS. ¿Trump lo sabe o se equivocó? Cualquiera de las dos opciones es posible. Quizás la respuesta estaba en esa soterrada sonrisa. Ironía, equívoco o lo que fuera, las relaciones diplomáticas entre España y Estados Unidos, países aliados, transitan desde la victoria del republicano una fina línea. La animadversión del Gobierno español, de Pedro Sánchez como presidente, hacia Donald Trump, es conocida. El presidente estadounidense es, para Sánchez, uno de los referentes, sino el principal, de la “internacional ultraderechista” de la que alerta desde hace un tiempo. Por la parte de Trump, su relación con Pedro Sánchez es, por ahora, de cierta indiferencia. España no está entre el grupo de países a los que el presidente estadounidense ha contactado en sus primeras rondas de llamadas. Pero tampoco lo fue cuando gobernó por primera vez y Mariano Rajoy era presidente.

Cuando ganó Trump, Sánchez felicitó al presidente reelecto a través de redes sociales. “Enhorabuena a Donald Trump por su investidura como el 47 presidente de Estados Unidos. Esperamos trabajar con la nueva Administración de los Estados Unidos para fortalecer la relación estratégica entre nuestros países y abordar desafíos globales comunes”, escribió. De manera sutil, añadió al final del texto la manera en la que cree debe abordarse la relación con Estados Unidos. A través de la Unión Europea. Pese a la inquina personal que ambos puedan tenerse, o al menos uno de ellos, la geopolítica es caprichosa y acostumbra a imponerse al trato privado. No en vano, en el encuentro que Sánchez mantuvo con el expresidente Joe Biden en 2023, el Gobierno español calificó a Estados Unidos como “país amigo, aliado y socio estratégico”, con el que se “mantiene una sólida relación, colaborando de manera estrecha en ámbitos como la defensa y la seguridad, especialmente en el marco de la OTAN, así como en otros foros multilaterales como Naciones Unidas o el G20”.

¿Pero cuál es la posición de los principales partidos políticos españoles respecto a Donald Trump? Desde el PSOE, habituados a señalarle como el jefe de un movimiento ultraderechista a nivel global, confían en que prevalezca la diplomacia. “Esperamos que las alianzas estratégicas no cambien sustancialmente”, afirman fuentes socialistas, que insisten en que Estados Unidos “es un aliado”. “Compartimos muchos foros internacionales en los que esa unión nos da más fortaleza, y así queremos seguir. Claro que nos preocupan algunas de las cosas que estamos viendo, igual que las posibles comerciales”, apuntan con relación a las políticas arancelarias de Trump o a sus declaraciones contrarias a la diversidad, la equidad y la inclusión, aglutinada en Estados Unidos en torno a las siglas DEI.

En el Partido Popular la posición aún es incierta. Hace poco, una columna del vicesecretario de Asuntos Institucionales e Internacionales, Esteban González Pons, suscitó un debate interno que atravesó las paredes de su sede en la calle Génova. En un artículo en Las Provincias, Pons atacó al mandatario estadounidense en una suerte de hagiografía de Marian Budde, la obispa que confrontó a Trump tras su investidura. “[Trump] se ha proclamado macho alfa de una manada de gorilas y nadie rechista. ¿Nadie? Perdón, alguien sí. Mientras los presidentes europeos, Sánchez incluido, se apresuraban a darle la bienvenida en Twitter, Marian Budde [...] le decía la verdad a la cara ante todo Washington. [...] Que los Estados Unidos son nuestro mejor aliado es cierto, pero así no. Solo hay que decirlo, como la obispa Budde, o se nos hará tarde”, escribió el también eurodiputado del PP.

El texto de Pons provocó la reacción airada de su líder, Alberto Núñez Feijóo, que no acaba de encontrar su sitio entre Trump y Santiago Abascal. “Las relaciones con Estados Unidos tienen que ser siempre correctas y buscar siempre un aliado. [...] No me preocupa lo que diga un diputado o lo que diga un dirigente político, lo que me preocupa es que el presidente del Gobierno esté jugando en contra de los intereses de España en esa relación tosca y hostil con Estados Unidos”, comentó Feijóo para salir al paso de los comentarios de su compañero de partido.

Más firme que Feijóo se muestra la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Fuentes de su Gobierno aseguran que "la relación con la Administración de Estados Unidos debería ser una prioridad para cualquier Gobierno". "Como dijo la presidenta, desde el Gobierno de la Comunidad de Madrid y ella misma tratarán de que la Adminsitración de Trump sepa que España no es un país BRICS y que no todo es el Gobierno de Sánchez en España", añaden.

Quien sí tiene una plaza asegurada al lado de Trump, o al menos de su gente, es el ya citado líder de Vox, Santiago Abascal. Fue, de hecho, el único de los líderes políticos españoles en acudir a la investidura del estadounidense (aunque no logró una foto con el presidente), y es habitual orador en las conferencias ultraderechistas de tendencia MAGA, los CPAC. Abascal, así como sus compañeros de la extrema derecha, es un fiel entusiasta del trumpismo. El vicepresidente de Vox, exfalangista e ideólogo del partido, Jorge Buxadé, cita o alude a Trump de manera constante, hasta el punto de emular sus mensajes de campaña, como el “hacer España grande otra vez”.

En Vox aprovechan además las vacilaciones del PP con Trump. Después de su investidura, desde el partido de Abascal criticaron a los de Feijóo por “equiparar a Donald Trump con Sánchez” y “utilizar su apellido y el trumpismo como insulto”.

Otros que, como el Partido Popular, también tratan de marcar posición propia para alejarse de una formación que amenaza con quitarle votos son los de Junts. Con la intención de mostrar una postura más moderada que el partido ultra Aliança Catalana, desde donde se dijo que "una nueva etapa de prosperidad y libertad se extiende por América” tras la victoria de Trump. Frente a esto, Carles Puigdemont señaló que “la preocupación por las consecuencias de la victoria de Donald Trump es muy grande”.

El resto de las formaciones que apoyaron la investidura de Sánchez comparten, con algunas diferencias en la manera de expresarlo, la inquietud por la Presidencia de Trump. La vicepresidenta del Gobierno y cabeza visible de Sumar, Yolanda Díaz, tildó de “mala noticia” la victoria de Trump, y pidió una menor dependencia de Estados Unidos: “No nos quedemos de brazos cruzados: Europa necesita asegurar urgentemente una voz propia y un lugar autónomo en el mundo. Esperanza significa defender y expandir las políticas transformadoras, que dan seguridad y certeza a la gente en un mundo cada vez más frágil”. Hace unos días, además, la portavoz en el Congreso de Sumar, Aina Vidal, dijo que Donald Trump promovía la “limpieza étnica” con sus declaraciones sobre la población en Gaza. En Podemos, su portavoz María Teresa Pérez definió al presidente estadounidense como un “delincuente criminal”.

Son posiciones similares a las expresadas por EH Bildu o ERC. Mientras Los catalanes consideran el éxito de Trump un “reflejo preocupante del auge del populismo” que “pone en riesgo los derechos y libertades”, hace unos días el líder de EH Bildu en Euskadi, Pello Otxandiano, aseguró que Trump “capitanea una internacional reaccionaria de la mano de la plutocracia tecnológica”.