¿Está la clase obrera votando a Vox?
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¿Está la clase obrera votando a Vox?

El auge en las encuestas y sus resultados en Extremadura evidencian un apoyo cada vez más importante a Abascal entre la denominada "clase trabajadora". "La gente está harta y siente que no vive mejor que antes. Y en ese malestar es donde Vox está pescando votos", dicen los expertos.

Santiago Abascal se hace un 'selfie' con un simpatizanteEuropa Press via Getty Images

El pasado domingo, Vox se convirtió en el protagonista de las elecciones extremeñas al pasar de cinco a once escaños y sumar casi 50.000 votos más con respecto a hace dos años. Logró este hito creciendo en las principales ciudades de la región e imponiéndose en zonas rurales que, tradicionalmente, habían estado dominadas por los socialistas. Y todo ello gracias a un discurso en contra del pacto verde, de la extinción de las supuestas regulaciones que están oprimiendo al campo y un "enemigo común": el inmigrante. Es decir, más soberanía alimentaria, retorno a los orígenes y defensa de lo "nuestro".

Un programa articulado, teóricamente, en defensa del trabajador (en este caso, del campo) que Santiago Abascal ha ido trabajando en los últimos años para empezar a ganar votos entre los votantes de clase media-baja y baja en España. Lo que comúnmente siempre se ha conocido como voto obrero.

Y con resultados positivos. Según las últimas encuestas a nivel nacional, Vox ha ido escalando hasta tener alrededor de un de 20% de estimación de voto (en las extremeñas fue del 16,9%) y la posibilidad de superar los 70 escaños en el Congreso de los Diputados. Un auge casi súbito que no podría darse sin una mínima penetración entre la clase trabajadora.

El CIS también dibuja ya esta tendencia. Según el último barómetro publicado, correspondiente al mes de diciembre, un 17% de las personas que se declaran de clase baja o pobre votarían a Vox si hoy se celebraran elecciones generales. Y entre los que se autodenominan clase media-baja, un 14,7%. Hace un año (diciembre de 2024), esos mismos porcentajes eran del 11,2% y del 9,3%, seis y cinco puntos por debajo con respecto a la situación actual. El resultado es similar cuando se pregunta por el partido al que sienten más cercano a sus ideas: 17,3% y 14,9%. 

  El líder nacional de VOX, Santiago Abascal en un mitin en el Muelle de La Sal de SevillaEFE/ Raúl Caro.

¿Qué explica entonces este cambio demoscópico? ¿Por qué los "curritos" están abandonando a la izquierda (o a la derecha clásica) para irse con Vox? Juan Francisco Albert, politólogo y director de Al Descubierto, cree que Abascal está recogiendo ahora los frutos de un largo trabajo en busca de ese 'voto obrero'. 

"Empezaron en 2020 con toda una estrategia de lepenización, que era sobre todo discursiva. Hacían un alegato en favor del obrero, muy en la línea de Marine Le Pen en Francia, pero dándole un giro: el problema para los trabajadores radicaba ahora en los sindicatos tradicionales, en la izquierda oligárquica, en las empresas globalistas... Y les transmitían que ellos eran los únicos capaces de defenderles de estas nuevas amenazas. Aunque después en el Congreso votaban en contra de cualquier medida en apoyo de la clase trabajadora", sostiene el experto en conversación telefónica con El HuffPost.

Al principio, los mensajes de Vox dirigidos a la "gente obrera" encallaban y apenas encontraban eco. Pero la situación actual en España, con un aumento considerable de precios y del coste de la vida, la problemática del acceso a la vivienda o la percepción de una falta de seguridad, han tirado abajo esa barrera. Ahora, el discurso de Vox sí entra en las mentes (y en los corazones) de los trabajadores. 

"La gente está harta. No sabe si vive peor que antes, pero lo que desde luego sí siente es que no vive mejor. Y la izquierda no le ofrece ningún tipo de solución. Dentro de este malestar general es donde Vox está pescando votos. Yo no creo que haya alguien abiertamente izquierdista que vaya a votar a Abascal en unas próximas generales. Pero su discurso sí puede encontrar respuesta en personas más desideologizadas que tengan una adscripción obrerista y que se sienten huérfanos por el abandono de la izquierda", señala.

Los "perdedores" de la "modernización cultural"

  El presidente de Vox, Santiago AbascalEuropa Press via Getty Images

Steven Forti, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, no cree tanto que haya habido una penetración de la extrema derecha en la clase trabajadora, sino que se ha radicalizado ese electorado que antes votaba a la derecha clásica. "Siempre han existido los electores de clase obrera que votaban a la derecha. Pero ahora se han vuelto más extremistas, igual que el resto de franjas de edad y sectores de la población. Y muchos que han sido siempre de izquierdas, ahora se están pasando a la abstención", analiza. 

Estos 'radicalizados' serían los afectados por la globalización y los olvidados por las transformaciones a nivel económico de las últimas décadas, por supuesto, pero Forti también apunta a los perdedores por "la modernización cultural". "La clave económica ya no es tan importante. Ahora inquieta más la amenaza de esos migrantes que saturan la sanidad o provocan violencia, un feminismo que no son capaces de entender o la mal llamada cultura woke. Se han visto sorprendidos por una nueva realidad que les asusta y que no les representa", señala. 

En este sentido, Albert pone el foco en "los hombres sin estudios superiores". "A este colectivo hay que hacerle mucho caso porque en estos últimos años han perdido poder adquisitivo y también poder de competición, porque las mujeres ya les superan en salario en muchas ocasiones. Y esa sensación de amenaza a la que se enfrentan les puede llevar a votar a Vox", asegura.

Alicia Valdés, politóloga y escritora, ahonda también en este aspecto. "La extrema derecha siempre tiene una fijación clara con el odio al otro. Es experta en generar chivos expiatorios que utilizan para sus propios intereses. Y no hay uno único: están los inmigrantes, la población LGTBIQ+... y por supuesto las feministas. Todos ellos son actores sociales a los que se les puede culpar de todo. Y todos podemos ser ese chivo expiatorio, salvo la gente que tiene la pasta", destaca. 

Error: comprar los "marcos diagnósticos" de Vox

Los tres expertos consultados por El HuffPost coinciden en señalar que son los hombres los que están favoreciendo que Vox crezca en estos últimos meses y de una manera que asusta a la izquierda y al PP. Según el último CIS, el 16,1% de los encuestados de sexo masculino votaría a Abascal (superando incluso al PP) frente a un 9% de las mujeres. Pero ojo, el porcentaje de intención de voto entre el sexo femenino se ha duplicado en apenas un año (en diciembre de 2024, era del 4,6%).

"Las mujeres siguen siendo el gran dique de contención contra la extrema derecha en nuestro país, pero es un dato objetivo que Vox también está creciendo entre ellas. Lo que demuestra que la clave de su auge está en la precariedad material. Y quien sepa liderar el discurso en este aspecto es quien se llevará los votos", dice Albert.

Aunque esa confrontación podría estar llevando a la izquierda a cometer el error de comprar "los marcos diagnósticos" de Vox, como señala Valdés. "Si eres un partido de izquierdas no puedes decir que la okupación es un problema o que las mujeres ponen denuncias falsas. Una vez que compras el relato de la extrema derecha, las soluciones de la izquierda ya no sirven", sentencia.

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Soy jefe de Hard News en El HuffPost España. Coordino la cobertura de actualidad política con la misión de explicar lo que pasa en España y en el mundo de una manera directa, clara y comprometida para una audiencia exigente y crítica como la nuestra. Puedes contactar conmigo a través de un correo a javier.escartin@huffpost.es

 

Sobre qué temas escribo

Me dedico a informar sobre la actualidad política en España, poniendo el foco en las decisiones del Gobierno, los movimientos de la oposición y el funcionamiento tanto del Congreso de los Diputados como de los partidos políticos. Creo que la política no es algo lejano, sino que influye directamente en la vida de cada persona: desde la aprobación de una ley de vivienda hasta una reforma laboral. Por eso trato de contar la vorágine política de una manera clara y accesible, sin perder la profundidad que exige cada asunto. Me interesa especialmente abordar temas que despiertan inquietud ciudadana, como la corrupción, la vivienda o la transparencia de las instituciones, y hacerlo siempre con una mirada crítica y social. Entiendo el periodismo político no como una mera narración de lo que ocurre, sino como un ejercicio de contexto y responsabilidad que ayude a la gente a entender por qué esas decisiones afectan a su día a día. Y como todo el mundo tiene su lado freak también me gusta mucho el Festival de Eurovisión, que llevo cubriendo para diferentes medios desde el año 2009. Quizá, algún día, pueda contar la victoria de España en el certamen...

 

Mi trayectoria

Nací en Zaragoza, pero en 2005 me mudé a Madrid para estudiar periodismo en la Universidad Carlos III. Antes de El HuffPost, trabajé nueve años en ABC, cuatro en COPE y un año en Mediaset. Previamente, de una manera más aficionada, escribí sobre cine y la temporada de premios en Hollywood e hice una serie documental sobre el Camino de Santiago que se llamó "Diario de un peregrino".

 


 

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