La magia y la ciencia de los títeres invaden Granada

La magia y la ciencia de los títeres invaden Granada

Un mundo de extraños personajes de cartón piedra miran desde las vitrinas, otros se mueven entre juegos de luces y sombras; los hay gigantescos y tan pequeños como los habitantes del mundo de Liliput. Son los títeres, que han tomado el Parque de las Ciencias de Granada.

Un mundo de extraños personajes de cartón piedra miran desde las vitrinas, otros se mueven entre juegos de luces y sombras; los hay gigantescos y tan pequeños como los habitantes del mundo de Liliput. Son los títeres, que desde hace unos meses han tomado el Parque de las Ciencias de Granada y están poco dispuestos a abandonar este baluarte.

Los responsables del museo científico andaluz les dejaron entrar a mediados del pasado año, con el convencimiento de que la ciencia y la cultura no son mundos paralelos, sino dos realidades que se retroalimentan, que avanzan a menudo de la mano... y estos muñecos de cabeza hueca son una buena muestra de ello.

Compañeros del ser humano desde hace miles de años, en el Parque de las Ciencias celebran el 30 aniversario de la Compañía Etcétera con una exposición que ha sido prorrogada hasta final de año. "La ciencia está detrás de todas la actividades humanas, y también de este arte teatral. Hay mucha investigación en los espectáculos porque continuamente se incorporan nuevas tecnologías. Ahora, estamos investigando cómo hacer títeres con látex", me cuenta Ernesto Páramo, director del museo.

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El maestro de ceremonias en este laboratorio de creatividad es Enrique Lanz, el director de Etcétera. Lanz lleva en los genes el arte de dar vida a personajes que él y su equipo, como si fueran dioses, modelan con sus propias manos. Su abuelo, Hermenegildo Lanz, en los años 20 del pasado siglo, fue el artífice de los Títeres de Cachiporra, la famosa obra que aquel profesor de dibujo puso en escena con Federico García Lorca y Manuel de Falla. Los siete títeres de guante que creó son uno de los tesoros que se pueden ver en Granada. "Para Lorca y Falla aquella actividad no era cosa de niños, se lo tomaban muy en serio, pero es cierto que éste es un prejuicio que existe en España y que habría que acabar con él", reconoce Páramo.

Para tener perspectiva histórica, el paseo por la exposición nos retrotrae hasta el continente africano, del que la especie humana salió un día y donde también hoy los títeres siguen siendo un instrumento de aprendizaje, de socialización. Lo mismo ocurre en la India, en China, en Indonesia o Myammar. En unos lugares, los títeres toman vida con varillas, en otros con guantes, o con peanas, o con hilos, utilizando leds o sobre una mesa. Nada de ello se ve y la vista y la mente se dejan llevar por la ilusión de su imposible mágica existencia.

Espectacular es el montaje que Lanz ha hecho del Retablo de Maese Pedro, una ópera de Falla sobre la obra de Cervantes con la que los títeres de su abuelo triunfaron en París, pero que alcanza dimensiones extraordinarias en las figuras de más de ocho metros de altura que han invadido el espacio granadino.

Verles las espaldas, los enrevesados mecanismos de poleas, de polipastos, de luces y contrapesos, de rieles y resortes que se esconden tras el telón y apabullarse, es todo uno. ¿Cómo se puede mover sin un solo error? Pues sobre todo con la maestría de las 10 personas necesarias para que el Retablo resucite a determinadas horas de visita.

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Desde que los títeres invadieron el Parque de las Ciencias de Granda casi 400.000 personas, de todas las edades, se han dejado embaucar por ese Don Quijote alocado que destruye el Retablo para salvar a Melisendra y su marido; por el pequeño violinista que toca sobre una mesa, por el dinosaurio jurásico que es capaz de desarticularse en mil pedazos y, al momento, volver a su ser.

Hermosas marionetas con las que los titiriteros sólo buscan hacernos pasar un buen rato. En donde las maquinaciones detrás del escenario únicamente pretenden provocar una emoción divertida, una sonrisa.

Recuperar este arte para chicos y grandes es un regalo que hay que agradecer; y más en unos tiempos en los que otros títeres, manejados por titiriteros que ya no se esconden, interpretan otra obra, la que nos está poniendo la vida tan difícil y que parece no tener fin.

Blog de la autora: Laboratorio para Sapiens.