Deja su trabajo estable, crea un negocio con amigos y tropieza: "Apenas compro marcas caras en el supermercado"
Los inicios nunca fueron fáciles.

Herwen de Ruijter, de 45 años, decidió dejar atrás la estabilidad de un empleo fijo para emprender un proyecto tecnológico junto a antiguos compañeros. El salto al mundo empresarial, sin embargo, ha tenido un impacto directo en su bolsillo: sus ingresos han caído en torno a 1.500 euros al mes y ha tenido que ajustar su estilo de vida, empezando por la cesta de la compra, donde las marcas premium han dejado de aparecer.
En paralelo a este cambio profesional, De Ruijter ha logrado poner en marcha un ambicioso proyecto personal: la ampliación de su apartamento en Arnhem. Después de años de trámites, negativas de contratistas y la oposición de algunos vecinos, un tribunal le dio finalmente la razón este año. La obra —valorada en 140.000 euros e incluye el traslado de tuberías y alcantarillado— empezará en 2025 y le permitirá disponer de una planta adicional con terraza y un amplio espacio de trabajo.
El emprendedor consiguió financiar la reforma gracias a ahorros y a un fondo de construcción solicitado cuando aún tenía nómina estable, algo que, admite, ahora sería difícil obtener. Aun así, continúa reservando una parte de sus ingresos a sus aficiones y a futuros gastos domésticos. Para ello divide sus ahorros en cuentas finalistas: coche, mantenimiento, hobbies o vacaciones, con transferencias automáticas cada mes.
Su pasatiempo más caro sigue siendo el coleccionismo y montaje de Lego, una afición heredada de su padre y en la que invierte alrededor de 300 euros mensuales. Construir grúas y camiones pieza por pieza, siguiendo fotografías o libros de otros aficionados, se ha convertido para él en una forma de desconectar de la pantalla del ordenador y mantener viva una tradición familiar.
Donde no está dispuesto a gastar es en un coche nuevo. Se desplaza siempre en bicicleta y, cuando necesita vehículo, compra modelos de segunda mano, preferiblemente italianos, en homenaje a la afición paterna. También evita renovar electrodomésticos salvo que sea imprescindible: de hecho, hasta hace poco seguía usando una plancha antigua que conservaba de sus años de estudiante.
Pese al ajuste económico, De Ruijter no renuncia a viajar. Ahorra para conocer nuevos países —con Japón como destino prioritario— y no descarta escapadas más relajadas, como unas vacaciones con todo incluido en Cabo Verde, una experiencia que descubrió gracias a un amigo.
Mirando al futuro, confía en que la empresa de software que ha cofundado crezca y contribuya a la transición energética, su principal objetivo profesional. Aspira también a recuperar el nivel salarial previo, ya que su actual situación le obliga a controlar cada gasto, desde el supermercado hasta la ropa, que ahora compra en cadenas asequibles en lugar de marcas como Tommy Hilfiger.
